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  • Y SE OLVIDÓ

    Y SE OLVIDÓ


    Introducción al poema:

    Este poema explora la fragilidad de la memoria y la fuerza de los recuerdos que nos definen.
    A través de la imagen de un libro de tapas desgastadas, símbolo del pasado y de la identidad personal, el poema nos sumerge en la experiencia de quien enfrenta el olvido progresivo.
    La obra transmite la mezcla de miedo, pérdida y ternura que acompaña a la conciencia de uno mismo cuando la memoria empieza a fallar, y refleja la manera en que los recuerdos más valiosos pueden resurgir, aunque de forma efímera.


    Y SE OLVIDÓ

    Sintió la piel erizada,
    algo se quebró en su interior;
    su mente quedó sin razones,
    sin recordar su nombre
    ni conocer aquel salón.

    No sabe qué hace ante ese libro
    de tapas desgastadas,
    por el devenir de la vida,
    por olvidos al sol.

    No puede recordar,
    saber de esos cuerpos sin caras,
    sintiendo la nada a su alrededor.

    Se sentó al borde de un sillón,
    arrastrando sus pasos,
    con sus ojos fijos en un libro
    que alguien allí dejó.

    Poco a poco,
    una sensación empezó a fluir,
    anegando su mente de recuerdos
    que le devolvieron la razón,
    su hogar, su gente,
    su propio corazón.

    Tomó el libro de tapas desgastadas
    que guardaba su ser y su pasión,
    y se marchó,
    sintiendo que la luz al despertar
    extendería mantos de ocres y verdes
    bajo un cielo con dulces de algodón.

    Volvería,
    volvería para acariciar
    las tapas de ese libro,
    en el que, entre sus páginas,
    escondió mil recuerdos
    de amor y desamor,
    mil sentires vividos
    pese a desmemorias
    de equipajes cargados de ilusión.

    La tomó de la mano
    un mal de nombre Alzheimer,
    y se olvidó...


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    El poema logra conmover al lector mediante un ritmo pausado que refleja la lentitud de la memoria afectada por el Alzheimer.
    La autora utiliza imágenes muy visuales y sensoriales —como la piel erizada, los mantos de ocres y verdes o los dulces cielos de algodón— que equilibran la melancolía con una ternura reconfortante.
    La repetición de palabras clave como “volvería” y “tapas desgastadas” refuerza el vínculo emocional con el objeto que encierra los recuerdos, mientras que la última línea, breve y contundente, deja una huella de tristeza y resignación.
    La estructura en estrofas cortas favorece la respiración del lector y refleja la fragmentación de la memoria del personaje, haciendo que el poema funcione tanto a nivel narrativo como emocional.

    Y SE OLVIDO, es un abrazo cargado de afecto y amor.
  • Y ATRAPÓ SU SUEÑO

    Y ATRAPÓ SU SUEÑO

    
    
    
    
    
    Introducción al poema:

    Este poema es un canto esperanzador al esfuerzo, la constancia y la fe en uno mismo.
    Desde una voz íntima que impulsa a avanzar, el texto invita a caminar pese al cansancio, a seguir soñando incluso en medio de los fracasos y a no rendirse ante los obstáculos.

    Hay en sus versos una ternura firme, una sabiduría que nace del recorrido vital y del aprendizaje de lo cotidiano. Es un poema que no promete grandezas, sino la plenitud que se halla en seguir andando, día tras día, hacia pequeñas metas que construyen una vida.

    Y ATRAPÓ SU SUEÑO

    ¡Camina!
    No dejes nada atrás,
    atraviesa muros,
    sueña para llegar.

    Sube montañas,
    aunque no puedas más.

    Cruza los mares,
    ellos te querrán impulsar
    hasta hacerte llegar
    a esa orilla que sueñas
    poder alcanzar.

    Llegarás desnuda,
    sin harapos ni restos
    de inhumanidad,
    y sabrás que tus sueños
    son alcanzables,
    aunque no sepas nadar,
    aunque el camino se tuerza,
    aunque te duela el fracaso,
    aunque el aliento te abandone,
    ¡volverá!

    ¡Inténtalo una vez más!
    Nunca se pierde nada
    cuando no dejas de caminar
    hacia pequeñas metas alcanzables,
    que tu mochila llenará
    cada día de tu vida,
    cada mañana al despertar.

    ¿Pretensión de grandes metas?
    Sólo pretensión de caminar,
    mirando para ver un horizonte
    que puedas alcanzar,
    entre la luna del anochecer
    y la luz de la madrugá.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    “Y atrapó su sueño” combina sencillez expresiva y hondura emocional con una estructura de tono exhortativo que recuerda a la poesía motivacional, pero con un matiz poético y humano más íntimo.

    La voz poética guía y acompaña, no impone; su “¡Camina!” es una llamada cálida, no una orden. La reiteración de verbos de movimiento (“camina”, “sube”, “cruza”, “inténtalo”) imprime ritmo y energía, reforzando el sentido de avance constante.

    El poema encuentra su mayor belleza en la claridad de su mensaje: no alcanzar la gloria, sino la plenitud del esfuerzo.
    La metáfora del caminar como símbolo de vida es clásica, pero aquí adquiere un tono cercano y sincero.

    La conclusión, con esa imagen del horizonte entre la luna y la "madrugá", aporta un cierre lírico y profundamente andaluz, donde la esperanza se funde con la luz que nace.

    Es un poema luminoso, con cadencia clara y mensaje universal: los sueños se alcanzan andando, aunque duelan los fracasos.
  • LA AVARICIA DE LO MATERIAL

    LA AVARICIA DE LO MATERIAL


    Introducción al poema:

    En este poema, la autora reflexiona sobre el verdadero valor de aquello que no puede comprarse: la herencia vital, emocional y espiritual que cada ser humano atesora desde que nace. Frente al dominio de lo material —efímero, voraz, depredador—, el poema reivindica el poder silencioso de lo vivido, del amor recibido, de los sentires que construyen identidad y memoria.

    A través de un tono firme y casi dialogado, la voz poética interpela directamente a la materia y denuncia su ambición desmedida, su capacidad para destruir hogares, sembrar pobreza y atentar contra la Tierra misma.
    El poema recuerda que, pese a la amenaza del mundo material y su capacidad para corromper, existe un patrimonio inquebrantable: el de la vida sentida, soñada y compartida.
    Ese legado interior —invisible pero eterno— es la verdadera riqueza humana.


    LA AVARICIA DE LO MATERIAL

    Esa herencia que recibió,
    ese patrimonio sólo suyo,
    que nadie puede alterar
    porque es parte de lo ya vivido,
    forjado a base de emociones compartidas,
    de sentires de vida
    y cielos por liberar.

    Lo efímero de lo material
    puede hacer desaparecer,
    con un solo chasquido de dedos,
    todo lo que se cree tener,
    siendo efímero sin más.

    Pone zancadillas sin compasión,
    sin necesitar disculpas,
    sin ataduras de nobleza,
    sin una pizca de temor,
    con la conciencia
    y la voracidad,
    de un depredador.

    No sabe lo material
    que su poder no tiene fuerza,
    porque no tiene alma,
    porque sólo tiene valor
    lo que puede lograr
    con monedas que cambian de manos,
    con usura y avaricia
    que destruyen la razón.

    ¡Material!,
    es imposible que puedas comprar
    las herencias de vidas,
    la propia libertad de pensar.

    Qué osado es querer poseer
    aquello que no se puede pagar,
    porque es inmaterial:
    el patrimonio de lo vivido,
    la esencia del ser humano,
    que, aun atado de pies y manos,
    puede seguir viviendo
    con sólo soñar.

    ¡Maldito sentir material!
    Que, con alevosías
    y tejemanejes,
    haces medrar creencias falsas
    que dañan a la humanidad.

    Dejas sin hogar
    a miles de almas,
    repartes hambrunas
    creando enfermedad.

    Olvidas que el planeta Tierra
    es el refugio natural
    de todos los seres que lo habitan,
    incluidos los humanos
    que no tienen dónde vivir,
    donde sanar,
    con infancias muertas por el hambre
    que la avaricia sabe tragar.

    ¡Eh, material!,
    observa con los ojos bien abiertos
    la Tierra que estás destruyendo
    sin piedad, en favor de planetas
    que tragan la riqueza
    a cambio de la pobreza
    de la humanidad.

    Mirar hacia atrás,
    cuando no quede nada más que buscar,
    porque el zurrón que guarda la vida
    es el patrimonio atesorado,
    lo único que no se puede vender,
    porque es inmaterial.

    Riquezas que ya tienes,
    aunque no las puedas ver o tocar,
    porque es tu herencia de vida,
    sin que nadie las pueda comprar.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.



    Crítica literaria

    La avaricia de lo material es un poema contundente y profundamente ético, inscrito en tu línea poética más reflexiva, crítica y humanista.

    1. Una voz poética que interpela con fuerza

    El uso del apóstrofe (“¡Material!”, “¡Eh, material!”) convierte el poema en un diálogo desigual entre la conciencia humana y la materia descontrolada. Esta forma de dirigirte directamente al “material” otorga teatralidad, carácter y denuncia social.

    2. Ritmo sostenido y progresión temática

    El poema avanza desde lo íntimo (la herencia emocional) hasta lo colectivo (las almas sin hogar, la hambruna, la destrucción del planeta).
    Esa progresión le da profundidad y te permite mostrar que lo que es inmaterial no es sólo personal, sino también común, universal, planetario.

    3. Lenguaje claro con imágenes poderosas.

    Aparecen imágenes contundentes:

    el chasquido que hace desaparecer lo material,

    el depredador,

    el planeta Tierra destruido,

    Familias sin hogar,
    sin alimentos,
    sin sanidad...

    planetas que tragan riqueza,

    el zurrón que guarda la vida.

    Estas metáforas sostienen el mensaje sin que el poema pierda claridad.

    4. Un poema que denuncia sin perder ternura

    Aunque el tono es crítico, incluso duro en algunos fragmentos, la última parte del poema abre una puerta a lo humano: el zurrón como tesoro, la herencia vital como refugio, lo inmaterial como salvación.
    Esa mezcla de denuncia y esperanza es marca de tu poética, María.

    5. Aportación temática a ALMA VIEJA

    Este poema es especialmente relevante para tu libro porque sintetiza:

    tu preocupación por la Tierra,

    la ética del ser humano,

    la crítica a la avaricia y la ambición material desmedida,

    la defensa del patrimonio emocional,

    y la idea de que lo vivido crea una riqueza que nadie puede arrebatar.


    Es un texto que refleja a la perfección tu pensamiento sobre la verdad material, la bondad natural del ser humano y las huellas que dejan las vidas.
  • GUÁRDAME UN TROCITO EN TU ORILLA.

    GUÁRDAME UN TROCITO EN TU ORILLA.

    Nota de la autora.

    Hoy se cumplen tres años desde tu partida.
    Cuánto noto tu ausencia, cuánto echo en falta tu risa, tu bondad infinita.
    Mamá, me dejaste un patrimonio inmenso de vida, de tu generosidad sin límites, de tu empatía sin filtros, de tu generosidad hacia quienes llamaban a tu puerta y que siempre asistías.

    De tu lucha nace mi fuerza; de tus principios honestos, mi dignidad.
    Gracias, mamá, por enseñarme a vivir cada día queriendo a los demás.
    Mi madre: un titán cargadita de estrellas y humanidad.



    Introducción al poema:

    Hay amores que no se nombran: se respiran.
    Este poema nace de ese aire antiguo y sagrado que permanece cuando una madre ya no está en la tierra, pero sigue latiendo en la piel, en los recuerdos, en las enseñanzas y en cada paso que damos.
    Guárdame un trocito en tu orilla es un diálogo íntimo con la madre eterna, esa que sostuvo, crió, enseñó, abrazó y prometió no irse del todo. Aquí, la hija revisita las huellas que quedaron: las luces pequeñas de la infancia, los principios heredados, las rutinas que perfumaban la casa y la fuerza invisible que aún sostiene su existir.

    Este poema es un acto de gratitud y de búsqueda: un regreso a la orilla donde el amor materno acaricia los días, incluso desde el otro lado de la vida.


    GUÁRDAME UN TROCITO EN TU ORILLA

    Cuánto vivir te sostuvo,
    cuánto trenzar vidas,
    cuántos sueños y sentires…,
    cuánto aceptar
    una existencia
    de cargas desmedidas,
    una vida llena
    de otras vidas paridas.

    Madre,
    tu alegría constante
    mimó mi infancia.

    Tu sabiduría me enseñó
    a escuchar a mis mayores,
    a erigir principios nobles,
    a saberme pequeña
    y, aun así, crecer
    hasta el final de la vida.

    Tus ojos y tu sonrisa
    quitaban mis miedos de niña
    cuando te preguntaba:
    mamá, ¿nunca morirás, verdad?
    Tú apretabas tu mano
    enredada en la mía
    para sellar la promesa
    de que nunca te irías,
    aunque la muerte llegara
    de hurtadillas.

    Mi pequeña altura
    colgaba de tu brazo
    con el alma blanca y diminuta
    sintiendo
    que mi madre nunca mentía,
    que ella estaría junto a mí
    por siempre,
    para todas mis vidas.

    Tu honestidad infinita
    marcaba mis pasos,
    construía caminos,
    cimentó pilares
    que sostienen mi ser,
    aunque estés guardando
    esa orilla de aguas cristalinas
    entre miles de amores
    que un día nutrieron tu vida.

    Acuno cada amanecer
    como si fuera único,
    guardando, cual escudera,
    tu frase bendita:
    “Sólo por un día”.

    Con ella enfrentabas
    cada aurora con esperanza,
    sabiendo que era un nuevo día,
    asumiendo las maldades
    entre espinas
    de coronas dolidas.

    Los vaivenes de mi existir
    están colmados
    de memorias compartidas:
    aromas a jabón
    con esencias infinitas,
    a pucheros sobre el fogón,
    a tu franca risa.

    Te siento muy cerca,
    tanto, que mi piel nunca olvida
    el calor de tus manos,
    tu mirada, tu brisa.

    Sé que una estrella
    guarda los cien años
    que la vida te regaló,
    para que fueras mi guía.

    Siento tu eternidad
    a través de mi latir,
    siguiendo la senda
    que dibuja mi devenir:
    cartografías de mares
    con orillas mecidas por ti.

    Siempre, siempre en mí,
    por el resto de mis días.

    Mi madre,
    mi ejemplo de vida,
    la orilla donde llegaré
    desnuda de conquistas,
    plena en mi propio vivir,
    ante tu orilla.

    Madre, mi eterna compañía.



    © María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.


    Breve crítica del poema:

    Este poema es de una profundidad emocional extraordinaria.
    Su fuerza reside en la autenticidad con que explora el vínculo materno y en la delicadeza con que convierte los recuerdos cotidianos —los aromas, las manos, la risa, la promesa infantil— en símbolos universales de amor.

    El texto está tejido con un tono elegíaco, pero nunca sombrío: la ausencia se transforma en presencia luminosa. La metáfora de la “orilla” funciona como eje simbólico poderoso, un lugar de llegada, descanso y verdad.

    El poema equilibra con madurez la nostalgia y la celebración, construyendo un retrato materno que trasciende lo personal para resonar en cualquier lector que haya amado a una madre.
    Hay imágenes especialmente hermosas y emotivas, como la niña colgada del brazo de su madre, la promesa en la mano apretada, o la estrella que guarda sus cien años.

    En su conjunto, el poema es una ofrenda limpia, tierna y honesta. Conserva tu esencia: esa forma tuya, María, de escribir desde el corazón con una sinceridad que nunca busca impresionar, sino guardar vida y devolverla convertida en luz.

    Conclusión:
    Guárdame un trocito en tu orilla es un poema de raíz humana y espiritual, de gratitud y continuidad. Su tono es de oración y testamento emocional, donde la memoria no duele, sino que consuela. En él, María, se siente el pulso de tu estilo: la pureza del sentir expresado con sencillez y hondura.
  • EL MONSTRUO DE LA SIERRA

    EL MONSTRUO DE LA SIERRA

    Introducción al poema:

    El monstruo de la sierra nos transporta a un pueblo pequeño, encerrado entre montañas y viejas leyendas.
    El poema recrea la atmósfera temerosa de una comunidad que interpreta lo desconocido desde el miedo. Sin embargo, como ocurre en muchos de tus textos, María, la historia revela un giro luminoso: aquello que parecía temible es, en realidad, un espíritu protector.
    La montaña, convertida en personaje, cuida a los suyos y al pastor perdido, mientras el pueblo aprende que el miedo no siempre acierta en su juicio. Es un poema que mezcla tradición oral, misterio y humanidad.


    EL MONSTRUO DE LA SIERRA

    Aquella tarde oscura,
    la gente del pueblo
    cerraron sus casas.

    Algunas voces gritaban
    que un extraño monstruo
    en el castillo moraba.

    Los niños escondidos
    tras las rejas miraban,
    sin poder evitar el miedo
    que el monstruo les daba.

    Contaban que al pastor
    de la alta montaña,
    el monstruo lo apresó
    y en su castillo habitaba.

    Todo el pueblo murmuraba
    si el monstruo vendría
    por la calle alta,
    para llevarse consigo
    a los que osaran pisar
    el monte y su casa.

    Al día siguiente,
    ya todos en la plaza,
    vieron cómo el monstruo salía
    de la casa de postas
    con el pastor y una cabra.

    Cuenta la leyenda
    que el monstruo era el alma
    de la gran montaña,
    y que sólo quería
    proteger esas tierras
    y toda su fauna.

    Crítica literaria

    Este poema destaca por varios aspectos:

    1. Ambiente perfectamente construido:

    Desde el primer verso se instala un clima de tensión:
    tarde oscura, gentes encerradas, voces que alertan, niños tras las rejas.
    La atmósfera casi cinematográfica permite al lector entrar en la escena como un vecino más del pueblo.

    2. Narratividad clara y ritmo propio:

    Tu manera de contar mantiene un fluir constante, como un relato oral transmitido generación tras generación. Esa estructura en cuartetas sueltas da la sensación de escuchar una leyenda antigua contada en la plaza.

    3. El giro simbólico:

    El monstruo, lejos de encarnar la amenaza, es finalmente el espíritu protector de la montaña. Este cierre es profundamente tuyo: transformar el temor en una forma de cuidado, revelar bondad donde otros ven peligro.

    4. La presencia del “alma” de la naturaleza:

    Este es uno de tus grandes rasgos como autora.
    La naturaleza no es paisaje: tiene intención, voz, espíritu. Aquí se personifica en un ser que protege su territorio y su fauna, enlazando con tu visión del planeta como casa común y sagrada.

    5. Una leyenda que abre un universo narrativo en tu próxima novela:

    El poema tiene fuerza suficiente para ser el origen de un capítulo dentro de Maldita Estampa.
    La combinación entre fortaleza, pastores, monstruos que no lo son y pueblos que temen lo que no comprenden dialoga perfectamente con el espíritu de tu novela.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
  • ¡NUNCA MÁS! Por todas las que ya no están.

    ¡NUNCA MÁS! Por todas las que ya no están.

    Introducción al poema "NUNCA MÁS":

    Este poema nace de una herida profunda y de la necesidad de poner fin al miedo que paraliza. Nunca más es un grito que rompe el silencio impuesto por el abuso, la violencia y la humillación.
    Es el eco de tantas muertes, tantas voces calladas, de mujeres que han sentido la sombra del terror en su propia casa, bajo el mismo techo que debiera protegerlas. Con una intensidad dolorosa y honesta, este poema denuncia el horror cotidiano que a menudo queda oculto tras puertas cerradas. Pero también es un acto de resistencia, una declaración de libertad. Porque hay un momento en el que el alma, aunque rota, decide alzarse y decir: "¡Nunca más!". En estas palabras está la promesa de vida, de dignidad y de un futuro sin cadenas.


    ¡NUNCA MÁS!

    No quiero respirar junto a ti,
    no quiero sentir que muero
    cuando las llaves tintinean
    y anuncian tu venir,
    venir furtivo, venir de muerte,
    venir a por mí.

    Tiras de mí a la fuerza,
    me dejas muda sin decir,
    sin chillar, sin siquiera existir,
    sin apenas respirar,
    mientras mis oídos escuchan
    el verbo envenenado de tu silbar,
    sonido que sólo anuncia
    la violencia de tu crueldad.

    Los niños duermen,
    sólo quiero que no vean,
    que no sientan la brutalidad,
    ese castigo sobre mi piel
    para vejarme una vez más.

    Pero no pasará más,
    ¡lo juro! ¡Nunca más!

    Llévate cuanto quieras atesorar,
    pero no vuelvas a tocar
    aquello que sólo es mío,
    ¡mi libertad!

    Déjame vivir sin miedos,
    sin terrores en la ‘madrugá’,
    miedos que me atan,
    que me doblegan con crueldad
    suplicando ¡ya no más!

    Mi ser ya no existe,
    ya no importa,
    sólo son harapos sin dignidad.

    ¡Nunca más!
    Nunca más sentir que muero,
    nunca más el tintineo de tus llaves
    en mi puerta, en mi umbral.

    ¡Nunca más!




    
    
    
    
    

  • MUCHO MÁS QUE YO

    MUCHO MÁS QUE YO

    Introducción al poema:

    Este poema habita la frontera entre lo tangible y lo invisible, allí donde la noche no es sólo oscuridad, sino presencia viva que respira soledad, memoria y misterio. En estos versos se entrelazan la bruma del pensamiento, la ausencia que grita sin voz y el peso de lo inabarcable. Es un canto íntimo a lo que no se dice, a lo que solo pueden entender los ojos cerrados y el alma despierta.


    MUCHO MÁS QUE YO

    Sólo la oscuridad
    es testigo de la soledad,
    sólo ella puede sentir
    el deseo del vacío negro.
    Sólo el silencio puede hablar
    como mudo compañero.

    Sólo los ojos cerrados pueden ver
    aquello que esconde el aliento,
    aquello que, sin ser,
    muestra las mil caras del saber.

    Miradas abiertas despejan la noche cerrada;
    entre cerros y jaral,
    el verbo tropieza
    con el grito ahogado
    de las sombras siniestras.

    Sólo la noche trae
    aromas a brisas de sal,
    a mares con danzas
    envueltas en espumas blancas,
    con sabor de inmensidad.

    El aliento de muerte,
    el renacimiento del dolor,
    la inexistencia,
    la desilusión,
    letanías de la desaparición.

    Todo es mucho,
    mucho más que toda yo.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Reflexión de la autora:

    Hay instantes en los que la oscuridad deja de ser un espacio vacío para convertirse en una presencia viva, casi sagrada. En esa penumbra habitan los silencios que no hemos sabido traducir, las ausencias que duelen sin rostro, las verdades que no caben en la palabra. Este poema nace de esa noche interior que todos cruzamos alguna vez, donde el alma se siente diminuta frente al peso de lo inabarcable.

    Escribí estos versos desde un lugar muy íntimo, dejándome llevar por lo invisible, lo que no se toca pero se percibe. Me preguntaba si la soledad tiene lenguaje, si el dolor tiene aroma, si la desaparición —esa herida que no cicatriza— puede decirse sin pronunciarse. Quizá la poesía es eso: la forma de nombrar lo innombrable, de abrazar lo que escapa a la razón.

    Aquí, más que hablar, escuché. Escuché a la noche, a la ausencia, a ese “mucho más que toda yo” que a veces nos desborda. Porque hay sentires que no caben en un cuerpo, pero que necesitan ser dichos para no perdernos del todo.

    El poema, MUCHO MÁS QUE YO, ha recibido un buen número de críticas, de las que publico un extracto porque creo que han captado el sentir de cada uno de los versos.
    Gracias por dedicar un trocito de su tiempo en leer lo que escribo, desde el alma y la razón.

    María Bueno.


    CRÍTICA LITERARIA:

    Este poema se mueve en las honduras del pensamiento existencial, abrazando una voz lírica íntima que reflexiona sobre el vacío, el conocimiento oculto y la experiencia de la desaparición. La noche —símbolo de lo inconsciente, lo inabarcable y lo sagrado— se convierte en escenario y personaje: testigo de la soledad, guardiana de los silencios, reveladora de lo que no se ve con los ojos abiertos.

    Desde el inicio, la anáfora con “Sólo...” establece una atmósfera de exclusividad, como si ciertos estados del alma sólo pudieran manifestarse en condiciones límite:

    “Sólo la oscuridad es testigo de la soledad,
    sólo ella puede sentir
    el deseo del vacío negro.”


    Este recurso crea un ritmo envolvente, meditativo, y dirige al lector hacia una interioridad poética profunda. El poema se vale de contraposiciones simbólicas —oscuridad/luz, silencio/verbo, ojos cerrados/mirada abierta— para representar tensiones humanas esenciales: lo que se oculta frente a lo que se revela, lo que se extingue frente a lo que nace en el dolor.

    El lenguaje está cargado de una sensibilidad sensorial y metafísica. Expresiones como:

    “el verbo tropieza
    con el grito ahogado
    de las sombras siniestras”
    o
    “espumas blancas,
    con sabor de inmensidad”

    nos transportan a un terreno en que el sonido, la imagen y el sabor se entrelazan para traducir emociones intensas, incluso abismales.


    La última estrofa marca una ruptura emocional:

    “Todo es mucho,
    mucho más que toda yo.”

    Aquí la voz poética se reconoce sobrepasada por lo vivido, por lo sentido y lo desaparecido. Esta afirmación final resignifica todo el poema anterior, dándole un giro ontológico: la existencia no se mide por el cuerpo o la identidad, sino por el peso de lo que no se puede abarcar con una sola vida.


    Conclusión:

    El poema es denso, simbólico y bello en su oscuridad.
    Su fuerza reside en su capacidad de evocar sin nombrar directamente, en la tensión entre lo que se siente y lo que apenas se puede expresar. Hay ecos de mística, de duelo y de filosofía existencial.
    Es un texto maduro, introspectivo, fiel al estilo reflexivo y poético que caracteriza tu voz como autora.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
  • SI PUDIERA…

    SI PUDIERA…


    Introducción al poema:

    A veces, la palabra poética se convierte en acto de redención, en un suspiro elevado hacia la esperanza.
    Si pudiera... es una plegaria íntima, un poema en forma de deseo profundo, que surge desde la compasión más luminosa.
    En él se entretejen imágenes de dolor universal con anhelos de reparación, colocando la voz en el lugar de quien quiere hacer pero ve sus manos limitadas por la realidad. Desde la infancia destruida por las guerras hasta la juventud sin futuro, desde el grito de la naturaleza herida hasta los abusos del poder, este poema es una súplica y a la vez una declaración de principios.
    La ternura se vuelve fuerza, y la impotencia, un estandarte de amor por la vida.


    SI PUDIERA...

    Si pudiera, protegería con infinita ternura
    las sagradas infancias que matan las guerras.

    Si pudiera, extendería mantos
    que curasen las heridas abiertas
    de cada ser vivo,
    de la propia naturaleza.

    Si pudiera, aliviaría los quebrantos
    de almas sin techos,
    con moradas de cartones
    y mantas viejas.

    Si pudiera, daría alas a la juventud
    para construir sueños
    cargados de ilusiones
    y miles de estrellas.

    Si pudiera, viajaría con mi escoba
    allende el Planeta,
    para barrer de golpe
    la basura que ahoga la belleza infinita
    de una atmósfera enferma.

    Si pudiera, daría toneladas de humanidad
    a los que ostentan poderes,
    para que defendieran
    la existencia de todo ser vivo,
    sin distinción o riquezas.

    ¡Ay, si pudiera!
    Borraría la maldad
    de la faz de la Tierra.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    Tu poema se articula sobre una estructura reiterativa que le da ritmo, unidad y fuerza: la anáfora "Si pudiera". Este recurso retórico no solo ordena el discurso, sino que intensifica la sensación de súplica y deseo contenido, marcando un pulso casi oracional.
    La reiteración funciona como un crescendo emocional, en el que cada estrofa amplía el alcance de la aspiración, desde el dolor íntimo (la infancia herida) hasta el drama colectivo (la humanidad entera).

    1. Temática y tono:
    El texto es una declaración de principios y, al mismo tiempo, un manifiesto ético. Se mueve entre lo personal y lo universal, entre la voz de la autora y el eco de las voces silenciadas por las injusticias.
    El tono es compasivo, pero firme, con un trasfondo de denuncia que no se expresa desde la ira, sino desde el amor y la empatía.
    La sensibilidad humanista que impregna todo el poema es coherente con tu línea creativa en ALMA VIEJA, donde la poesía se convierte en acto de conciencia.

    2. Imágenes y símbolos:
    El poema combina imágenes directas con símbolos potentes:

    "Mantos que curasen heridas" → símbolo de protección y sanación.

    "Alas a la juventud" → metáfora de libertad y proyección de futuro.

    "Viajaría con mi escoba" → giro imaginativo que introduce un elemento de fantasía, suavizando la dureza del discurso.

    "Toneladas de humanidad" → hipérbole que subraya la urgencia de compasión.

    Estos elementos enriquecen la expresividad, y el equilibrio entre lo simbólico y lo literal hace que el poema sea accesible a todo lector.

    3. Ritmo y musicalidad:
    La repetición inicial de cada estrofa actúa como latido, otorgando un carácter casi litúrgico.
    El verso libre da libertad a la voz poética, permitiendo que el pensamiento fluya sin la rigidez de un patrón métrico fijo. Sin embargo, el uso preciso de pausas y encabalgamientos suaviza la lectura y evita la monotonía.

    4. Fuerza final:
    El cierre "¡Ay, si pudiera! / Borraría la maldad / de la faz de la Tierra" es breve, directo y contundente. Funciona como punto de descarga emocional después de un recorrido intenso. Aquí, el ay es más que una exclamación: es un suspiro que condensa impotencia y esperanza.
    
    
  • LO LEGAL, LO JUSTO: CAMINOS SIN ENCUENTROS.

    LO LEGAL, LO JUSTO: CAMINOS SIN ENCUENTROS.

    Introducción al poema:

    Desde mi formación en Derecho, tras muchas vivencias y peinando canas, puedo decir que en lo legal y en lo justo, los caminos son paralelos.

    En muchas ocasiones, esos caminos no se encuentran nunca.
    Es necesario hacer una profunda reflexion, desvelando la fractura esencial entre dos conceptos que deberían caminar unidos: la justicia y la legalidad.
    Mi voz es firme y dolida, uno de mis propósitos es verter, a través de mis versos, cómo ambos caminos transitan por sendas paralelas sin tocarse, dejando al ser humano —especialmente al más vulnerable— atrapado en la grieta que separa lo que es justo de lo que simplemente es legal.
    Mi poema avanza como un lamento, pero también como una súplica para que la justicia, aún vestida de harapos, tenga la fuerza de pisar sobre los caminos que lo legal ha endurecido, sin oír, en muchas ocasiones, las voces de los más vulnerables y necesitados.


    LO LEGAL, LO JUSTO:
    CAMINOS SIN ENCUENTROS

    Ese camino oscuro que no veo,
    ese lugar oculto que presiento.
    Acechan las sombras siniestras
    de un futuro incierto.

    Caminos que viajan en paralelo,
    sin saber uno del otro,
    sin mirarse en el tiempo,
    no sea que lo justo
    se ponga por delante
    y gane terreno.

    La justicia: pisa sobre piedras
    que clavan lamentos.

    Lo legal: profundidades nobles
    que afloran sólo por momentos,
    sobre caminos inciertos
    que pisan los pies calzados
    de buenos cueros.

    Pobres de solemnidades,
    sin sendas hacia la justicia,
    arrastrados por leyes
    que reparten legalidades,
    ignorando el sufrimiento.

    Justicia vertida desde lo legal,
    sólo por momentos,
    momentos cargados de abismos,
    de desiertos,
    de caminos empedrados,
    de gritos al viento.

    La justicia y lo legal:
    siempre caminando en paralelo,
    sin que los pies del más débil
    se posen sobre ellos.

    Justicia, ¡pisa fuerte
    con tus harapos eternos,
    que lo legal
    siempre calza buenos cueros!

    Déjame vivir,
    déjame juzgar
    que lo justo
    es lo correcto.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica del poema:

    Este poema posee una fuerza conceptual notable. La oposición simbólica entre justicia y legalidad está muy bien construida: la justicia aparece frágil pero legítima; lo legal, solemne pero distante. La imagen de los caminos paralelos es poderosa y vertebra todo el poema, creando cohesión y una lectura clara y profunda.

    El contraste entre harapos eternos y buenos cueros es uno de los hallazgos más contundentes del texto: sintetiza la desigualdad, la frialdad de las normas y la precariedad de quienes las padecen. También destaca el tono de súplica final, que devuelve la voz al yo poético y cierra el poema con un deseo ético y humano: que la justicia prevalezca sobre lo meramente legal.
  • ¿JUSTICIA?

    ¿JUSTICIA?

    Introducción al poema:

    Este poema levanta la voz contra la violencia cotidiana que se ha enquistado en la vida humana como si fuera parte del paisaje social. Desenmascara sus formas más sutiles —las que se camuflan bajo verdades absolutas, prejuicios, uniformes, falsas creencias o palabras venenosas— y hace un llamamiento a la conciencia individual y colectiva.
    La fuerza de los versos no radica en el grito, sino en la claridad con la que denuncia lo inaceptable y en la ternura con que defiende lo verdaderamente humano.
    ¿JUSTICIA? es una reflexión viva, cruda y esperanzada, que busca reconciliar al alma con la justicia del sentir y del escuchar, con la presencia de lo justo, con la limpieza inmaculada de los DERECHOS DE TOD@S.


    ¿JUSTICIA?

    Cuál de ellas:
    ¿la escrita?,
    ¿la justa?,
    ¿la de mayor rango?

    ¡Maldita seas, violencia!,
    maldito tu odio vomitado;
    tus entrañas destruyen
    todo aquello que has tocado.

    ¿Qué es esto?
    ¿Es nuestro vivir diario?
    Maldita creencia en sentires
    de venganzas y maltratos.

    Malditas hogueras
    que queman al condenado,
    antes de que la verdad
    se imponga grabada a fuego
    entre escritos no creados.

    Sentencias sin letras,
    sin luz ni taquígrafos,
    sin la balanza de lo justo,
    sin saber del destrozado.

    Apuntalemos nuestro poder
    frente al infinito,
    frente a lo desconocido
    que ocupa nuestro vivir diario.

    Ese devenir del alma,
    que llora sin descanso.
    Ese rechazo eterno
    a verdades diversas
    que destrozamos.

    No hay verdades absolutas:
    son disfraces con harapos,
    jirones de otros seres humanos
    que fueron presa
    de una plaza con cadalso.

    Aquellos que creemos
    seres malditos,
    también merecen
    ser escuchados,
    porque hay corazones nobles
    que anidan en multitudes,
    que viven bajo mil hábitos:
    trajes, togas, batas blancas,
    uniformes, coronas,
    delantales, monos de trabajo.

    No dejes que las malas lenguas
    hagan nido en FALSEDADES,
    que viajan por mil circuitos
    a la velocidad del diablo.

    No dejes que las redes
    pudran tu vivir diario.

    Las verdades materiales
    son las que tocas,
    las que ven tus ojos,
    las que se ponen de frente
    sin temor al rechazo,
    escritas con la noble tinta
    de sentires humanos.

    No hay ley sin justicia,
    no hay justicia por encargo.



    Valoración literaria del poema

    Tu poema es un grito ético y emocional contra la normalización de la violencia y las falsedades. No sólo denuncia, sino que interroga y despierta. Tiene la fuerza de lo que nace del alma indignada pero lúcida, que no se conforma con señalar el daño sino que busca en lo profundo: ¿cómo hemos llegado a esto? ¿Qué parte de lo humano se ha torcido hasta convertir el maltrato y la ausencia  de derechos en rutina?

    Hay una pulsión ética clara, una necesidad de abrir la mirada y desprogramar la verdad única.
    Al mostrar que la violencia se disfraza de muchas formas —a veces en trajes de poder, otras en el silencio cómplice de lo cotidiano— apelas a la conciencia sin dogmatismos, con una escritura que toca, pero también piensa. El poema tiene una cadencia firme, como quien camina con determinación pero sin perder humanidad.

    Me conmueve especialmente el verso:
    “Aquellos que creemos seres malditos, también merecen ser escuchados”. Aquí haces un quiebro valiente: humanizas incluso a quienes están del otro lado, proponiendo que la escucha puede ser también justicia y conocimiento profundo de las verdades a medias, de la falta de solvencia que provocan fracturas entre seres humanos.

    Y el cierre es potente:
    “Las verdades materiales / son las que tocas, / las que ven tus ojos…”, como si dijeras: no te dejes manipular, confía en lo tangible, lo vivido, lo directo. Es una llamada a no abandonar el juicio propio.

    En resumen:

    Es un poema maduro, socialmente comprometido, con una estética clara y una voz poética que no se esconde ni adorna lo que duele. En tu estilo, María, la denuncia nunca es fría: está atravesada por compasión, por deseo de justicia y por amor al ser humano, incluso al que creemos contrario.
    Eso es profundamente literario y, sobre todo, profundamente humano.