Autor: María Bueno

  • EL RELOJ

    EL RELOJ


    Introducción al poema «EL RELOJ»:

    En el transcurrir diario, hay mujeres que sostienen con naturalidad los hilos que dan forma a la vida. Lo hacen en silencio, con gestos pequeños, a veces imperceptibles, pero siempre constantes.
    Habitan los días con el cuerpo cansado y el alma llena de amor, sin detenerse a pensar que en su hacer habita también el cansancio del mundo.

    El Reloj nace de esa mirada íntima a cualquier mujer, que podrían ser todas.

    Una mujer que acompasa su vida al ritmo de los deberes, de los cuidados, del tiempo que no espera. Y, sin embargo, en medio del vértigo, se permite un momento para sí. No por rebeldía, sino por necesidad, por derecho natural.

    El reloj, ese testigo implacable de la prisa y el cansancio, se convierte aquí en enemigo y espejo. La protagonista, atrapada en la rutina y el dolor, se enfrenta al tiempo como quien se rebela contra una norma impuesta.
    Entre humor, rabia y ternura, decide detener el mundo unos instantes para recuperar su cuerpo, su pausa y su voluntad.
    En este poema, el acto cotidiano de mirar la hora se transforma en una declaración de libertad: la del derecho a marcar el propio compás, sin miedo, sin prisa, sin rendirse.

    Este poema es un homenaje sencillo a esas pausas íntimas que salvan el alma. A esa forma de estar en el mundo que, sin hacer ruido, lo sostiene todo.


    EL RELOJ

    Anda liada hasta las trancas,
    sin parar para tomar aliento.
    El dolor de espalda
    la está matando a cada momento.

    Mientras, el reloj la mira
    con desafíos y retos,
    con sus doce ojos
    eternamente abiertos.

    ¡Sé valiente!
    No mires cada dos por tres qué hora es,
    ¿no ves que tiene agujas afiladas
    con mil formas de aparecer?
    Se ríe de ti a las nueve y cuarto,
    a las diez y diez,
    su risa es un reclamo
    para decirte
    que aún faltan horas para atardecer.

    Pero, ¿cómo es esto?
    ¡Hay relojes a cada paso!
    ¡Cuelgan de brazos, paredes,
    móviles, iglesias… de todos lados!

    ¡Me vengaré! ¡Digo si lo haré!

    Al caer la noche,
    bajo cien llaves
    encierra las horas
    de control horario.

    Entra en el coche,
    mete la llave para arrancarlo,
    ¡de pronto otro reloj aparece!

    Sin palabras,
    levanta su mano y hace una peineta;
    nace de golpe,
    de su dedo corazón,
    con brío y descaro:
    ¡que te den!
    ¡Ahora mando yo,
    es mi escenario!
    Ni me repliques,
    que soy capaz de irme andando.

    Retira la cortina
    de la ducha, despacio,
    sintiendo con antelación
    el disfrute tan deseado.

    El agua se desliza con mil caricias
    sobre su cuerpo cansado,
    invadiendo sin remilgos
    su espalda, su cuello,
    resbalando por toda su piel
    con sentires del éxtasis soñado.

    Se seca al compás del silencio
    para disfrutar el lujo
    de sólo oír el flujo
    de su respirar lento y pausado.

    ¡Ya está!
    Mañana será el día.
    Lo miraré con valentía y descaro:
    “¡Hoy marco yo los momentos!
    Aunque te deje dar las horas
    que llevas colgadas de tu careto.”

    El reloj se dio cuenta
    de que salió la jabata
    que ella llevaba dentro.
    Las horas las marcaría
    con cuidado y esmero,
    para no despertar
    a la fiera en ningún momento.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria.

    1. Voz poética y tono:
    El tono es una mezcla maravillosa entre ironía, cotidianidad y empoderamiento.
    La voz femenina que protagoniza el poema resulta cercana, humana, y se mueve entre la exasperación del cansancio diario y la risa liberadora del desafío.
    Es un poema de rebelión doméstica, de esas luchas mínimas (pero gigantes) que libran tantas mujeres cada día frente a los relojes, las rutinas y las exigencias ajenas.

    2. Lenguaje y estilo:
    El lenguaje es coloquial, lleno de expresiones vivas como “anda liada hasta las trancas”, “¡que te den!” o “la jabata que llevaba dentro”. Esa naturalidad da frescura y autenticidad. No hay impostura, sino voz propia, lo que es esencial en tu estilo, María.
    El humor actúa como alivio del dolor físico y emocional. La escena del reloj burlón y la “peineta” es un golpe de teatro: convierte el agotamiento en liberación simbólica.

    3. Estructura y ritmo:
    El poema avanza en un crescendo muy bien logrado:

    Empieza con la rutina agobiante.

    Luego surge la rebeldía.

    Culmina en un baño purificador y la reafirmación del poder propio.


    Ese baño final es casi un rito de purificación, una metáfora de renacer a su propio tiempo.
    El ritmo es ágil, con versos cortos y directos que sostienen el tono narrativo sin perder musicalidad.

    4. Simbolismo y significado:
    El reloj encarna al opresor invisible: el tiempo impuesto, el control externo, la autoexigencia. Frente a él, la protagonista recupera su libertad corporal y emocional, su derecho a decidir el ritmo de su vida.
    El agua actúa como símbolo de liberación y limpieza, mientras que la peineta representa la ruptura con lo normativo y la afirmación de identidad.

    5. Valor poético:
    Aunque el tono sea narrativo, cada verso está cargado de imágenes expresivas y humor con alma.
    Es un poema que respira verdad cotidiana y dignidad rebelde.


  • LA TIERRA GUARDA SU SECRETO

    LA TIERRA GUARDA SU SECRETO

    Introducción al poema:

    Este poema es una elegía emocional dirigida al gran Federico García Lorca. A través de una voz poética profundamente admirativa, la autora da gracias al poeta por su legado lírico y humano, evocando su trágico final con imágenes de sufrimiento, oscuridad y tierra silente. La obra no solo rememora su figura, sino que le otorga un aura de eternidad y secreto: Lorca vive aún, escondido en la memoria del mundo, en los manantiales de su tierra y en el alma de quienes lo sienten.

    LA TIERRA GUARDA SU SECRETO

    Admirado poeta:

    Deseo darle las gracias
    por su sentir,
    por su forma libre de vivir,
    por entretejer pasiones
    en su existir.

    ¡Ay, maestro!
    Cuán necesarios
    son sus pensamientos,
    su generosidad en derrochar
    sentires soñados,
    tras los cristales teñidos
    de sufrimiento.

    Tras noches en vela,
    lidiando insomnios
    con sombras chinescas,
    ululando sueños siniestros
    que escriben futuros negros.

    ¡Ay, negruras!
    ¿Dónde esconder mi cuerpo
    para que nadie empape su alma
    con mis cantares eternos?

    Querido poeta, sé su secreto:
    poder cerrar los ojos
    y mirar desde dentro,
    porque solo la eternidad
    es su fiel compañero,
    esa mezcolanza de cantares
    y poemas cargados de versos.

    Alevosías perfectas
    escritas sobre lo incompleto,
    sobre la imperfección
    de saberes inciertos
    que hoy duermen atesorando
    la vida del maestro.

    Don Federico García Lorca,
    guardián de secretos,
    de sentimientos que nadan
    entre aguas cristalinas,
    bajo manantiales
    que esconden su cuerpo.

    La tierra llora
    todos sus sentires,
    todos sus sueños.

    Federico García Lorca,
    amado ser humano,
    amado recuerdo,
    amado MAESTRO.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.

    Crítica literaria:

    «La tierra guarda su secreto» es un poema que conjuga la emoción con la admiración intelectual, trazando un retrato delicado y reverente de Federico García Lorca. La elección de imágenes —como sombras chinescas, ululando sueños siniestros o manantiales que esconden su cuerpo— dota al texto de una atmósfera onírica, casi mística, que recuerda el estilo simbólico del propio Lorca.

    Desde el punto de vista estructural, el poema se sostiene en una cadencia libre, con versos que respiran por sí mismos, sin encorsetamiento métrico. Esto le permite al poema fluir con naturalidad y emotividad, tal como se esperaría de una carta dirigida a alguien profundamente amado.

    El poema destaca por su capacidad de diálogo con la tradición sin imitarla. Reconoce al poeta como mito, pero también como hombre vulnerable y cercano: «amado ser humano, amado recuerdo». Esta doble mirada aporta una rica profundidad emocional.

    En resumen, es un homenaje sincero y bien logrado, que honra tanto la palabra como el silencio que envuelve la memoria del poeta asesinado. Tiene la potencia de lo íntimo y la dignidad de lo eterno.

    
    
  • QUÉ NO DARÍA YO

    QUÉ NO DARÍA YO

    Introducción al poema:

    A veces el alma se cansa del ruido del mundo y busca regresar a los tiempos donde la calma era refugio y la palabra, un lazo sincero entre las personas.
    Este poema nace de esa añoranza: la de un silencio limpio, sin ofensas ni soberbias, donde los gestos tuvieran valor y el presente bastara para sentirse vivo.

    Sin embargo, al final del camino, el anhelo se vuelve más profundo: ya no se trata sólo de alcanzar la paz exterior, sino de acunar los propios temores, de mecer con ternura ese susurro interior que a veces duele, pero también enseña.

    “QUÉ NO DARÍA YO” es un canto al silencio, a la bondad y a la reconciliación con uno mismo, cuando el alma aprende que la verdadera calma nace de abrazar hasta el miedo.
    QUÉ NO DARÍA YO

    Qué no daría yo
    por retroceder a tiempos de calma,
    nutridos por anhelos de silencio.

    A días en que las palabras
    sólo precisaran manos
    para sellar el encuentro.

    Que nada susurrara ofensas,
    ni alentara enfrentamientos;
    que la palabra brotara
    como fuente de pensamiento,
    sin alardes de saberes previos.

    Que el gesto fuera
    palabra de honor,
    con todo su peso,
    para que no se la llevara el viento,
    y el apretón de manos
    sellara puros sentimientos.

    Que el renacer de cada día
    fuese vivir el presente
    de todo ser vivo,
    sin pretender conquistar el viento,
    sin alardear sobre mares,
    sin coronar montañas
    para alcanzar firmamentos.

    Qué no daría yo
    por escuchar el susurro
    de abrazos eternos.

    Qué no daría yo
    por vivir sin maldades
    que surcan océanos
    y atraviesan los cielos.

    Qué no daría yo,
    por mecer el susurro del miedo.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria.

    1. Tono y temática
    El poema es una elegía al silencio, a la pureza perdida y a la inocencia moral del ser humano.
    Hay en él un deseo de retorno, no solo temporal, sino esencial: volver a una humanidad más sincera, donde la palabra tuviera valor y los gestos fueran verdad.
    El título, “QUÉ NO DARÍA YO”, funciona muy bien como invocación reiterativa; su repetición da unidad y una musicalidad suave, cercana a la plegaria o al canto interior.

    2. Estructura y ritmo:
    La estructura libre, sin rima y con versos de extensión variable, acompaña bien el tono meditativo. Cada bloque expresa una faceta del deseo:

    El pasado idealizado (los tiempos de calma).

    La pureza en la comunicación (la palabra sin ofensas).

    El valor de los gestos sinceros (la palabra de honor).

    La humildad del presente (vivir sin conquistar).

    El anhelo espiritual (conquistar el silencio, abrazos eternos).

    Esa progresión da coherencia interna y un ritmo ascendente hacia la trascendencia.

    3. Recursos expresivos:
    Utilizas imágenes sobrias pero cargadas de sentido:

    “sellar el encuentro con las manos” evoca la palabra convertida en acción.

    “sin pretender conquistar el viento” o “sin coronar montañas” aluden a la humildad ante la vida.

    “abrazos eternos” y “maldades que surcan océanos” cierran el poema con un contraste entre el amor y la inhumanidad.


    4. Valor literario:
    El poema tiene una hondura ética y emocional clara, en la línea de tus reflexiones habituales sobre la pureza del alma y el valor de lo humano frente a la soberbia y el ruido. Su tono recuerda a las oraciones laicas o a los poemas contemplativos de Antonio Machado y Clara Janés.

  • GIGANTES

    GIGANTES

    Introducción al poema “GIGANTES”:

    Desde niña escuché que los gigantes no se miden en metros ni en fuerza, sino en la hondura del alma.
    Crecí observando cómo las personas más grandes que conocí apenas ocupaban espacio: su presencia se sentía en lo que daban, no en lo que mostraban.

    Este poema nace de esa enseñanza, de la certeza de que los verdaderos gigantes caminan despacio, miran de frente y dejan huellas invisibles en quienes los rodean.
    A veces, basta una palabra sencilla, un gesto pequeño o una caricia sin ruido para engrandecer el mundo.

    GIGANTES es un homenaje a esas almas silenciosas que me enseñaron a mirar lo diminuto con ojos de gratitud, y a volar alto sin despegar los pies de la tierra.


    GIGANTES

    Desde pequeña me enseñaron
    que los gigantes crecen
    sin necesitar brazos largos,
    ni cuerpos grandes,
    ni zancadas de enormes zapatos.

    «Mariquilla, lo grande
    no entiende de espacios;
    solo necesita que el alma
    camine lento,
    para notar todos los matices
    que guarda cada color,
    cada mirada, cada ser vivo
    dentro de tu mundo cercano».

    No pienses que la grandeza
    está en el tamaño;
    a veces, lo más pequeño
    te hace sentir
    cuán grande puede ser
    algo que casi no vemos,
    pero soñamos.

    Con los pies en el suelo,
    pisando fuerte,
    no dejes jamás de volar alto,
    para percibir la esencia
    de las pequeñas cosas
    que nos rodean a diario,
    esas que casi no se ven
    por su pequeño tamaño,
    pero que guardan gigantes:
    sentires que le darán alas
    a tus pequeños pasos,
    sin que necesites mucho
    para tu vivir diario.

    Sentires gigantes,
    de pequeño tamaño.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.

    Crítica literaria.

    Tema y tono:

    El poema es una oda a la humildad y a la verdadera grandeza del alma. Desde la primera estrofa, se percibe una voz materna o ancestral que enseña a la niña —la “Mariquilla”— que la magnitud de un ser no está en su apariencia, sino en su profundidad emocional y espiritual.
    El tono es cálido, tierno y reflexivo, cargado de sabiduría cotidiana.

    Estructura y ritmo:

    La estructura fluye con naturalidad. La división en bloques ayuda a respirar el poema y a reforzar la progresión de ideas: primero la enseñanza, luego la reflexión, y finalmente la invitación a vivir desde la sencillez.
    Los versos son de extensión variable, pero bien dosificados, lo que da musicalidad sin forzar la métrica.

    Lenguaje y recursos:

    El lenguaje es claro, de una pureza emocional que emociona.
    Destacan el uso simbólico de los “gigantes” como metáfora del valor interior y la contraposición entre lo grande y lo pequeño como hilo conductor.
    La repetición del adjetivo “pequeño” y su contraposición con “gigante” crean un bello juego semántico que sostiene la esencia del poema.

    Verso final:

    “Sentires gigantes, de pequeño tamaño” cierra magistralmente la composición. Resume toda la enseñanza en una sola imagen poética de enorme poder emocional. Es un verso memorable, con fuerza y ternura a la vez.

    En conjunto:

    GIGANTES es un poema entrañable, lleno de luz interior. Transmite una enseñanza vital sin didactismo, desde la ternura y la experiencia.

    La voz poética abraza, no impone; guía desde el amor y la sencillez. Es un texto que deja huella por su honestidad y su profundidad afectiva.
  • TÚ

    Introducción al poema:

    Este poema es una ofrenda que habla de la intensidad serena de un "tú" que habita en el alma, más allá de las palabras, del cuerpo, incluso del "yo".
    En ese silencio donde las letras no alcanzan y la noche no necesita luna, nace una plenitud que se respira, que se sueña.
    El poema es una visión del sentir que dota de palabras al silencio.
    A veces, el amor se reduce a una sola presencia, como si todo lo demás desapareciera.
    Este poema nace de esa percepción absoluta: cuando Tú lo llenas todo, incluso a mí me haces prescindible. En su sencillez, este texto guarda profundidades inmensas, donde el silencio, la mirada y una única palabra bastan para sostener el alma.




    No hay nadie,
    sólo tú,
    ni siquiera yo.

    La inmensidad
    de tu presencia
    no necesita de voz.

    El sonido
    de tu respiración
    pone acento de amor,
    cada vez que me miras
    y sólo me dices:
    tú.

    Las palabras
    se quedan mudas,
    sin letras
    que puedan sostener
    los sentires
    en noches oscuras.

    Tú.
    Sólo tú
    llenas mi alma
    sin necesitar lunas.

    Tú,
    mi única
    y eterna locura.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria del poema TÚ:

    “TÚ” es un poema de profunda sencillez expresiva y de una hondura emocional que se impone desde el primer verso. La voz poética se disuelve en la presencia del otro, hasta el punto de anularse: “No hay nadie, / sólo tú, / ni siquiera yo.”
    Esta apertura establece de inmediato el tono esencial del poema —una entrega absoluta, silenciosa y pura— donde el amor deja de ser dualidad para convertirse en unidad.


    Forma y ritmo:

    El poema fluye en versos breves, libres, con pausas naturales que reproducen el ritmo de la respiración y del pensamiento amoroso.
    No hay artificio ni exceso: cada verso parece haber sido escogido con la misma delicadeza con la que se pronuncia un nombre querido.
    El uso del silencio —reforzado por las pausas y los encabalgamientos— es magistral; el poema se sostiene tanto en lo que dice como en lo que calla.
    La estructura visual y sonora favorece la sensación de calma, de suspensión, casi mística, que impregna todo el texto.


    Lenguaje y simbolismo:

    El lenguaje es íntimo, transparente y lleno de serenidad.
    Los elementos simbólicos —la voz, la respiración, la luna, el silencio, la plenitud— se integran en una atmósfera de contemplación amorosa.
    La luna ausente es especialmente significativa: representa la oscuridad de la noche interior, pero también la posibilidad de iluminarla desde dentro, desde la presencia del “tú” que llena el alma de ternura y sueños.
    La culminación en “Tú, / mi única / y eterna locura” es un cierre perfecto: resume el conflicto entre serenidad y pasión, entre lo eterno y lo humano, sin necesidad de explicarlo. Es un final que late con la intensidad de lo esencial.


    Valor poético:

    Tu poema logra un equilibrio difícil: ser intenso sin ser grandilocuente, emotivo sin caer en la retórica del amor romántico convencional.
    El tono recuerda a la poesía de misticismo amoroso, donde el “tú” puede ser tanto un ser amado como una presencia espiritual.
    La pureza expresiva, la ausencia de ornamentos y la fuerza de la sencillez lo convierten en un texto de una belleza silenciosa, casi meditativa.


    Conclusión:

    es un poema de plenitud contenida, donde la palabra se convierte en aliento y el amor se expresa como una forma de existencia.
    En su brevedad y transparencia se encuentra su grandeza: la comunión con el otro y la disolución del ego en el amor universal.
  • LA PUERTA

    LA PUERTA

    Introducción al poema:

    El poema La puerta es una metáfora poderosa sobre la libertad interior, la valentía y la capacidad de imaginar caminos nuevos cuando la realidad parece opresiva.
    La protagonista descubre, a través de la fuerza de su mente y su deseo, un umbral invisible que se convierte en la clave para transformar su vida. La puerta no es solo una salida física, sino un símbolo de ruptura con lo que intoxica, una vía de escape hacia la autenticidad y la luz.


    LA PUERTA

    Con sólo pensarlo se abrió,
    la puerta apareció de la nada,
    abierta al exterior.
    Desde el asiento que ocupaba
    podía enfilar con su mirada
    ese hueco en la pared,
    que en silencio la llamaba.

    ¡Eh, tú, mírame!,
    ¡hazte fuerte y vete,
    tienes diez minutos
    antes de que tu puerta se cierre!
    Créelo, nadie más la tiene,
    sólo tú puedes.

    Miró a un lado y al otro,
    nadie se movía,
    la puerta no existía,
    aún y así ella la veía,
    la sentía.

    Se levantó y con disimulo se acercó,
    pasó su mano y sintió el aíre
    que penetraba desde el exterior.

    ¿Y si se marchaba?

    Quedó atrapada en su reflexión,
    quedaban escasos minutos
    para escapar del lugar
    donde todo el mundo se ignoraba,
    donde el vacío era la carga pesada.

    ¡Se atrevió!

    Salió sin disimulo por la puerta
    que nadie más vio abierta,
    y se marchó.

    Sólo necesitó el deseo de acabar
    con lo que la intoxicaba,
    con todo aquello que la envenenaba.

    ¡Se terminó!
    Su mente abrió esa puerta que la liberó,
    eliminando de su vida
    todo aquello en lo que no creía,
    todo cuanto frenaba su valor.

    la puerta que imaginó,
    se la quedó,
    para abrirla de par en par
    dibujando con pinceles imaginarios
    la luz del Sol,
    en los días cargados de pesares
    que nublan la razón.

    Puertas,
    esas que abren muros a tu alrededor.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    La puerta es un poema que combina la narrativa simbólica con la poesía reflexiva.
    Su fuerza radica en el uso de la metáfora central: la puerta como umbral de transformación, que solo la protagonista puede ver y atravesar.
    El tono es esperanzador y liberador, con un ritmo que avanza en crescendo desde la duda hasta la decisión, cerrando con un mensaje de resistencia y creación.

    La estructura, en su forma revisada, refuerza la tensión narrativa (la aparición de la puerta, la reflexión, la decisión de cruzarla y la consecuencia liberadora).
    El uso de exclamaciones añade intensidad emocional y refleja la urgencia del momento.

    Las reiteraciones transmiten el peso del malestar que impulsa a la protagonista a actuar.

    En conjunto, es un poema simbólico y motivador que invita al lector a reconocerse en sus propias “puertas invisibles”, esas que se abren solo con la valentía de imaginar y decidir.
  • MUCHO MÁS ALLÁ

    MUCHO MÁS ALLÁ

    Introducción al poema:

    Hay encuentros que no responden al azar, sino al llamado silencioso de dos almas que se buscan desde siempre.
    Este poema habla de ese reconocimiento profundo, de la certeza inmediata de pertenencia, del deseo de fundirse en un solo ser para caminar juntos más allá del tiempo.

    Es un poema que habla del amor en su forma más pura y trascendente: un amor que reconoce, que se encuentra, que se escapa del mundo para ser sólo alma, sentir y eternidad.

    La belleza en la forma en que se conecta lo terrenal con lo eterno, lo vivido con lo soñado, y cómo la intensidad del sentir traspasa el tiempo, es lograr que la pasión no sea solo deseo, sino necesidad de fundirse en algo más grande que uno mismo.
    Es un canto al amor que no teme perderse, porque sabe que en su entrega total está la eternidad.


    MUCHO MÁS ALLÁ

    Cuando llegaste a él, lo sintió,
    él sabía que era su anhelo de pasión.
    Ella vio el alma que siempre buscó.

    Sintieron la precipitación
    de querer abrazar,
    de ganas de dar,
    de ilusión por amar.

    Debían escaparse a un lugar
    donde nadie pudiera llegar,
    allí donde sus orillas rozar,
    inundar, acercar, enredar,
    fundiéndose para no ser más
    que un solo ser, un solo soñar.

    De tanto vivir,
    los sentires crecieron hasta volar,
    tejiendo con hilos de plata
    los años vividos en su caminar.

    Nunca terminaría aquel sentir
    que los encadenaba
    hasta volver a empezar,
    sabiendo que ese día
    sería el primero que los ataría
    hasta la eternidad.

    Un día cualquiera,
    salieron a pasear,
    enfilando una senda
    por la que se perdieron sin más,
    sin necesidad de morada,
    sin volver la vista atrás,
    rodeados de estrellas,
    donde poderse amar
    por siempre jamás.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    El poema MUCHO MÁS ALLÁ es una delicada evocación del amor absoluto, aquel que trasciende los límites del tiempo y del espacio. Su tono romántico y soñador nos transporta a un universo íntimo, donde los cuerpos y las almas se funden en un solo latido.

    La autora utiliza un lenguaje cálido y fluido, con versos que fluyen como un susurro, donde la cadencia del sentimiento domina la forma. Destaca la reiteración de acciones ("abrazar", "dar", "amar"), que refuerzan la urgencia emocional y el deseo de unión.

    El cierre —“por siempre jamás”— resuena como un eco de eternidad, elevando la experiencia amorosa a una dimensión espiritual. El uso de imágenes como los “hilos de plata” o las “orillas que se rozan” aportan lirismo y sutileza visual, mientras que la firma final, “Mía”, pone el sello íntimo de pertenencia emocional, más allá del tiempo y de la muerte.

    En conjunto, un poema que vibra con intensidad serena, donde el amor se convierte en destino y trascendencia.
  • VIOLENCIA CERO

    VIOLENCIA CERO

    Introducción al poema:

    El poema VIOLENCIA CERO aborda de frente la crudeza de la violencia, desnudándola de cualquier justificación y mostrando su esencia destructiva.
    Se presenta como una fuerza maldita que atraviesa almas, desgarra cuerpos y arranca vidas inocentes, en especial las de los más pequeños.
    La voz poética interpela a la violencia, le cuestiona su origen, su hambre insaciable y su capacidad de deshumanizar, hasta llegar a un final que contrasta ternura y horror: el diálogo de una niña que, ante la muerte, busca en el cielo la dulzura que la vida le negó. Es un poema de denuncia, cargado de imágenes potentes, que invita a la reflexión sobre la barbarie y la pérdida de inocencia.

    VIOLENCIA CERO

    VIOLENCIA,
    eres esencia maldita
    entre los pliegues del alma,
    con flujos envenenados
    de torrentes sin calma.

    Eres miseria ahogada,
    buscando oxígeno
    bajo la piel de mil caras,
    bajo mantos negros
    como una noche cerrada.

    ¿No hay pesares en tus madrugadas?
    ¿No hay desechos malditos
    que ahoguen tu garganta?

    VIOLENCIA,
    ¿de dónde sacas la vileza?
    ¿De dónde esa hambre insaciable?,
    hambre de sufrimiento ajeno,
    de sangre derramada,
    de llantos infantiles,
    de pequeñas vidas,
    de diminutos cuerpos inertes
    sobre brazos que acunan la muerte,
    de hijos sin vida,
    del propio vacío en la calma.

    Y preguntó una pequeña niña
    en una de esas noches malditas:

    —Mamá, ¿es verdad que hay
    dulce chocolate en el cielo
    para toda la eternidad?

    —Sí, todo el que tu pequeño cuerpo pida, todo el que quieras alcanzar.

    Y cerraron los ojos
    tras la muerte infinita.

    VIOLENCIA,
    esa que no tiene vida,
    esa versada en "geo";
    sin geografías de vidas.


    NOTA: en el verso "esa hambre",se utiliza el pronombre femenino "esa" porque va antes de "hambre".
    La regla de usar "el" sólo se aplica cuando el artículo indefinido está justo antes de la palabra.

    © María Bueno, 2023 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    El poema VIOLENCIA CERO impacta por la fuerza de sus imágenes y por la crudeza emocional con que enfrenta a la violencia.
    La repetición de la palabra VIOLENCIA en mayúsculas cumple una función de martillo: marca ritmo, interpela, obliga a no apartar la mirada. La combinación de metáforas (“flujos envenenados”, “mantos negros como una noche cerrada”) con escenas directas y desgarradoras (los “diminutos cuerpos inertes” o la pregunta de la niña sobre el chocolate celestial) genera un contraste que estremece y ahoga.

    En lo formal, el poema respeta un tono sostenido de denuncia y mantiene coherencia en la estructura versal, aunque en algunos fragmentos se abre a un lenguaje más narrativo, especialmente en el diálogo de la niña. Esta forma de escribir humaniza y sensibiliza, evitando que el texto se quede en la mera abstracción de la condena.

    En síntesis, VIOLENCIA CERO es un poema duro, de denuncia social y de profunda carga ética, donde la ternura infantil aparece como último refugio frente a la brutalidad de la violencia. Su mayor valor reside en la fuerza testimonial y en la capacidad de estremecer al lector.
  • LA CAPA

    LA CAPA

    Introducción al poema:

    El poema “La capa” evoca un gesto de desprendimiento y humanidad que se eleva a símbolo de generosidad y sencillez moral.
    Inspirado en la humildad de los actos cotidianos, el texto se sitúa en un ambiente rural, donde la austeridad no impide la grandeza del alma.
    El anciano protagonista, al partir su capa para abrigar a los suyos, se convierte en emblema de solidaridad, recordando que el valor de lo humano se mide más por lo compartido que por lo poseído.

    LA CAPA

    Y cortó, con infinita bondad,
    aquella capa de fuerte lana
    que lo cobijaba desde hacía años.

    Con la intensidad de un rayo,
    rasgó la costura que se interpuso,
    frenando el deseo de un corte certero:
    la gruesa lana resistía al avance
    de unas tijeras que la hacían pedazos.

    Los aldeanos esperaban junto a la lumbre
    de un fuego casi apagado
    por el vaivén de cartones arrebolados.

    Las tijeras avanzaron hasta el final
    del fiero trozo de paño
    y se detuvieron en el borde
    del último dobladillo conquistado.

    Con respeto repartió
    trozos de lana a cada hombre,
    a cada mujer que tiritaba de frío,
    alrededor de un brasero agonizante,
    al son de soplos fracasados.

    —¡Por fin! —exclamó.
    —Ya puedo dar cobijo
    bajo pequeños mantos calientes
    a mis paisanos.
    Quedándose con un trozo
    que sería suficiente
    para sus quehaceres diarios.

    Muchos años después,
    el manto seguía colgado
    esperando al anciano,
    que un día supo hacer
    de su capa un sayo.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    El poema destaca por su tono narrativo y su honda carga simbólica. La capa representa la protección, el abrigo, pero también la renuncia voluntaria a la comodidad personal por el bienestar colectivo.
    El lenguaje, sencillo y sobrio, se ajusta con precisión al espíritu de la historia: la acción es pequeña en apariencia, pero de una profundidad ética conmovedora.

    El uso de imágenes como “la gruesa lana que resistía el avance de unas tijeras” o “el brasero agonizante al son de soplos fracasados” introduce una dimensión sensorial y emocional que refuerza el contraste entre la dureza del entorno y la calidez interior del protagonista.

    El cierre, con la expresión proverbial “de su capa un sayo”, no sólo aporta una resonancia popular, sino que cierra el círculo del sentido: el sabio anciano supo transformar lo suyo en algo útil para todos, alcanzando así una suerte de trascendencia moral.

    En conjunto, “La capa” es un poema de tono sereno y humanista, donde el altruismo se hace poesía, y donde el valor de la acción sencilla se convierte en una lección atemporal de bondad.
  • VOLVER

    VOLVER

    Introducción al poema VOLVER:

    El poema “Volver” rinde homenaje a los 55 refugiados españoles que murieron en el exilio en La Tronche (Francia) entre febrero y julio de 1939, tras huir de la Guerra Civil en España.
    Desde un tono profundamente humano, la autora recrea el éxodo doloroso conocido como la Retirada, en el que miles de personas cruzaron los Pirineos en busca de refugio, dejando atrás su patria devastada y a menudo encontrando la muerte en tierra extranjera.
    El poema rescata, con voz empática y serena, la memoria de quienes soñaron con volver, pero cuyo regreso solo fue posible a través del recuerdo y la palabra.


    VOLVER

    Y se permitió.
    Corren atropellados,
    desde el alma más pequeñita
    hasta el más anciano.

    La oscuridad de la noche
    ampara sus pasos;
    los más pequeños lloran
    sobre los brazos de sus madres,
    que los cobijan sin descanso,
    intentando amamantar
    a los recién paridos,
    en su largo camino inhumano
    en busca de esa frontera gala
    que los alojará para salvarlos.

    Parten de su tierra madre,
    aquella que los vio nacer;
    se ahogan entre llantos
    de miles de desaparecidos,
    sin importar su dolor
    ni el vacío de los muertos
    que van quedando tirados
    por veredas escondidas,
    entre zarzas y llantos.

    Están llegando.
    Apenas les quedan fuerzas
    para seguir los pasos
    que marcan los más adelantados
    en ese camino hacia la esperanza,
    tras la frontera
    de una tierra en paz,
    que les abrirá los brazos
    para ahuyentar la barbarie
    de una guerra entre hermanos.

    Ya divisan al norte
    el silencio sin olor a muerte,
    sin lamentos desahuciados.

    Sin emitir palabras,
    todos vuelven sus miradas
    hacia su tierra,
    la que guarda la memoria
    de tantos hijos perdidos
    tras las trincheras,
    de cualquier bando,
    de cualquier forma de pensar,
    de cualquier trato inhumano
    que ampare el sufrimiento
    de tantos seres muertos,
    de tantos desaparecidos
    bajo tierra despreciada,
    que invoca el olvido
    de los desamparados.

    Todas las miradas
    evocan sus raíces,
    lloran las ausencias
    de hogares destrozados.

    Es momento de seguir caminando.
    Están a pocos metros
    de sentirse refugiados,
    bajo el techo de otra tierra vecina
    que los acogerá entre abrazos.

    Cargan fardos vacíos
    de pretensiones,
    con algunas fotos
    que guardan sus raíces,
    su pasado.

    Las madres lloran el consuelo
    de llegar a ese lugar:
    la tierra prometida
    de los buenos galos.

    Los pequeños cuerpos de sus hijos,
    de los ancianos,
    serán alimentados,
    abrigados por la protección
    de buenas almas de vecinos,
    tras pasar la frontera
    que reparte el planeta de todos,
    menos de los desheredados.

    Allí vivirán bajo el amparo
    de sentimientos bondadosos,
    tendiendo sus manos.

    Un grupo de soldados
    va separando
    a los recién llegados.

    Son tantos,
    que serán distribuidos
    y desplazados por distintos campos,
    para poder darles
    medicinas, alimentos,
    y un techo bajo el que podrán
    descansar y ser abrigados.

    Han pasado meses.
    Muchos de los refugiados
    han tenido suerte
    de encontrar nobleza
    y generosidad,
    bajo techos de hogares
    y barracones que amparan
    a los más necesitados.

    Entre murmullos dicen
    que otros muchos se están ahogando
    entre sufrimientos y quebrantos,
    por un trato vejado,
    vacío de piedades,
    cargado de maltratos.

    A muchos de esos seres
    ya no les quedan fuerzas
    para seguir luchando.
    La vida, en sus cuerpos,
    los ha abandonado:
    pequeños de meses,
    pequeños en años,
    ancianos, enfermos…

    ¡Tantos, tantos!
    Que hay tumbas agotadas
    abriendo sus entrañas
    para guardar almas
    que un día soñaron
    con volver a la tierra
    que los vio nacer,
    la misma que los deja olvidados.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    “Volver” es un poema de memoria, desarraigo y dignidad, escrito con una voz compasiva que rehúye el odio y se centra en el sufrimiento humano compartido.
    La autora entreteje imágenes sencillas y desgarradoras —las madres amamantando en la huida, los cuerpos rendidos, los fardos vacíos de pretensiones— que revelan el rostro más humano del exilio.

    El ritmo libre y la repetición de estructuras (“los más pequeños…”, “tantos, tantos…”) intensifican la sensación de multitud, de marcha incesante, de dolor colectivo.
    El tono narrativo, casi testimonial, acerca el poema a una crónica poética que documenta el horror desde la empatía y no desde la distancia.

    El título, Volver, adquiere un valor simbólico: es el sueño imposible del refugiado, el anhelo de retorno a la tierra que les dio origen y que, paradójicamente, los olvidó. La palabra “volver” se convierte así en un eco trágico y esperanzado a la vez: volver a la memoria, al reconocimiento, a la dignidad.

    En su conjunto, el poema constituye un acto de reparación poética: nombra a los que ya no pueden hablar, denuncia el dolor sin rencor y devuelve humanidad a quienes la historia relegó al silencio.
    Es un texto de profunda sensibilidad histórica y ética, donde la poesía se convierte en un puente entre el pasado y la conciencia del presente.