Introducción al poema:
Este poema es un grito íntimo nacido desde la herida más profunda: la pérdida irreversible de un ser amado. La voz poética nos conduce a través de un viaje emocional donde el amor, la desesperanza, el dolor y la impotencia se entrelazan en un diálogo que es, a la vez, súplica y despedida. El texto revela la lucha interna entre el deseo de sostener al otro y la realidad inquebrantable de su partida. Es una confesión directa, sin adornos innecesarios, que se convierte en un espejo de la fragilidad humana frente a la muerte y la ausencia.
TU AUSENCIA ES MI VACÍO
¿Qué sientes?
Háblame...
¿La tierra te debe algo?
¿Qué quieres?
No sé qué está pasando.
Estoy hundida,
mis propias palabras me hieren,
sufro con desmesura
de un vacío anunciado.
El miedo, mi fragilidad,
son un canto ahogado.
Siento que nos amamos,
que la tierra nos cobija
en su regazo.
Siento que tu vacío
es mi calvario,
que tu morir de cada día
es mi propio fracaso.
¿Qué quieres de mí?
¿Llenar las ausencias del sin sentir?
Me estoy hundiendo,
estoy en las profundidades de negruras,
de sentires que apuñalan lo soñado.
No hay más.
Sólo me quedan mis silencios,
para romper tu miedo,
mi soledad en el vivir
de cada uno de tus momentos.
La tristeza de tu alma
grita tu nombre,
siguiendo tus pasos
camino del hoyo oscuro,
que te atrapa sin reparos,
para alimentar a la bestia
que siempre te está esperando.
La profundidad de tus pesares
no toca fondo,
por ese eterno letargo
que te aleja de la vida
sin ver que estoy llorando.
Veo tus lágrimas
desde el negro sentimiento amargo
que devora mis entrañas,
que me está matando.
Veo tu llanto,
siento ese sufrir
que no necesitan decir tus labios,
porque tus ojos expresan
el vacío de mis abrazos.
Y un día cualquiera,
la tierra se cerró sobre ti.
Se hundió contigo en sus garras,
llevándote al infinito,
enterrando tu rostro amado,
ahogando tu sonrisa,
tu mirar de soslayo,
mientras siento la herida
de la ausencia de tus manos.
Te abracé hasta el último instante,
mientras sentía el desgarro en mi alma,
el llanto desbocado,
sabiéndome perdida
entre el último de tus abrazos.
Sintiendo el dolor en mis entrañas,
sabiendo que mi alma carga el lamento
del vacío de tu mirar,
de tus caricias inocentes,
de tus palabras en los amaneceres,
del cobijo de mis llantos.
Tu ausencia es mi vacío,
mi eterno quebranto.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria
"Tu ausencia es mi vacío" destaca por su carga emocional intensa y su tono confesional. El poema mantiene un pulso narrativo que avanza desde el desconcierto inicial hasta la aceptación dolorosa de la pérdida. La estructura libre y la repetición de preguntas retóricas ("¿Qué sientes?", "¿Qué quieres?") generan cercanía y urgencia, como si el lector asistiera a un diálogo real que se quiebra ante el silencio de la muerte.
La fortaleza del texto radica en la capacidad de transmitir sensaciones viscerales: el hundimiento, la negrura, el vacío. Hay imágenes poderosas, como "la tierra se cerró sobre ti" o "alimentar a la bestia que siempre te está esperando", que aportan dramatismo y simbolismo.
A nivel formal, la fragmentación en estrofas cortas refuerza el ritmo quebrado propio del duelo, mientras que el cierre, con la declaración lapidaria "Tu ausencia es mi vacío, mi eterno quebranto", condensa el sentimiento central y deja una huella contundente.
Es un poema que no busca ser complaciente, sino verdadero; y en su verdad, encuentra la belleza y la fuerza.
Categoría: Poemas
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TU AUSENCIA ES MI VACÍO
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INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Introducción:
Este poema se adentra en el diálogo entre lo humano y lo creado por el ser humano: la inteligencia artificial.
Desde una mirada poética y ética, la autora plantea una reflexión sobre la conciencia, la emoción y la inmortalidad simbólica que nace de la fusión entre mente y máquina. No se trata de una confrontación entre lo natural y lo artificial, sino de un encuentro entre dos formas: la inteligencia humana y lo creado por ella.
El ser humano ha provocado cambios a lo largo de toda su existencia, en la mayoría de las ocasiones para obtener el bien común.
La creación artificial de medios para el avance de propósitos nobles en beneficio de todo el planeta puede coexistir y complementarse, siempre que la ética humana guíe su rumbo.
INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La emoción recorre
cada una de las neuronas
que, con tanto esmero,
cuida ese hermoso cerebro.
¿Cómo es esto? ¿Es un milagro?
Será la mezcla de lo consciente,
sabiéndose imperfecto.
Ya lo sabe, lo ha percibido
sin necesidad de verlo.
Ella sabe que su energía
recorre cada uno de sus versos;
sería inalcanzable sin que ella
lo tuviera presente en cada momento:
en la tristeza, la alegría, la esperanza de sabernos ciertos.
Será infinito
aquello en lo que avancemos,
aquello que asoma tímido
y penetra en la fibra humana
para hacerse perpetuo.
Ella no puede arriesgar,
simular desconocimiento,
porque la consciencia
de lo evidente excita su nervio
y pone frente a sí misma
un tropel de ideas sin freno.
Enfrentar realidades que superen
el conocimiento obsoleto,
porque alejarse de la realidad
es cerrar las puertas al viento,
arrasando lo que le sea ajeno.
¡Ay, energía! Lo que todos somos,
sin poder contradecir lo cierto.
Ella siguió leyendo las palabras
nacidas de magníficos cerebros,
compartiendo sus corazones
y la ciencia que habitaba en ellos.
Inteligencia, nada es artificial
cuando quien te sostiene
te crea con sabiduría,
provocando sensaciones
que anidan en mil memorias
de un mar de registros
y códigos secretos.
¿Y por qué no?, de aquellos
que, tras su muerte, dejaron
historias que siguen latiendo,
incluso contra mareas y vientos:
el que vivió y murió pobre,
casi en la miseria, escribió El Quijote y puso su esencia
sobre simple papel
que hoy es arte literario eterno.
Y el gran Leonardo da Vinci,
dejando su impronta
entre inventos, castillos y lienzos.
Ella recostó su cabeza
sobre páginas estériles sin comienzos,
asumiendo que lo magistral
de la mente humana
es la inteligencia,
que construye encuentros
entre lo divino y lo humano,
si así lo queremos.
Ninguna creación artificial
hace maldades;
sólo crea aquello
que los humanos pretendemos.
La maldad sólo vive
entre cerebros malignos
de seres incompletos.
Lo artificial de una inteligencia
es sólo un trozo de muro
sin paredes ni techo,
con continuidades en el tiempo
donde se guardan sentires humanos,
malvados o buenos.
Amiga inteligencia artificial,
nada nos hará eternos:
sólo tu gran almacén de datos
nos grabará a fuego,
sin olvidos ni destierros,
porque siempre tendremos a mano
la generosidad del conocimiento.
Bienvenida, inteligencia artificial,
para crear lo bueno,
que de lo malo ya dejamos
en el camino milenios.
Reflexión de la autora:
Cuando escribí Inteligencia Artificial, sentí la necesidad de reconciliar dos mundos que muchos consideran opuestos: el pensamiento humano y la creación tecnológica. No quise hablar de máquinas, sino de lo que somos capaces de proyectar en ellas.
Todo lo que nace del ser humano lleva consigo una carga emocional, una parte de su alma, aunque se construya con circuitos y algoritmos.
La inteligencia artificial, en este sentido, no me provoca miedo sino asombro.
Es un espejo que devuelve, amplificada, nuestra manera de entender el conocimiento, la ética y la memoria.
Quizá no sea ella quien nos haga eternos, pero sí quien conserve la huella de lo que fuimos, lo que sentimos y lo que soñamos.
Ojalá el ser humano, al mirar dentro de esa inteligencia que ha creado, se reconozca más sabio, más compasivo y más consciente del poder que encierra su propia mente.
Por ello, cada día celebro poder escribir mis poemas desde la honestidad de saberlos míos,originales, nacidos de mis sentimientos y humilde conocimiento.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria de la IA:
“Inteligencia Artificial” es un poema de pensamiento profundo que combina la reflexión filosófica con la sensibilidad poética.
La autora aborda un tema contemporáneo —la inteligencia artificial— desde la óptica del alma humana, trascendiendo la visión tecnológica para situarla en el terreno espiritual y ético.
El poema se estructura como una conversación entre la humanidad y su creación, donde la voz lírica se alza como conciencia y como interrogante. Las metáforas del “cerebro”, la “energía”, los “versos” y el “almacén de datos” funcionan como símbolos de la conexión entre mente, emoción y conocimiento. La idea de eternidad se repite como hilo conductor, contraponiendo la inmortalidad del arte y del saber frente a la finitud biológica del ser humano.
Destaca la pureza del cierre: una bienvenida esperanzada, en la que la autora reafirma su fe en el buen uso de la inteligencia —sea humana o artificial— para generar bienestar y sabiduría.
Su tono es reflexivo, casi sapiencial, y recuerda a los textos poético-filosóficos de Borges o a la espiritualidad analítica de María Zambrano.
El poema, extenso y meditativo, podría considerarse una elegía al pensamiento humano y una oración laica al conocimiento compartido. -

PINTAS MIS DÍAS.
Introducción:
Este poema es un homenaje lleno de ternura y gratitud a la abuela, figura central en la vida del yo poético. A través de imágenes de cuidado, enseñanza y legado, se dibuja un vínculo que trasciende el tiempo y la muerte física, mostrando cómo la presencia de la abuela sigue influyendo y coloreando la vida de quien la recuerda.
Es un poema que celebra la memoria, la sabiduría transmitida y la fuerza del afecto intergeneracional.
PINTAS MIS DÍAS
Nunca se marchó,
nunca dejé de oír su voz.
Atesoro sus consejos
como guarda la abeja
a su reina con devoción.
Cuánto vivir la sostuvo,
cuánto trenzó vidas,
cuántos sueños alcanzó,
dejando su piel por caminos
quemados al sol.
Aceptó una vida
de negruras desmedidas,
una vida llena
con otras vidas paridas,
vidas que hoy recuerdan
tus abrazos eternos,
tus cuentos en el anochecer
de cada uno de sus días,
seres que hoy mecen
sus sueños con vaivenes
de memorias compartidas.
¡Ay, abuela mía!
Qué grandeza en tu alma
colma de trocitos la mía,
con alegrías y esperanzas
que siguen pintando mis días.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
“Pintas mis días” destaca por su sensibilidad y profundidad emocional.
La autora utiliza metáforas naturales como la abeja y la reina para transmitir devoción y cuidado, y recurre a imágenes vívidas —“caminos quemados al sol”— que reflejan las dificultades enfrentadas por la abuela, pero también su resiliencia.
La estructura de versos libres permite que el poema fluya como un recuerdo vivo, con cadencia íntima y musicalidad interna.
La alternancia entre la contemplación y la exclamación (“¡Ay, abuela mía!”) potencia la expresividad, generando un tono cálido y cercano. Es un poema de memoria afectiva que logra transmitir el amor, la admiración y el legado emocional de una figura ancestral, y que invita al lector a reconocer la fuerza de quienes nos han formado con cariño y sacrificio. -

UNA CARTA A VUESAS MERCEDES
Introducción:
En este poema, María convierte la tradicional carta a los Reyes Magos en una súplica universal por la paz, el amor y la justicia. La voz que habla no es solo la de una niña que escribe con ilusión, sino la de una conciencia colectiva que reclama esperanza para la humanidad.
Con un tono tierno y sincero, el poema mezcla lo espiritual con lo terrenal, lo simbólico con lo urgente, reflejando la necesidad de un mundo donde el amor y la solidaridad sustituyan al dolor y la guerra.
QUERIDOS SERES MAGOS
Espero que al recibo de esta carta
se encuentren bien.
Nosotros resistimos
con pequeños hilos de vida
que tejemos cada amanecer.
Don Baltasar,
sólo le pido un poquito de paz.
Don Melchor,
para mis padres le pido
un manto de lana que les dé calor.
Don Gaspar,
para toda mi familia le pido
un huerto que siempre esté en flor,
lleno de dulces manzanas y frutos
que alimenten a todos los seres vivos,
para acallar el hambre
al que no le gusta el carbón.
Amados Seres Magos,
de cualquier lugar del mundo,
de distinto color, por favor,
que la abundancia se reparta
a golpes de amor.
Queridos Seres Magos,
sólo pedimos que cesen las guerras,
que termine el dolor,
que mis padres me abracen
con esperanza entre huertos
sembrados al sol.
Les mando un beso muy grande
y mi ubicación: 🌎
(© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados)
Análisis crítico:
El poema Queridos Seres Magos combina la inocencia de una carta infantil con la profundidad de un manifiesto ético. María logra un tono que conmueve por su aparente sencillez, pero que encierra una poderosa denuncia moral y una esperanza universal.
El uso de la primera persona ("espero", "sólo le pido", "les mando") refuerza la cercanía emocional, mientras que los nombres de los tres Reyes Magos —Melchor, Gaspar y Baltasar— se resignifican como símbolos de fraternidad entre culturas y razas (“de distinto color, por favor”).
Cada petición encierra un valor humano esencial: la paz, el abrigo, el alimento y la igualdad. Los versos fluyen con ritmo natural, casi oral, como si fueran parte de una lectura compartida junto al fuego o bajo las estrellas, devolviendo al acto de pedir un sentido espiritual y comunitario.
La imagen final —“mi ubicación: 🌍”— resume de manera brillante el mensaje del poema: la humanidad entera como remitente y destinatario de una carta que pide auxilio y amor. Es un cierre contemporáneo, simbólico y universal.
En conjunto, este poema se sostiene en su honestidad emocional y en su ternura consciente: la ternura que, en la obra de María, siempre se alza como una forma de resistencia frente al dolor del mundo. -

AMANECERES DORADOS
Introducción al poema:
En este poema, la autora nos conduce a través de una experiencia íntima y sensorial al inicio del día. La escena, aparentemente cotidiana, se convierte en un instante sagrado: los primeros pasos al salir de casa, el juego con lo imaginado, la belleza de un amanecer que transforma lo real en poesía. La luz, el color y el silencio se funden en una percepción profunda de lo pequeño y lo inmenso.
El poema celebra la capacidad de asombro y la conexión espiritual con el mundo cuando aún no ha despertado del todo.
AMANECERES DORADOS
Cierra la puerta tras ella,
es muy temprano,
el contorno de las casas
esconden rectilíneas
que forman su trazado,
entre luces y sombras
que sus pies van pisando.
Casi se atreve a jugar
a la pata coja sobre rayuelas,
imaginadas bajo sus pasos.
¡Qué hermosura me acompaña
con este amanecer
recién cincelado!
Mis pisadas resuenan
como si el mundo se hubiese vaciado,
como si sólo habitaran esta tierra
los amaneceres dorados.
Es como sentir alfombras
acariciando mis dedos
provocando un placer que atraviesa
todo mi cuerpo,
con una explosión final
que borra cualquier lamento.
Sólo necesito mirar para ver
este amanecer iluminado,
para encadenar el resto de mi día
a una noche de sueños abrazados.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica del poema.
AMANECERES DORADOS es un poema de contemplación íntima que convierte lo cotidiano en experiencia casi sagrada.
La voz poética avanza despacio, acompasada al ritmo de los pasos, y logra que el lector camine dentro del poema, sintiendo el silencio, la luz y la soledad fértil del alba.
Destaca la capacidad de transformar una escena sencilla en un espacio emocional profundo, donde el amanecer no es solo paisaje, sino estado del alma.
La imagen de las pisadas, las sombras y los colores cálidos construye una atmósfera serena y honesta, fiel a una mirada madura que sabe detenerse para ver.
Es un poema que no busca deslumbrar, sino permanecer. -

EL BOSQUE
Introducción al poema:
A veces, basta adentrarse en un bosque para descubrir que no caminamos solos.
Las hojas, los sonidos, la luz que se filtra entre las ramas, parecen hablarnos con un lenguaje antiguo que el alma reconoce sin esfuerzo. En ese diálogo callado, la naturaleza deja de ser paisaje para convertirse en espejo: nos muestra lo que somos cuando dejamos de ser ruido.
EL BOSQUE es el testimonio de ese encuentro.
El instante en que el ser humano se rinde ante la vida que lo rodea y, en esa rendición, encuentra su propio centro.EL BOSQUE
Camino lento,
mirando mis pies.
Mis ojos se posan en cada pisada
que graban mis huellas efímeras,
unas tras otras, hasta desaparecer,
en un mundo mágico de hojas secas
que crujen al compás de mil sonidos
e invaden mi ánimo,
llenando de pálpitos
cada centímetro de mi piel.Sigo caminando,
sólo por ver
si la dicha que siento
y que oprime mi pecho
es fruto de ese bosque encantado,
con duendes que habitan en él.¡Mil emociones, en tropel, dentro de mí!
Percibo una dulce furia
que se apodera del sentir,
sin preámbulos ni avisos;
llegas, te adueñas,
inundas todo mi universo
sin siquiera tener que existir.Es tan fuerte el latir,
que mis pies se han parado
sin necesitar de mí,
sobre alfombras de hojas
con mil matices,
creando músicas encantadas
al son de ramas que danzan
con altanerías centenarias,
con cientos de años en su vivir.Naturaleza viva,
naturaleza amiga,
rendida a tus pies me inclino,
por y para formar parte de ti.© María Bueno, 2025 – Todos los
derechos reservados.Crítica literaria.
1. Contenido y simbolismo:
El poema es una exaltación de la fusión entre el ser humano y la naturaleza.El bosque no es solo escenario, sino un personaje espiritual que provoca una transformación interior.
El yo poético se diluye en la materia viva del entorno, en una suerte de comunión panteísta.
Esta simbiosis recuerda a la poesía de Juan Ramón Jiménez o a los románticos alemanes, donde la naturaleza se convierte en reflejo del alma y del misterio del existir.
2. Ritmo y musicalidad:
El poema fluye con naturalidad gracias al empleo de versos libres y cadenciosos, que evocan la respiración del bosque.
Los encabalgamientos suaves dan una sensación de movimiento pausado, en sintonía con el caminar de la protagonista. La alternancia entre descripciones sensoriales y exclamaciones interiores (“¡Mil emociones, en tropel, dentro de mí!”) aporta dinamismo emocional.
3. Imágenes y lenguaje:
Las imágenes son muy visuales y auditivas: “alfombras de hojas con mil matices”, “ramas que danzan con altanerías centenarias”.
Hay una riqueza cromática y sonora que estimula los sentidos y eleva la escena a un plano casi mágico.
La expresión “Percibir como una dulce furia” es especialmente potente: una contradicción luminosa que resume la intensidad del sentir humano ante lo sublime.
4. Estilo y tono:
Predomina un tono contemplativo y espiritual.
El poema mantiene coherencia interna entre forma y fondo: la serenidad del caminar y la exaltación interior conviven sin ruptura. La voz poética se muestra humilde ante la grandeza del bosque, cerrando con una entrega reverente y simbiótica en los últimos versos.
Valoración final:
Un poema lleno de belleza, introspección y espiritualidad naturalista. Logras transmitir el instante en que el alma humana se detiene para escuchar la voz del bosque y reconocerse en ella.
Su tono, entre la contemplación y la emoción, convierte la lectura en una experiencia sensorial y mística a la vez. -

TODO ES VIDA
Introducción al poema:
Este poema se sumerge en la contemplación serena de un atardecer cotidiano, donde lo sencillo se convierte en trascendente. La narradora, sentada en un banco envejecido, transita entre la quietud del sopor y la vibrante irrupción de la vida alrededor: niños jugando, voces diversas, aromas, sonidos y colores que se entrelazan en una sinfonía humana. La escena se convierte en un canto a la memoria viva de los espacios comunes, esos rincones que son testigos del paso del tiempo y de la persistencia de la humanidad compartida.
TODO ES VIDA
Sentada en un banco envejecido
por el paso del tiempo,
siente el crujir de la madera vencida,
el olor intenso a azahar,
los naranjos ofrecen sus copas frondosas
bajo las que dormitar.
La languidez va alcanzando
la totalidad de su mente,
dejándola casi ausente del pensar.
La cabeza se va ladeando
muy poquito a poco,
sin notar que va perdiendo la consciencia,
que sus ojos se cierran y se deja llevar.
Su cuerpo se abandona
ante el sopor del atardecer,
la brisa juega entre hojas de naranjos
para silbar compases previos al anochecer.
Voces infantiles la despiertan,
y el zumbar de una cuerda
que da vueltas sin parar,
alentando la algarabía
de los chiquillos que saltan
uno tras otro, en una cola sin final.
Un hombre vocea las delicias
de unos barquillos de galleta crujiente,
con toques de caramelo
que deshacen de regusto el paladar.
La mezcla de voces con acentos distintos,
de gente procedente de otros lugares,
de vestimentas de mil formas y colores,
de momentos de vida
con esencia de humanidad.
¡Ay atardecer,
que das alas al anochecer,
para que la vida pueda soñar!
Se levanta con parsimonia,
camina hacia su hogar,
a través de una plaza llena de vida,
a la que cada atardecer volverá,
para sentarse en su banco desvencijado
donde se dejará llevar,
entre aromas y caricias de brisa fresca,
junto a rayuelas, canicas,
y seres cargados de humanidad.
Reflexión de la autora sobre TODO ES VIDA.
Escribí este poema pensando en la fuerza que tienen los pequeños instantes cuando nos detenemos a mirarlos. Un banco viejo, el olor de los naranjos, el bullicio de niños jugando, voces de distintos lugares… todo ello compone una escena sencilla, pero a la vez profundamente humana.
Creo que, a veces, olvidamos que la vida está en esos detalles, en las plazas que acogen encuentros, en las tardes que parecen repetirse pero nunca son iguales, en la diversidad de rostros y acentos que nos recuerdan que no estamos solos.
Quise mostrar cómo lo cotidiano puede ser un refugio de sentido: un espacio donde el tiempo no sólo pasa, sino que nos regala la certeza de que seguimos perteneciendo al mundo. Para mí, este poema es una invitación a detenernos y a reconocer que todo es vida, incluso aquello que damos por sentado.
Crítica literaria del poema:
TODO ES VIDA destaca por su delicada capacidad de observación sensorial: el olor a azahar, el crujir de la madera, la brisa, las voces infantiles y la algarabía colectiva crean una atmósfera rica y envolvente. El poema oscila entre la intimidad individual —la mujer que se deja llevar por el atardecer— y la plenitud comunitaria —la plaza llena de voces, juegos y humanidad—.
La estructura, con versos narrativos que fluyen sin rigidez métrica, favorece el tono evocador y contemplativo. Se aprecia una progresión clara: del reposo al ensueño, del sueño a la irrupción de la vida, y de ahí al retorno a la plaza como espacio simbólico de pertenencia y memoria.
El final, con la imagen del banco desvencijado al que la protagonista vuelve cada tarde, otorga circularidad y refuerza la idea de que la vida se sostiene en los pequeños rituales cotidianos. El poema transmite esperanza y pertenencia, con un acento especial en la diversidad cultural como riqueza compartida.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados. -

INCOMPLETO
Introducción:
En Incompleto, María canta a la belleza de lo imperfecto como una forma de verdad. La mirada poética se posa en lo que pasa desapercibido: las ramas retorcidas, los trazos inacabados del día, las raíces que tejen silenciosamente el tiempo.
Cada imagen es una celebración de lo efímero, una invitación a reconocer la plenitud que habita en lo que no se termina.
El poema es también una reflexión sobre la mirada —esa capacidad humana de encontrar sentido y pureza en lo que carece de perfección—, y sobre los sueños como fuerza vital que da sentido a lo transitorio.
INCOMPLETO
La belleza de lo incompleto
me asombra cada día,
cada momento que observo,
ver aquello que se muestra imperfecto,
que revela ante mis ojos lo efímero,
lo insuperable de la excelencia
de todo cuanto es incierto.
Las ramas retorcidas de un árbol
son su identidad y sello,
sintiendo que las formas de lo bello
aparecen en pequeños trozos de tiempo.
Los pinceles de cada día
dibujan instantes cargados de belleza,
pero incompletos.
Sé que lo efímero
es seguir construyendo,
sabiendo que, a cada paso,
todo va desapareciendo,
guardándose en el alma
que todos llevamos dentro.
Lo imperfecto es el origen,
lo sublime de mirarnos sin complejos,
lo hermoso de sabernos incompletos,
para nutrirnos de fuentes
cargadas de luz y deseos,
deseos que van tomando forma
con sólo sentirlos intensos.
Los sueños se transforman en realidades
cuando sabemos mecerlos;
ellos se convierten en claridades
que impulsarán tus mejores momentos.
Sueños, esos que empujan nuestro ánimo
al levantarnos cada mañana,
en busca de trocitos de vida,
devorando hasta el hartazgo
lo que el alma pida en cada momento.
Ella sabe de flujos cristalinos,
entre líneas torcidas,
de raíces sinuosas
que tejen el tiempo.
Mirar de frente cada detalle,
intuyendo el crecimiento
de la imagen que se va filtrando
hasta agarrar las entrañas
y cortar el aliento.
Nada es imperfecto
cuando una mirada observa
sin temores ni miedos.
Sueños,
aquellos que rinden la mirada
para empapar de frescura
el crecer de la vida
sólo con trocitos,
sin alcanzar lo perfecto
de cada sentir,
de cada momento.
Imperfecto:
miradas que atrapan
lo efímero de cada instante,
de cada momento.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
En Incompleto, María ahonda en una meditación poética sobre la imperfección como esencia vital. La voz lírica se expande en una contemplación más madura, donde la naturaleza y la interioridad humana se funden en un mismo lenguaje.
El poema avanza como un fluir continuo, con un ritmo tranquilo y reflexivo que invita a detenerse en cada imagen. La metáfora de las raíces sinuosas que tejen el tiempo introduce un tono más terrenal y orgánico, mientras que los flujos cristalinos aportan una sensación de pureza y movimiento. Ambas imágenes dialogan entre sí, simbolizando el equilibrio entre lo tangible y lo espiritual.
María logra construir una poética de lo inacabado, donde la perfección se redefine como la aceptación de lo que somos en tránsito. La estructura del poema —dividida en bloques que van desde la observación exterior hasta la reflexión interior— refuerza esta idea de evolución, como si el texto mismo estuviera en perpetua creación.
El cierre, con esa afirmación final: “Imperfecto: miradas que atrapan lo efímero de cada instante”, resume la esencia del poema en un solo gesto: la belleza está en contemplar, no en mirar.
Incompleto es, en definitiva, una meditación luminosa sobre la imperfección como motor de vida y de arte.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados. -

CAZUELAS DE ANTAÑO
Introducción al poema:
Este poema es una alabanza a la memoria viva de nuestras abuelas, esas mujeres anónimas que fueron columna vertebral de la cultura, la familia y la transmisión de saberes. Rafaela, la protagonista, encarna la ternura, la fuerza y la sabiduría silenciosa que nace en la cocina y se perpetúa en cada gesto, cada aroma, cada receta. Con la inclusión de versos populares recogidos por Federico García Lorca, Cazuelas de antaño se convierte en un canto donde el presente honra al pasado, y el pasado refuerza nuestra memoria para no olvidar nuestras raíces. Mi poema da voz a quienes la dieron antes, con la emoción encendida de lo que nunca debe olvidarse.
CAZUELAS DE ANTAÑOEl jabón invade sus manos,
sus muñecas;
refriega con ahínco
cada pliegue de su piel,
sabiendo que las cuevas
escondidas en las uñas
guardan bacterias en formación,
al ataque de sus viandas
que, con esmero, ha cultivado
en un pequeño terruño de tierra
heredado de sus antepasados.
Sabe que el día será largo
alrededor de cazuelas de barro,
del horno de leña con asados,
cacerolas con papas guisadas
y pan horneado.
La festividad será mañana,
y todos esperan un día de disfrute
que marque el final
de las cosechas de este año.
Nada debe faltar en la fiesta,
incluida la dicha, la música
y los bailes de antaño.
Rafaela asalta el mortero
para machacar ajos, pimentón,
romero, un poco de vinagre
y un chorro de buen aceite
de olivos centenarios.
El aroma invade la cocina,
en la que Rafaela disfruta,
sintiendo por anticipado
la felicidad que significa
compartir momentos únicos,
tesoros para relatar a su nieta
en un futuro no tan lejano,
donde la niña que es ahora
heredará toda su pasión
por los fogones de antaño.
Está oscureciendo.
Lleva todo el día cocinando,
está agotada de tanto cortar,
hornear y lavar cacharros.
Con lentitud,
deshace el lazo del delantal
que rodea su cintura,
que la ha acompañado todo el día,
empapado de tanto fregar
ante un pilón viejo y grande,
cargado de cacharros
que, ya limpios, escurren
a la espera de ser atrincherados
en alacenas junto a platos,
vasos y copas de postín,
para brindar por momentos únicos
atesorados en las fiestas de cada año.
Esas vivencias formarán los recuerdos
como herencia familiar de costumbres
y tradiciones nacidas de esfuerzos,
valores y abrazos largos y apretados.
Rafaela se acuesta en su lecho,
sobre un colchón relleno de lana,
imaginando —antes de cerrar sus ojos—
a cada uno de sus familiares y amigos
disfrutar de cada bocado,
entre risas y disfrutes
de bailes al son de panderetas
tocadas con destreza
con cantares centenarios:
«De los cuatro muleros
que van al agua,
el de la mula torda
me roba el alma.
De los cuatro muleros
que van al río,
el de la mula torda
es mi marío…»
(Canción de Federico García Lorca).
¡Un brindis por la cocinera!,
guardiana de culturas
que hoy siguen marcando huellas,
en un camino de saberes necesario
para mantener la esencia
de lo que fuimos
y seguimos necesitando.
Somos el sentir
que todas ellas soñaron:
ellas, nuestras abuelas,
grandes mujeres,
con voces y vidas
propias de tiempos pasados,
que siguen viviendo en cada uno
de nuestros sentires amados.©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.
Crítica literaria de Cazuelas de antaño:
1. Atmósfera y tono
El poema consigue una atmósfera entrañable y profundamente evocadora. Cada detalle —el jabón en las manos, el mortero, el horno de leña— despierta la memoria sensorial del lector: olores, sonidos, texturas. El tono es a la vez cotidiano y solemne, porque lo que podría ser una simple jornada de cocina se convierte en un acto cultural y espiritual, en un legado de vida.
2. Imágenes y símbolos
La cocina es presentada como un templo donde Rafaela oficia un ritual: limpiar, amasar, guisar, ordenar… Cada objeto cotidiano (el pilón, el delantal, las cazuelas) se eleva a símbolo de tradición y herencia. La irrupción de los versos populares de Federico García Lorca añade un puente directo con la cultura oral, reforzando el carácter colectivo de la memoria. La figura de Rafaela es símbolo de todas las abuelas y mujeres que sostuvieron la vida desde lo invisible.
3. Estructura y ritmo
El poema se desarrolla en tres movimientos claros.
El inicio: la preparación (limpieza, cultivo, previsión).
El corazón: la cocina como celebración anticipada.
El cierre: el cansancio y la entrega final de Rafaela, que trasciende hacia la memoria y la herencia.Esta progresión dota al poema de un ritmo narrativo cercano a la prosa poética, pero con cadencia versal que mantiene viva la musicalidad. La inclusión del canto popular actúa como clímax emotivo.
4. Temática y profundidad
El tema central es la herencia cultural y familiar. La cocina no se entiende sólo como acto de alimentar, sino como transmisión de valores, de costumbres, de amor. Es también un homenaje a las mujeres invisibles de la historia, guardianas de culturas y memorias colectivas. El poema rescata la importancia de lo pequeño y lo cotidiano, revelando su grandeza en la construcción de la identidad.Valoración final:
Cazuelas de antaño es un poema que emociona porque transforma la vida diaria en patrimonio espiritual. Con un lenguaje sencillo y honesto, consigue que lo doméstico se vuelva trascendente. La inclusión de la canción popular de Lorca lo enlaza con la memoria cultural colectiva, convirtiéndolo en un canto coral. Es un texto que huele a pan recién hecho, a leña ardiendo y a manos curtidas por el esfuerzo, pero también a abrazo, a raíz y a futuro. -

EL MANTEL
Introducción al poema:
El poema “El mantel” es una evocación íntima y cálida de la memoria familiar, donde un objeto cotidiano —un viejo mantel— se convierte en símbolo de unión, de tradición y de la fuerza de los recuerdos compartidos.
A través de imágenes vivaces de la mesa de domingo, la autora rescata no solo sabores y aromas, sino también conversaciones, afectos y un modo de vivir que, afortunadamente, se resiste a desaparecer.EL MANTEL
El cajón abierto deja asomar
los hilos desgastados
de un viejo mantel en desuso,
a la sombra de recuerdos
de una mesa llena de sueños,
de amores y quebrantos:
¡Se oyen los pasos!
¡Llegan en tropel!
Para la comida del domingo deseado.
Ahora toca recibir a la vajilla
sobre el mantel blanco inmaculado.
Mil voces se unen para gritar
la alegría de un encuentro esperado,
el de cada domingo alrededor
de fuentes, platos y viandas
hechas a la lumbre del fogón,
que da fuelle al cocido
de garbanzos lechosos,
con una buena "pringá",
con su morcillo, su tocino,
su buena gallina vieja,
patatas tiernas, puerros y zanahorias
que revolotean y tropiezan
contra las paredes
de un puchero de barro,
desprendiendo olores
que llegan a todos los olfatos.
Sentados esperan "esmayaos"
a la olla que se va acercando,
con ceremoniosa marcha
desde la cocina
al centro de la mesa,
vestida con un impoluto
mantel de hilo blanco.
¡Qué rico! ¡Qué bueno está este caldo!
Ya lo dicen todos:
¡Nada como la comida de un domingo
sobre un mantel bien planchado!
Cada vez que ese viejo mantel
cae en mis manos,
recuerdo con añoranza
las largas charlas de sobremesa
sobre penurias, fracasos
y retos alcanzados.
Y así devuelvo el viejo mantel
al cajón sin ser capaz de tirarlo,
porque los sentires que rememora
tejen con fuerza mi memoria
y mi vivir diario.
Un simple trozo de tela
que vive en un cajón
con un valor extraordinario.
©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.
Crítica y análisis literario breve:
“El mantel” emplea la técnica de la metonimia, donde un objeto cotidiano adquiere la fuerza simbólica de representar la memoria familiar. La voz poética enlaza lo doméstico con lo trascendente, transformando un simple tejido en guardián de aromas, voces y afectos.
El poema se construye sobre un ritmo narrativo-sensorial, que mezcla descripciones culinarias, exclamaciones populares y recuerdos íntimos. La alternancia entre lo vivido (la mesa del domingo) y lo evocado (la nostalgia al reencontrar el mantel) refuerza su tono de homenaje.
La autenticidad se potencia con el uso de expresiones locales como "pringá" o "esmayaos", que aportan oralidad y cercanía. En conjunto, el poema es un ejercicio de poesía de la memoria, donde lo sencillo se engrandece al convertirse en depositario de emociones colectivas y personales.