Introducción al poema:
En este poema, María nos acerca a la ternura del encuentro humano en su forma más sencilla: un saludo. A través de la figura de una anciana que camina apoyada en el bastón labrado por su esposo, la autora nos invita a mirar con calma la vida que transcurre en las aceras, donde cada palabra amable se convierte en un lazo invisible que une almas.
El poema es una reflexión sobre la soledad, el paso del tiempo y la grandeza de los gestos cotidianos. En ese “buenos días” que nace del corazón se esconde toda una filosofía de vida: la de quien comprende que la bondad no necesita razones, y que incluso con el peso de los años o de un bastón, siempre hay espacio para desear al otro un día hermoso.
BUENOS DÍAS TENGA
La anciana camina
buscando la sombra
que la cobije frente al sol.
Su mano derecha se apoya en un bastón,
con señales grabadas en la madera
que su esposo labró.
Lleva mucho tiempo en soledad
desde que él se marchó.
Sabe que hay un lugar donde la espera,
donde el infinito guarda el amor.
La anciana pasea cada mañana
para llenar su alma con sentires
de buena gente que va encontrando,
entre aceras,
buscando con la mirada
ese saludo bondadoso
que nutre su ánimo,
su corazón.
—¡Buenos días! ¡Buenos días tenga, vecina!—
Sólo dos palabras que llenan y acompañan,
creando hilos de vidas
sin necesitar razón.
Qué grandeza en pocas palabras
vertidas con sencillez y humanidad,
sin pretender motivo ni intención.
Sólo es necesario mirar para ver
que todos necesitaremos
un día un bastón,
que soporte el peso del día a día,
que nos permita caminar
cruzándonos con otras almas,
atesorando palabras nobles,
palabras sencillas con infinito valor:
Buen y bonito día,
aunque lleve bastón.
Crítica del poema:
BUENOS DÍAS TENGA... es una pieza de ternura sobria y hondura moral, donde el gesto cotidiano de saludar se eleva a símbolo de comunión humana. María logra que lo simple adquiera resonancia espiritual: un “buenos días” se transforma en vínculo, bálsamo y memoria compartida.
La figura de la anciana concentra la sabiduría de los años y la fragilidad del cuerpo, pero también la fortaleza emocional que surge del contacto con los demás. El bastón, con las señales grabadas por su esposo, se vuelve un relicario del amor y del tiempo; es a la vez peso y herencia, herramienta y testimonio.
El poema se sostiene en un tono narrativo que no abandona la musicalidad del verso libre. La cadencia es pausada, como el andar de la protagonista, y el lenguaje —sencillo y directo— refuerza la autenticidad del sentimiento. La autora logra así una cercanía inmediata con el lector: no hay artificio, sólo vida observada con ternura y respeto.
En el cierre, la frase “Buen y bonito día, aunque lleve bastón” encierra la esencia del poema: la aceptación del paso del tiempo sin perder la belleza ni la dignidad del vivir. Es un canto a la humanidad que se mantiene viva en los saludos, en la mirada, en la palabra que reconoce al otro.
En su conjunto, este poema celebra la bondad anónima y la humildad luminosa de los días, recordando que en los gestos más pequeños se halla el verdadero sostén del alma.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Blog
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¡BUENOS DÍAS TENGA!
Fotografías y textos de
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ÉCHAME UN CABLE
Fotografías y textos de
Introducción al poema:
El poema «El cable» es una reflexión sobre la dualidad de lo cotidiano.
Tomé un objeto aparentemente frío y utilitario —un cable— y lo transformé en un puente de emociones, tanto humanas como naturales, en un contraste entre la fealdad percibida y la vida que alberga.
El poema invita a mirar con otros ojos lo que nos rodea, a descubrir belleza donde solemos ver sólo lo práctico. La imagen de las aves posándose y retomando su vuelo, como si el cable fuera un punto de descanso en su viaje, tiene un punto evocador. Y el juego de palabras con «echar un cable» son sutilezas que me permito.
La fotografía, realizada por mí, despierta mi sensibilidad, y me recuerda que la vida está llena de submundos esperando ser vistos.
María Bueno.
EL CABLE
La línea larga del cable se curva,
salvando distancias
entre las casas de vecinos.
Hasta una pantalla
llega el flujo mágico
de risas, llantos
y noticias en vivo.
Los anuncios parecen
grandes producciones
proyectadas en pantallas
de cinemas desaparecidos.
Esos cables llevan
divertimento, lágrimas,
miedos, noticias,
de lugares lejanos
o de sitios escondidos.
Nos acompañan
desde las primeras horas del día,
de la tarde, en la cena,
y hasta nos mecen
las noches de vacío.
¡Pero qué curioso!
Hoy miré esos cables
con otros ojos,
viendo algo más
que la fealdad que muestran
en calles, plazas y senderos
que atraviesan campos
y montes de verdes olivos.
¡Algo llamó mi atención!
Primero se posó uno,
después se acercó otro,
y en escasos minutos
llegó un pequeño grupo de aves
volando por el mismo camino.
Se acomodaron con aleteos
sobre los cables,
formando una imagen
llena de vida
y pequeños sonidos.
Con sus diminutas alas
de colores vivos,
tomaban aliento
para seguir su destino.
Qué hermoso puede ser
un simple cable torcido,
entre calles y plazas,
con pequeños seres
que, con sus cantos,
agradecen que les echemos un cable
para descansar
y tomar un respiro.
Submundos que no se ven
porque no miramos con mimo.
Deja que tus ojos se acerquen
a los pequeños detalles
que, cada día,
dan vida a tu recorrido.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados. -

MICRORRELATO: PIMENTÓN Y UNA TELA DE ARAÑA
Fotografías y textos de
Introducción:
En este microrrelato y su letrilla anexa, María Bueno rescata un episodio real ocurrido a principios de 1900 que, con el paso del tiempo, se convirtió en una historia familiar contada con mezcla de susto, asombro y ternura en la Noche Buena de cada Navidad.La escena, vivida en un entorno rural donde los remedios caseros eran el único recurso inmediato, une la inocencia temeraria de una niña con la responsabilidad temprana de un hermano.
La letrilla, de raíz popular, añade una voz musical que recoge el sentir de la tradición andaluza —cercana al abandolao y a la vieja oralidad de las historias que se repiten en cada invierno. El resultado es un pequeño cuadro costumbrista lleno de vida, peligro, humor y memoria.PIMENTÓN Y UNA TELA DE ARAÑA
La mañana ya estaba casi agotada, la montaña de leña para cortar parecía interminable y su padre no tardaría en volver.
Pedro pensó: -si no estuviera mi hermana pequeña, ya habría terminado de cortar la leña. ¡Candela es incansable y una salvaje!, pero es muy graciosa y aún es pequeña, debo tener paciencia porque madre la ha dejado a mi cargo.
—¡Esta niña! Hermana, ¡quítate de ahí!
Padre volverá en nada de las tierras
y tengo que tener cortada toda leña.Candela miró a su hermano desde su baja estatura, era menuda, pero con una energía que volvía loco al más santo.
—¡No me pillas! ¡Eh, mira, mira!—Soy más rápida que tú, mi mano corre más que tu hacha.
Candela retaba a su hermano acercando su mano casi al borde del golpe del hacha con el tronco.
Pedro, empezó a desesperarse, no tenía tiempo de andar con las locuras de su hermana. Siempre estaba igual, es como si quisiera demostrar que ella era fuerte y valiente como los chicos, traía de cabeza a sus padres.
—¡No te lo volveré a decir más! ¡Quita tu mano, vete de aquí!
En ese momento Candela acercó su mano y a Pedro, sin poder evitarlo, se le cayó el hacha contra el tronco llevándose por delante un trozo del dedo de su hermana.
—¡Dios mío!
Pedro agarró con fuerza el dedo de la niña y le hizo un torniquete con el pañuelo que tenía en el cuello para secar el sudor.—¡Corre, ven conmigo al cobertizo!
¡Hay que cortar la hemorragia con tela de araña, allí habrá alguna!Corrieron y al entrar cogió una tela grande de araña que colgaba de unas maderas desvencijadas de restos de un mueble viejo.
Pedro tomó a su hermana en brazos y la llevó a la cocina de la casa grande, allí rebuscó en la alacena y por fin encontró la lata con el pimentón.—Candela, no te muevas, voy a desinfectar con el pimentón y también ayudará a taponar la herida, así podré cortar la hemorragia hasta que podamos llegar a la casa del médico.
Candela estaba blanca como la pared, no podía dejar de mirar su mano, le faltaba un trozo del dedo índice y el pimentón hacia una masa gorda con la sangre que cada vez brotaba con más lentitud.
Su delantal, que protegía su vestido, estaba rojo de la sangre que había salido de su herida, el pimentón le daba relieve a las manchas pareciendo que cada rastro de sangre engordaba por momentos.
En ese instante, entró su padre y la tomó en brazos, tan rápido, que ni cuenta se dio de que habían abandonado la casa y ya estaban en la del médico.
—Don Pedro, su hija no ha perdido el dedo de puro milagro, gracias a la rapidez de su hijo, lo ha salvado.
Muchos años después, Candela contaba cada Nochebuena la misma historia, la del hacha, el pimentón y su dedo índice.
También la historia del lobo que en Fortaleza se comió a Juan, dejando en el camino una bota vacía…
Desde entonces, una cancioncilla se tararea por bandola* en las cenas de invierno con sobremesas eternas llenas de cuentos y misterios sin desvelar.
*Bandola: con el nombre de bandola se conoce a distintos instrumentos de cuerda usados antiguamente en España, donde fue de gran importancia durante el siglo XVII para el desarrollo del fandango flamenco y el llamado estilo «abandolao».
Letrilla:
¡Deja ese dedo!
¡No ves que tiene miedo!
Miedo al hacha
que avanza sin recelos.Qué temeridad ser brava
con un cuerpo tan pequeño.Hermano, ¡ponme pimentón!,
¡ponme tela de araña!
Que yo salvaré mi dedo,
así se quede este hacha
con sólo un trozo pequeño.LETRILLA (Versión musicalizada)
[Estrofa I]
¡Deja ese dedo,
ay, deja ese dedo!
¡No ves que tiene miedo,
miedo, miedo,
miedo al hacha
que avanza sin recelos!
[Estribillo]
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que el hacha corta el viento
y el viento corta el alma.
[Estrofa II]
Qué temeridad ser brava
con un cuerpo tan pequeño,
que el monte ruge alto
y ella baila sin miedo.
[Estribillo]
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que el hacha corta el viento
y el viento corta el alma.
[Estrofa III]
Hermano, ¡ponme pimentón!,
¡ponme tela de araña!,
que salvaré mi dedo
de la hacha mala
así se quede un trozo, de temeridad brava.
[Estribillo final]
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que el dedo vuelve al cuerpo
y el miedo vuelve al alma.
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que Candela no se rinde
aunque el hacha la cortara.
Autora del microrrelato y «letrilla»:
María Bueno, basada en hechos reales.© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
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NOCHE EN VELA
Fotografías y textos de
Introducción:
En este poema, la voz poética se enfrenta a una de las batallas más íntimas y humanas: la lucha con el insomnio. Entre humor, desahogo y un susurro de ternura hacia sí misma, la autora retrata esa guerra silenciosa que se libra en la penumbra del dormitorio y que tantas veces deja huellas en el alma. NOCHE EN VELA convierte la incomodidad nocturna en un escenario donde se mezclan la rabia, la vulnerabilidad y una fina ironía, revelando la humanidad que aflora cuando el sueño se resiste.
NOCHE EN VELA
No sabe si es avanzada la noche
o si está casi terminada.
Acomoda la almohada
para obligar a su cabeza
a no pensar en nada.
¡Duérmete, maldita mi estampa!
¿No sientes que la noche se escapa?
Tira de las mangas del pijama,
recoloca la espalda,
estira el embozo de la sábana;
¡mierda de sábana, siempre bajo la manta!
¡Ay!, debo calmar esta desesperación
que en un desvelo me atrapa,
¡Chiquilla!, cierra los ojos con calma,
no los aprietes tanto
que así no le dará la gana
de mecerte entre susurros de madrugada.
El cansancio va aflojando el pellizco
con el que tiene agarrada la manta,
sus dedos van soltando
poco a poco a su presa de lana,
mientras ella se abandona
cercana ya la madrugada.
No ha dormido apenas,
pero siente la batalla ganada.
¡Ahí te quedas!
Esta noche impondré yo mis armas,
porque no hay peor batalla
que no presentar agallas
ante colchones, mantas
y una almohada destronada.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
NOCHE EN VELA destaca por su fuerza expresiva y su capacidad para transformar una experiencia cotidiana en un pequeño relato épico, cargado de humor y humanidad.
El poema combina con acierto:
Lenguaje coloquial, que aporta cercanía y autenticidad.
Interjecciones y exclamaciones, que intensifican la frustración, la rabia y la ternura del momento.
Personificación de los objetos —la manta, la sábana, la almohada— que convierte el dormitorio en un campo de batalla simbólico.
Un tono irónico y a la vez vulnerable, que humaniza profundamente la escena.
La voz poética dialoga consigo misma, se regaña, se consuela y se ríe de su propio desvelo.
Ese manejo del monólogo interior es uno de los puntos más brillantes del poema: transmite de manera fiel el torbellino mental de una noche insomne.
Formalmente, los versos están bien equilibrados: alternan momentos de rapidez (expresiones cortas, imperativos) con otros más pausados, especialmente cuando el cansancio empieza a vencer.
Ese ritmo acompaña el contenido, reforzando la tensión y su posterior liberación.
El cierre es especialmente acertado: una victoria pírrica, irónica, casi infantil, pero profundamente real. Conecta con cualquier lector que haya librado esa misma lucha silenciosa.
En conjunto, es un poema muy vivo, honesto, cercano y hábilmente construido. -

JUNTO A MÍ
Fotografías y textos de
Introducción:
Hay presencias que nunca se marchan.
Un hijo, aunque su paso por la vida sea breve, se queda sembrado para siempre en la piel y en el alma de sus padres.
No hay despedidas definitivas cuando el amor es tan hondo que trasciende el tiempo, porque ese pequeño ser continúa latiendo en cada gesto, en cada memoria, en cada amanecer que intenta ser un poco más amable.
El dolor inmenso de perder a un hijo se transforma con el tiempo en un sentir distinto: ya no desgarra como al principio, pero tampoco desaparece. Se vuelve compañía silenciosa, un rumor de ternura que vive pegado al corazón.
La vida continúa, sí, pero lo hace habitada por él, por ese amor que sigue creciendo hasta el infinito.
Este poema habla justamente de esa permanencia, de esa certeza íntima:
nunca se pierde a quien se ama más allá del existir.
JUNTO A MÍ
Las horas se tiñen
del gris del anochecer,
anocheceres que invocan
mi recuerdo en tu querer.
Quereres que acunan mi memoria,
quereres que viven junto a mí,
porque nunca se pierde a nadie
si no se olvida su sentir.
Sentires que son amores
más allá del horizonte,
más allá del existir,
viviendo pegado a mí.
No hay un adiós entre amores
que vivirán siempre hasta el fin.
Mis lágrimas recogen la esencia
de tu presencia eterna en mi piel.
Llegarán días claros,
ofrecidos a ti.
Porque nunca se pierde a nadie
que es parte de mí.
Crítica literaria de JUNTO A MÍ:
Junto a mí es un poema de duelo íntimo, escrito desde un lugar donde el dolor no quiere destruir, sino recordar y sostener.
La voz poética se expresa con serenidad contenida, consciente de que la memoria es el puente que mantiene vivo a quien ya no está físicamente. La pieza está marcada por un ritmo respetuoso, suave, pausado, casi como un suspiro que se repite y acompaña, transmitiendo el proceso de una pena profunda.
El poema encuentra su fuerza en la idea central que lo vertebra:
no se pierde a quien se sigue amando.
Este concepto aparece reiterado de manera deliberada, convirtiéndose en un mantra que consuela y afirma. Esa repetición otorga cohesión y profundidad emocional, permitiendo que cada estrofa funcione como una variación sobre el mismo sentir:
la permanencia del hijo en el alma de sus padres.
La presencia de palabras como quereres, sentires, horizonte, esencia y piel contribuyen a crear un lenguaje cálido, delicado, lleno de cercanía humana. Son términos que resuenan en tu universo poético habitual, donde las emociones toman forma concreta y se convierten en sustancia que respira.
El poema también muestra el sentir de haber vivido, en la propia piel de la autora, esa pérdida.
El equilibrio entre imágenes sensoriales y afirmaciones hondas: El “gris del anochecer”, las lágrimas que “recogen la esencia”, la presencia “eterna en mi piel”, construyen un escenario emocional íntimo en el que la pérdida no se describe desde el desgarramiento, sino desde la continuidad del vínculo, unión que jamás desaparecerá.
El cierre —“Porque nunca se pierde a nadie / que es parte de mí”— deja una sensación de recogimiento y verdad.
No ofrece consuelo fácil ni falsamente luminoso; ofrece verdad emocional, la única que realmente alivia: aquella que reconoce que el amor permanece más allá de cualquier adiós.
En suma, Junto a mí es un poema contenido, dulce y profundamente humano, capaz de unir dolor y ternura en un mismo gesto.
Es un homenaje silencioso a un hijo cuya existencia, aunque breve, permanece para siempre como un pulso amoroso dentro de la memoria viva de sus padres. -

HERMANO
Fotografías y textos de
Introducción:
Este poema nace del vínculo irrompible entre hermanos, ese lazo tejido desde la infancia y que continúa latiendo incluso cuando la distancia, la ausencia o el paso del tiempo parecen querer interponerse.
Aquí, la autora abraza recuerdos de una amiga del alma que rinde homenaje al amor fraternal entre hermanos —los juegos, las risas, las enseñanzas— y los convierte en una fuerza vital que se mantiene viva en el presente de esa amiga querida.El hermano es presencia, cobijo, estrella guía y raíz que no desaparece.
Es un canto profundo a la memoria afectiva, a lo que permanece para siempre en el alma cuando el amor es verdadero.HERMANO
Por siempre en mi sentir.
Sentires que nos unieron en el vivir,
compartiendo sueños y enseñanzas
cargados de juegos,
de recuerdos de infancia
que hoy guardo en mi alma
y crecen junto a mí.Te llevo unido a mi latir,
con momentos regalados
por tu risa eterna,
por tus ganas de vivir.Ese adulto que tejió
hilos de abrazos y cariños,
que hoy son parte del aire
que me ayuda a seguir.Hermano de alma y vientre,
la estrella que te cobija
pinta circuitos eternos
para llegar hasta mí.Hermano,
guárdame un trocito de estrella,
guárdame en tu existir,
porque te quiero a morir.Crítica literaria:
Este poema está impregnado del sello emocional que caracteriza tu escritura, María: cercanía, ternura, humanidad y verdad.
La voz poética avanza desde la niñez hasta la adultez con un hilo continuo que funciona como metáfora del propio lazo fraternal. Destacan:
Fortalezas:
La musicalidad emocional: los versos fluyen con naturalidad, como un recuerdo que se narra y se respira a la vez.
Las imágenes delicadas, especialmente “hilos de abrazos y cariños” y “la estrella que te cobija”, que aportan una dimensión espiritual sin perder la sencillez.
La honestidad del sentimiento: no hay artificio, sólo vivencia pura hecha palabra.
Estructura y ritmo;
El poema está bien construido: avanza en bloques que se corresponden con etapas de la vida compartida. Los cortes en los versos acompañan la respiración emocional.
Últimos versos:
“Porque te quiero a morir” cierra con una fuerza rotunda, íntima y profundamente humana.
En conjunto, es un poema que abraza, que recuerda y que eleva el amor entre hermanos a un plano casi sagrado sin dejar de ser cotidiano porque ante la ausencia, se impone el cariño y los quereres eternos. -

VENCIDA
Fotografías y textos de
Introducción al poema:
VENCIDA es un descenso íntimo a ese lugar secreto donde el cuerpo y el alma dejan de sostenerse. Es el retrato de un instante límite en el que la fuerza se evapora, la realidad pesa demasiado y la rendición se convierte en refugio. En este poema, la cama no es solo un espacio físico: es un territorio emocional donde se libra una batalla silenciosa entre la vida que llama y la sombra que envuelve. Con imágenes potentes y un ritmo que acompasa la respiración entrecortada del miedo, María nos acerca al desamparo más hondo, al temblor de saberse frágil y al deseo apenas susurrado de desaparecer un instante del mundo.
Es un poema que no solo habla del agotamiento: habla del coraje que supone reconocerlo.VENCIDA
La manta colgaba, derramada,
de un lado de la cama,
hasta el suelo deslucido,
con señales de tiempos
mejores vividos.
El cuerpo de ella se desdibujaba
entre dobleces de sábanas,
que figuraban serpientes
rodeando un cuerpo abatido.
Bajo el cobertor asomaba un pie,
sintiendo el frescor del camino
para aliviar la tortura
del miedo maldito.
Debía levantar su cuerpo dolido
antes de que su mente perdiera
la cordura de saberse un ser vivo.
¡Esta maldita sensación
de no ser más
que un harapo vencido!
Esta melancolía que atraviesa
mi alma y hace trizas mi voluntad,
de levantarme cada día
y enfrentar los monstruos
que agarran mis entrañas,
para hundirme en la desgana,
dejando mi cuerpo rendido.
Dejarme ir es mi camino,
es el que cada día me acerca
a las bestias que inundan
mi mente sin un destino.
Deslizó su pie hacia el interior
de los pliegues de la sábana
para buscar cobijo.
Encogió su cuerpo
y abrazó con fuerza sus piernas,
para hacerse muy pequeña
frente a gigantes que acunaban,
con cánticos, su vivir herido.
Ella se dejó llevar,
sin luchas ni desafíos,
hacia un lugar en otros mundos,
buscando alas en el vacío
que le permitieran volar lejos,
vaciando sus sentires malditos.
Crítica literaria del poema:
VENCIDA es uno de tus poemas más viscerales y cinematográficos. Destaca por la precisión con la que conviertes objetos cotidianos —una manta, un pie, unas sábanas caídas— en símbolos poderosos del derrumbe emocional. Tu lenguaje es directo, honesto, y consigue crear una atmósfera densa que envuelve al lector desde los primeros versos.
La estructura del poema funciona como un lento deslizamiento hacia el interior de la angustia: primero los detalles del entorno, después el cuerpo y finalmente la mente. Esa progresión está muy bien lograda y permite que la lectura sea un viaje que acompaña, casi físicamente, la caída de la protagonista.
Uno de los mayores aciertos del poema es la imagen de las “serpientes” que figuran las sábanas: una metáfora viva, acertada, que refuerza la sensación de amenaza. También resultan muy potentes los versos donde la voz poética reconoce sin filtros la melancolía que tritura su voluntad; allí la vulnerabilidad se transforma en verdad poética.
Emocionalmente, el texto es devastador pero extremadamente humano. No hay artificios ni dramatismo gratuito: lo que transmites es auténtico, y por eso mismo toca profundamente. El cierre, con esa búsqueda de “alas en el vacío”, introduce una leve respiración poética en medio de la oscuridad, como un eco de posibilidad, aunque tenue.
En conjunto, VENCIDA es un poema maduro, valiente y de una sinceridad conmovedora. Conecta con cualquiera que haya sentido el peso de la vida como una carga insoportable. Y desde esa verdad, deja huella. -

EL BARCO
Fotografías y textos de
Descripción:
Fotografía real del barco naufragado.
El instante captado muestra el momento en que la embarcación, ya escorada peligrosamente, era remolcada. Las olas, en medio de una tempestad brutal con más de trece metros de altura, golpeaban sin tregua la estructura metálica mientras la carga desplazada en las bodegas agravaba el peligro del hundimiento.
Introducción al poema:
En El barco, María nos conduce a un episodio límite donde la vida y la muerte se entrelazan en un instante estremecedor.
Inspirado en una vivencia real, este poema autobiográfico se erige como testimonio de supervivencia y de pérdida. La autora revive el naufragio con la intensidad del recuerdo vivo: el estruendo, el miedo, la fuerza del mar y la huella del ser que se pierde en el abismo.
Más que una narración, es una confesión poética de lo que significa ser testigo del poder absoluto de la naturaleza y de la fragilidad humana ante ella.
En memoria del marinero que perdió la vida:
Aquel 5 de enero de 1983,
la mar desató su furia en la víspera de Reyes.
Entre gritos, golpes y oscuridad,
un barco se inclinó sobre sí mismo
mientras las olas devoraban el horizonte.
De aquel día conservo mi Cartilla de Navegación y la imagen imborrable del rostro de un marinero que se lanzó al agua un instante antes que yo y desapareció bajo el casco del barco tragado por las olas.
Nunca más volví a saber de él.
Su recuerdo me acompaña
como un faro silencioso
que me aleja de la mar.
Durante muchos años guardé el miedo y el temblor en silencio.
Hoy, al mirar la fotografía del barco, sé que he podido volver a la superficie.
Y desde allí, escribir.EL BARCO
(Basado en hechos reales. Poema autobiográfico. La imagen corresponde al barco naufragado.)
Había que llevar la carga
que las bodegas del barco guardaban,
cruzando el Estrecho de Hércules,
que las olas vigilaban.
A la mitad del día,
mi cuerpo reposaba
sobre una cama pequeña
que mi siesta acunaba,
entre paredes de madera
que el camarote abrigaba.
—¿Qué es ese estruendo?—
¡Mi cuerpo cae ferozmente!
El suelo se tornó pared
y la pared, mi cama.
La mole del barco cayó
sobre aguas rabiosas y heladas.
Las olas tomaron alturas
que empequeñecían montañas.
¡Corre! ¡Sal del camarote!
¡Sal de esta trampa anunciada!
Mis ojos sólo ven
a la gente asustada,
con gritos desesperados
por una muerte marcada.
El mar se erigió en un monstruo
con olas de alturas bravas,
que hacían del barco la nada,
con almas que se escondían arrodilladas,
rogando por sus vidas,
que el mar anhelaba.
Me miró a los ojos y se lanzó al agua,
con la fe de ser rescatado por la balsa
que un pesquero feroz lanzó al mar
para salvar las vidas
que en el barco habitaban.
Mis ojos quedaron fijos en ese cuerpo
que caía desde el abismo
de una altura desmesurada,
de un barco gigante
a merced de olas bravas,
conteniendo nuestras vidas
y todas nuestras esperanzas.
Mi alma se estremeció
sabiendo que el hombre no estaba.
Se lo llevaron las olas,
lejos de mi mirada.
¡Debía lanzarme al mar!
¡Antes que la negrura llegara!
Agarré con fuerza mis hombros:
—¡Tírate al agua!
¿No sientes que tu vida se acaba?
¡Ya no queda tiempo de nada!—
Mi cuerpo se hundía
como piedra sin alma.
La oscuridad me envolvió
mientras el agua inundaba
cada rincón de mis pulmones,
que sin aire quedaban.
¡Braceaba desesperada!
Para que no me tragara la mole,
ese barco que se inclinaba
sobre mi cuerpo,
entre las olas bravas.
La balsa pequeña mi vida salvó,
uniéndome a otras almas,
menos la de aquel hombre
que me miró a los ojos
y se lanzó al agua,
llevándose consigo
parte de mi alma.
Nota de la autora:
El barco inclinado
parecía debatirse entre la vida y la muerte.
El mar rugía con olas gigantes,
más altas que los sueños,
más hondas que el miedo.
Sin tierra a la vista,
la tempestad arrastraba su carga
y con ella el destino de tantas almas.
Aquel instante detenido en la fotografía
es la frontera entre el antes y el después,
entre la esperanza y la tragedia,
entre lo que el mar arrebató
y lo que el alma guardó para siempre.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
El barco se distingue por su tono narrativo y visualmente potente.
El poema avanza como una secuencia cinematográfica, donde cada estrofa actúa como un plano emocional. La descripción del desastre combina precisión sensorial (“el suelo se tornó pared y la pared, mi cama”) con un lenguaje simbólico (“el mar se erigió en un monstruo”).
El uso de los imperativos (“¡Corre!”, “¡Tírate al agua!”) intensifica el dramatismo y sumerge al lector en el caos del momento. El ritmo es ágil, sostenido por versos cortos que reproducen la respiración entrecortada del miedo.
La última parte del poema, en cambio, se abre al duelo: la autora convierte la pérdida del otro en un acto de comunión espiritual (“llevándose consigo parte de mi alma”). Así, la obra transciende la anécdota personal y se transforma en un canto a la memoria, la resistencia y la humanidad frente al abismo. -

TRAS LA VIDRIERA
Fotografías y textos de
Introducción:
Este poema se adentra en la observación silenciosa del mal que habita en lo cotidiano, ese que se oculta tras apariencias pulidas, detrás de los muros y los cristales de una falsa transparencia.
Tras la vidriera se convierte en metáfora del límite entre lo que se muestra y lo que se calla, entre la luz y la sombra humana.
La autora nos sitúa frente a una escena cargada de densidad moral y emocional, donde la mirada es testigo y cómplice, pero también refugio ante la malicia que se gesta tras el cristal.
TRAS LA VIDRIERA
Tras la vidriera,
un mundo inmenso
carga las vidas ajenas:
de devenires,
de luces oscuras,
de falsas palabras
construyendo maldades
que comerá la hiena.
Amalgamas de gentes
sin notar la presencia
de unos ojos que escudriñan
tras los visillos,
tejidos con largos hilos
de podredumbre y miserias.
Cuando la mirada se torna malicia,
cuando la respiración se envenena,
cuando cae la noche negra,
llega la hora de retornar
junto a la vidriera,
para contemplar el rostro
del monstruo que acecha,
tras los muros lamidos
por la mala sangre
de quien habita en ella.
La respiración se hace densa,
hasta nublar el cristal
que lo atraviesa.
Las voces se acercan
con pisadas lentas,
anunciando pesares
entre tinieblas.
Ojos de mala gente,
alimentando entrañas
que escupen falsedades
sobre el infierno
que espera paciente
a las malas lenguas.
La luz del día
espanta a la hiena,
rompiendo el hechizo
de amargas vidrieras.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
Tras la vidriera es un poema de profunda carga simbólica y moral. En él se percibe una atmósfera de vigilancia, de desconfianza hacia lo humano, donde las apariencias
—representadas por la vidriera— no logran contener la corrupción. El poema oscila entre lo contemplativo y lo acusatorio, entre la denuncia y la introspección.
El uso de imágenes como la hiena, los muros lamidos o los visillos tejidos de podredumbre aporta una fuerza expresiva intensa, casi pictórica, que deja ver el trasfondo oscuro del alma social. La autora utiliza una cadencia sobria, con versos que respiran a través del silencio y la tensión, logrando una poética visual de contrastes: luz y sombra, verdad y máscara, interior y exterior. -

UNA SOLA META
Fotografías y textos de
Introducción al poema:
Este poema reflexiona sobre la ambición y la búsqueda de sentido en la vida.
La protagonista, inmersa en una carrera sin pausa hacia un objetivo grandioso, descubre que la verdadera plenitud no reside en alcanzar metas lejanas, sino en saborear los pequeños logros del día a día. Es un poema sobre el despertar interior, el equilibrio y la reconciliación con uno mismo.
UNA SOLA META
Quiere alcanzarla,
a toda costa la irá trazando;
es una meta gigante
que la llevará por caminos
de esfuerzos titánicos.Lo sabe,
serán muchos los años
que necesitará
para alcanzar la cima
de un propósito tan alto.Trabaja duro,
vive esclava para lograrlo.
Los días van pasando,
se convierten en años.Un día cualquiera
frena de golpe,
sintiendo el fracaso.De—¿Qué estoy haciendo?
¿Esto es lo soñado?
Ya no quiero dejarme la piel
en sueños imaginados.
Quiero tener metas
que alcance a diario.La suerte la acompañó
poniendo ante sus ojos
a un monstruo llamado fracaso.Ahora vive construyendo sus días
poco a poco,
paso a paso.Cada mañana siente
el aire fresco,
la luz del día,
los abrazos.Cada día atesora
las buenas y pequeñas cosas
que vive a diario,
que sirven de muros
al devenir
de las tristezas y los fracasos.Su cabeza reposa sobre la arena,
ante un mar de azules claros.Respira hondo la brisa,
el aroma a sal,
evocando recuerdos
que visten su alma cada día,dejando vagar su rastro.
Cosas pequeñas
que va apilando,
que dan altura de miras
y goce
a su vivir diario.© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
El poema “Una sola meta” transmite con claridad la evolución emocional de su protagonista: del ansia por conquistar grandes sueños al redescubrimiento del valor de lo cotidiano. La estructura versal pausada refuerza el contraste entre la prisa del inicio y la serenidad del final.
La autora logra un tono íntimo y sincero, casi confesional, que conecta con la realidad.
El recurso de la repetición —“cada día”, “poco a poco”— enfatiza la transformación interior, y la metáfora del “monstruo llamado fracaso” aporta fuerza simbólica al cambio de perspectiva.
El cierre es claro y sereno: una reivindicación de la calma, del presente y de la belleza en lo simple. Es un poema de madurez vital, con resonancias universales y hondura emocional.