Categoría: Poemas

  • EL TOMATE LE DIJO A LA LECHUGA

    EL TOMATE LE DIJO A LA LECHUGA

    Introducción:

    En un mundo donde la estética eclipsa lo esencial, este poema rescata el valor de lo auténtico. Con ternura e ironía, el tomate y la lechuga dialogan como testigos del desprecio al fruto imperfecto y del olvido de la tierra que los vio nacer.

    EL TOMATE LE DIJO A LA LECHUGA es un canto a la dignidad de lo natural, una reivindicación del sabor, del trabajo del agricultor y de la belleza real que no necesita ser pulida.

    EL TOMATE LE DIJO A LA LECHUGA

    ¡Eh! ¡Oye! ¡Lechuga, amiga mía!
    He oído que nos tiran a la basura
    por ser feas y deformes,
    que la tierra nos ha parido mal
    y no servimos «pa’ na».

    —Tomate, qué inocencia la tuya…
    ¿No ves que a aquella pareja
    de limón y naranja
    la van a separar?

    Y no por falta de amor entre ellos,
    es por lo feo del limón
    que nadie querrá comprar.

    —Querida lechuga, es verdad,
    ya no importan ni el sabor
    ni el aroma a fruto fresco,
    importa lo que se verá
    en cajas bien apiladas,
    como frutos brillantes sin más.

    ¿A quién le importa el campo?
    ¿A quién, nuestra tierra madre,
    que pare frutos sin cesar,
    frutos bellos y feos por igual?

    Añoranza de otros tiempos,
    cuando simples tomates como yo,
    feos y deformes,
    daban gusto al paladar
    con sólo un poquito de sal,
    junto a zanahorias, lechugas
    y un chorrito de aceite del lugar.

    ¡Qué ya está bien!
    ¡Que no me vendan por «na»!
    Que la buena gente quiere comer
    frutos que sean de verdad,
    con la decencia de saber
    que no hay ruina
    para el que ara la tierra sin parar.

    —Bueno tomate…
    mejor callarnos ya,
    porque a la señora sandía
    la han tirado ya.

    Ahora nos toca a nosotros,
    pero no olvides esos recuerdos hermosos,
    de días felices en campos llenos
    de sol y humanidad.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.

    Crítica literaria:

    El poema EL TOMATE LE DIJO A LA LECHUGA se sostiene sobre una alegoría sencilla y profundamente humana.

    Bajo el disfraz de un diálogo campesino entre dos hortalizas, late una crítica lúcida al modelo de consumo moderno y a la pérdida de conexión con la tierra.

    Tu voz poética transforma lo cotidiano —la huerta, los frutos, la conversación ingenua— en un espacio de reflexión sobre la ética y la autenticidad.

    El tono es entrañable y popular, cercano al habla del pueblo que trabaja la tierra, lo cual dota al poema de veracidad emocional. Las expresiones coloquiales (“pa’ na”, “qué ya está bien”) acercan al lector a un mundo que aún conserva dignidad pese a su aparente humildad.

    En contraste con ese lenguaje sencillo, el trasfondo moral es profundo: la crítica al desprecio por lo “feo”, al valor económico impuesto sobre lo natural, y a la deshumanización del trabajo agrícola.

    La estructura dialogada aporta dinamismo y teatralidad. A través del intercambio entre el tomate y la lechuga, se construye una escena que combina ternura, humor y denuncia.

    No hay dramatismo impostado, sino una tristeza resignada y sabia, propia de quien ha visto desaparecer los valores esenciales del campo y del alimento. Ese equilibrio entre ternura y desconsuelo es uno de los mayores logros del poema.

    También destaca el cierre:

    > “…no olvides esos recuerdos hermosos,
    de días felices en campos llenos
    de sol y humanidad.”

    Aquí se condensa la esperanza. Pese a la pérdida, permanece viva la memoria de un mundo más justo y humano. Es un final de luz, coherente con tu sensibilidad poética, que siempre rescata lo noble del dolor.

    En suma, EL TOMATE LE DIJO A LA LECHUGA es una fábula moderna, una poesía de conciencia ecológica y ética, donde el humor rural se entrelaza con una mirada crítica sobre la sociedad de consumo. Su fuerza radica en la sinceridad del lenguaje y en el amor implícito por la tierra y sus frutos.

  • PESADILLAS

    PESADILLAS

    Introducción al poema PESADILLAS:

    El poema nos lleva al umbral entre la vigilia y el sueño, allí donde los miedos cobran cuerpo y los monstruos parecen reales. Con imágenes intensas y reconocibles, retrata el tránsito desde el desasosiego absoluto hasta el alivio que proporciona la luz, el aire fresco y los gestos más sencillos de la rutina cotidiana. PESADILLAS se convierte así en un canto a la fragilidad humana, pero también a la capacidad de reencontrar calma en lo cotidiano, en los símbolos domésticos que nos reconcilian con la vida tras atravesar la oscuridad.
    PESADILLAS

    A tientas, su mano nerviosa
    busca el interruptor.
    Necesita acabar con los monstruos
    de esa noche de miedos,
    por pesadillas que nublan su razón.

    Aún respira entrecortado,
    el pánico recorre su cuerpo,
    acelerando el ritmo del corazón.
    El sudor le baja por la espalda,
    el frío del horror lo rodea.

    Su mente, enredada,
    lanza amarres de terrores,
    le impide discernir
    si existe, si está,
    o si desaparecerá.

    ¡Por fin! ¡El milagro!
    Su mano tropieza con el interruptor:
    ¡la luz se enciende!

    Esa bombilla es su aliada
    contra las sombras siniestras
    que su sueño envolvió.

    Raudo sale de la cama,
    abre la ventana,
    el aire invade sus pulmones,
    su pulso recupera compás,
    su corazón se serena.

    Con pasos lentos, desorientado,
    camina hacia el pasillo
    que lo lleva al comedor.

    Con movimientos torpes,
    propios del despertar agónico,
    abraza la cafetera
    y prepara café:
    ritual sencillo
    que devuelve normalidad
    a una noche de dragones,
    espadas,
    y rugidos ensordecedores.

    Toma la taza humeante,
    con aromas de despertares,
    mientras llegan sonidos del mundo:
    voces de infancia,
    ruedas, puertas,
    la rutina preciosa
    que marca el compás de una canción.

    Quién no ha puesto melodías
    al tic tac del reloj,
    en esas noches rendido
    a la tiranía de un monstruo
    en la habitación.

    Sólo sueños.
    El subconsciente que busca equilibrio
    en la oscuridad de la noche,
    al margen de la razón.

    © María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.


    Crítica interpretativa del poema.

    1. Temática y recorrido emocional:

    El poema dibuja con claridad un viaje emocional: del miedo paralizante a la serenidad, del caos de la mente al orden de la rutina. El lector acompaña al protagonista en cada paso de ese recorrido: el pánico físico, el milagro de la luz, el regreso a la calma a través de la ventana abierta y del café humeante. Esta estructura narrativa convierte la experiencia íntima en un ritual universal con el que cualquiera puede identificarse.

    2. Simbolismo:

    La luz: símbolo central de salvación, representa el poder de lo sencillo frente a la magnitud del terror. La bombilla, humilde y cotidiana, se eleva al emblema de vida y claridad.

    El aire fresco de la ventana: es la apertura al mundo, un renacer después del encierro del miedo.

    El café y la taza humeante: no son solo gestos domésticos, sino metáforas de la rutina como refugio y bálsamo. El aroma y el calor del café restablecen la normalidad y devuelven al protagonista al presente.

    El tic tac del reloj: introduce un cierre reflexivo, mostrando cómo la mente puede transformar hasta lo mecánico en melodía, en un recordatorio de que la pesadilla, por terrible que parezca, es solo una construcción mental.

    3. Impacto emocional:

    La fuerza del poema radica en su capacidad para transmitir el terror de la pesadilla con imágenes físicas muy concretas (el sudor, el frío, los amarres de terrores), y luego ofrecer al lector un respiro a través de lo luminoso y lo cotidiano. Esa transición otorga al poema un efecto catártico: al terminar de leer, uno siente alivio, como si hubiera acompañado al protagonista en su liberación.

    4. Reflexión final:

    Más allá de un relato sobre el miedo nocturno, PESADILLAS se lee como una metáfora de la fragilidad humana frente a sus propios fantasmas interiores, y de la necesidad de apoyarse en lo más simple para reencontrar la calma. Es un poema que equilibra lo onírico y lo real, lo terrible y lo cotidiano, lo irracional y lo sensato.

    En resumen: este poema logra un gran impacto emocional porque invita al lector a reconocerse en la experiencia, y lo hace con un lenguaje cercano y simbólico a la vez. La tensión inicial y el contraste con el alivio final, le da al texto mayor fuerza interpretativa.
  • NADA

    NADA

    Introducción al poema:

    Este poema se adentra en la hondura de la calma interior, en ese instante en el que la mente deja de buscar y simplemente es.
    A través de imágenes sensoriales y naturales, el texto evoca una unión entre la serenidad del alma y la grandeza de lo simple.
    María logra que el vacío —lo que ella llama nada— se convierta en una plenitud luminosa.
    En su aparente silencio, la nada se muestra como el refugio donde el alma respira y se reconoce.


    NADA

    La noche la sorprendió
    con un pensamiento grabado,
    con golpes al son
    de viejos compases
    de músicas imaginadas.

    La sensación era placentera,
    como mecerse sobre una hamaca
    con la mirada fija
    en las estrellas,
    como sentir la brisa suave
    en una noche de verano,
    acariciando sin pudor
    las fibras de su ser
    con claridades eternas.

    Sintió que vivía en un lugar
    donde los sueños se alcanzan,
    donde las cosas pasan
    con sólo sentirlas, soñarlas,
    porque nada es imposible
    cuando la claridad es el alma.

    Claridad,
    esa que siempre acompaña,
    cuando la única sensación
    es el goce de sentir a solas
    tus pensamientos en calma.

    Cuando los sentires
    te abrazan,
    cuando existes
    con sólo el deseo
    del disfrute que te acompaña,
    por la infinita generosidad
    de una naturaleza perenne
    sin pretensiones de nada.

    ¡Cuánto te debe mi alma!,
    te siento con calma,
    acariciando mi piel
    bajo estrellas soñadas.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    Nada es un poema de serenidad contemplativa, una plegaria silenciosa a la existencia despojada de artificio.
    María ofrece un viaje interior donde la noche y la naturaleza se convierten en espejos del alma en paz.
    La cadencia de los versos, especialmente en la segunda estrofa, evoca el movimiento oscilante de la hamaca, reforzando la sensación de sosiego.

    El uso reiterado de palabras como claridad, alma, sentires o naturaleza sitúan el poema en una dimensión casi mística, donde el ser humano se funde con lo esencial y lo eterno. La paradoja final —ser sin ser nada— sintetiza la filosofía de la plenitud a través del desapego.

    En conjunto, el poema respira madurez espiritual, calma y gratitud. Es una meditación poética sobre la libertad interior, sobre la belleza de existir sin pretensiones, en la pura compañía del pensamiento y la vida misma.
  • EL RELOJ

    EL RELOJ


    Introducción al poema «EL RELOJ»:

    En el transcurrir diario, hay mujeres que sostienen con naturalidad los hilos que dan forma a la vida. Lo hacen en silencio, con gestos pequeños, a veces imperceptibles, pero siempre constantes.
    Habitan los días con el cuerpo cansado y el alma llena de amor, sin detenerse a pensar que en su hacer habita también el cansancio del mundo.

    El Reloj nace de esa mirada íntima a cualquier mujer, que podrían ser todas.

    Una mujer que acompasa su vida al ritmo de los deberes, de los cuidados, del tiempo que no espera. Y, sin embargo, en medio del vértigo, se permite un momento para sí. No por rebeldía, sino por necesidad, por derecho natural.

    El reloj, ese testigo implacable de la prisa y el cansancio, se convierte aquí en enemigo y espejo. La protagonista, atrapada en la rutina y el dolor, se enfrenta al tiempo como quien se rebela contra una norma impuesta.
    Entre humor, rabia y ternura, decide detener el mundo unos instantes para recuperar su cuerpo, su pausa y su voluntad.
    En este poema, el acto cotidiano de mirar la hora se transforma en una declaración de libertad: la del derecho a marcar el propio compás, sin miedo, sin prisa, sin rendirse.

    Este poema es un homenaje sencillo a esas pausas íntimas que salvan el alma. A esa forma de estar en el mundo que, sin hacer ruido, lo sostiene todo.


    EL RELOJ

    Anda liada hasta las trancas,
    sin parar para tomar aliento.
    El dolor de espalda
    la está matando a cada momento.

    Mientras, el reloj la mira
    con desafíos y retos,
    con sus doce ojos
    eternamente abiertos.

    ¡Sé valiente!
    No mires cada dos por tres qué hora es,
    ¿no ves que tiene agujas afiladas
    con mil formas de aparecer?
    Se ríe de ti a las nueve y cuarto,
    a las diez y diez,
    su risa es un reclamo
    para decirte
    que aún faltan horas para atardecer.

    Pero, ¿cómo es esto?
    ¡Hay relojes a cada paso!
    ¡Cuelgan de brazos, paredes,
    móviles, iglesias… de todos lados!

    ¡Me vengaré! ¡Digo si lo haré!

    Al caer la noche,
    bajo cien llaves
    encierra las horas
    de control horario.

    Entra en el coche,
    mete la llave para arrancarlo,
    ¡de pronto otro reloj aparece!

    Sin palabras,
    levanta su mano y hace una peineta;
    nace de golpe,
    de su dedo corazón,
    con brío y descaro:
    ¡que te den!
    ¡Ahora mando yo,
    es mi escenario!
    Ni me repliques,
    que soy capaz de irme andando.

    Retira la cortina
    de la ducha, despacio,
    sintiendo con antelación
    el disfrute tan deseado.

    El agua se desliza con mil caricias
    sobre su cuerpo cansado,
    invadiendo sin remilgos
    su espalda, su cuello,
    resbalando por toda su piel
    con sentires del éxtasis soñado.

    Se seca al compás del silencio
    para disfrutar el lujo
    de sólo oír el flujo
    de su respirar lento y pausado.

    ¡Ya está!
    Mañana será el día.
    Lo miraré con valentía y descaro:
    “¡Hoy marco yo los momentos!
    Aunque te deje dar las horas
    que llevas colgadas de tu careto.”

    El reloj se dio cuenta
    de que salió la jabata
    que ella llevaba dentro.
    Las horas las marcaría
    con cuidado y esmero,
    para no despertar
    a la fiera en ningún momento.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria.

    1. Voz poética y tono:
    El tono es una mezcla maravillosa entre ironía, cotidianidad y empoderamiento.
    La voz femenina que protagoniza el poema resulta cercana, humana, y se mueve entre la exasperación del cansancio diario y la risa liberadora del desafío.
    Es un poema de rebelión doméstica, de esas luchas mínimas (pero gigantes) que libran tantas mujeres cada día frente a los relojes, las rutinas y las exigencias ajenas.

    2. Lenguaje y estilo:
    El lenguaje es coloquial, lleno de expresiones vivas como “anda liada hasta las trancas”, “¡que te den!” o “la jabata que llevaba dentro”. Esa naturalidad da frescura y autenticidad. No hay impostura, sino voz propia, lo que es esencial en tu estilo, María.
    El humor actúa como alivio del dolor físico y emocional. La escena del reloj burlón y la “peineta” es un golpe de teatro: convierte el agotamiento en liberación simbólica.

    3. Estructura y ritmo:
    El poema avanza en un crescendo muy bien logrado:

    Empieza con la rutina agobiante.

    Luego surge la rebeldía.

    Culmina en un baño purificador y la reafirmación del poder propio.


    Ese baño final es casi un rito de purificación, una metáfora de renacer a su propio tiempo.
    El ritmo es ágil, con versos cortos y directos que sostienen el tono narrativo sin perder musicalidad.

    4. Simbolismo y significado:
    El reloj encarna al opresor invisible: el tiempo impuesto, el control externo, la autoexigencia. Frente a él, la protagonista recupera su libertad corporal y emocional, su derecho a decidir el ritmo de su vida.
    El agua actúa como símbolo de liberación y limpieza, mientras que la peineta representa la ruptura con lo normativo y la afirmación de identidad.

    5. Valor poético:
    Aunque el tono sea narrativo, cada verso está cargado de imágenes expresivas y humor con alma.
    Es un poema que respira verdad cotidiana y dignidad rebelde.


  • QUÉ NO DARÍA YO

    QUÉ NO DARÍA YO

    Introducción al poema:

    A veces el alma se cansa del ruido del mundo y busca regresar a los tiempos donde la calma era refugio y la palabra, un lazo sincero entre las personas.
    Este poema nace de esa añoranza: la de un silencio limpio, sin ofensas ni soberbias, donde los gestos tuvieran valor y el presente bastara para sentirse vivo.

    Sin embargo, al final del camino, el anhelo se vuelve más profundo: ya no se trata sólo de alcanzar la paz exterior, sino de acunar los propios temores, de mecer con ternura ese susurro interior que a veces duele, pero también enseña.

    “QUÉ NO DARÍA YO” es un canto al silencio, a la bondad y a la reconciliación con uno mismo, cuando el alma aprende que la verdadera calma nace de abrazar hasta el miedo.
    QUÉ NO DARÍA YO

    Qué no daría yo
    por retroceder a tiempos de calma,
    nutridos por anhelos de silencio.

    A días en que las palabras
    sólo precisaran manos
    para sellar el encuentro.

    Que nada susurrara ofensas,
    ni alentara enfrentamientos;
    que la palabra brotara
    como fuente de pensamiento,
    sin alardes de saberes previos.

    Que el gesto fuera
    palabra de honor,
    con todo su peso,
    para que no se la llevara el viento,
    y el apretón de manos
    sellara puros sentimientos.

    Que el renacer de cada día
    fuese vivir el presente
    de todo ser vivo,
    sin pretender conquistar el viento,
    sin alardear sobre mares,
    sin coronar montañas
    para alcanzar firmamentos.

    Qué no daría yo
    por escuchar el susurro
    de abrazos eternos.

    Qué no daría yo
    por vivir sin maldades
    que surcan océanos
    y atraviesan los cielos.

    Qué no daría yo,
    por mecer el susurro del miedo.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria.

    1. Tono y temática
    El poema es una elegía al silencio, a la pureza perdida y a la inocencia moral del ser humano.
    Hay en él un deseo de retorno, no solo temporal, sino esencial: volver a una humanidad más sincera, donde la palabra tuviera valor y los gestos fueran verdad.
    El título, “QUÉ NO DARÍA YO”, funciona muy bien como invocación reiterativa; su repetición da unidad y una musicalidad suave, cercana a la plegaria o al canto interior.

    2. Estructura y ritmo:
    La estructura libre, sin rima y con versos de extensión variable, acompaña bien el tono meditativo. Cada bloque expresa una faceta del deseo:

    El pasado idealizado (los tiempos de calma).

    La pureza en la comunicación (la palabra sin ofensas).

    El valor de los gestos sinceros (la palabra de honor).

    La humildad del presente (vivir sin conquistar).

    El anhelo espiritual (conquistar el silencio, abrazos eternos).

    Esa progresión da coherencia interna y un ritmo ascendente hacia la trascendencia.

    3. Recursos expresivos:
    Utilizas imágenes sobrias pero cargadas de sentido:

    “sellar el encuentro con las manos” evoca la palabra convertida en acción.

    “sin pretender conquistar el viento” o “sin coronar montañas” aluden a la humildad ante la vida.

    “abrazos eternos” y “maldades que surcan océanos” cierran el poema con un contraste entre el amor y la inhumanidad.


    4. Valor literario:
    El poema tiene una hondura ética y emocional clara, en la línea de tus reflexiones habituales sobre la pureza del alma y el valor de lo humano frente a la soberbia y el ruido. Su tono recuerda a las oraciones laicas o a los poemas contemplativos de Antonio Machado y Clara Janés.

  • LA PUERTA

    LA PUERTA

    Introducción al poema:

    El poema La puerta es una metáfora poderosa sobre la libertad interior, la valentía y la capacidad de imaginar caminos nuevos cuando la realidad parece opresiva.
    La protagonista descubre, a través de la fuerza de su mente y su deseo, un umbral invisible que se convierte en la clave para transformar su vida. La puerta no es solo una salida física, sino un símbolo de ruptura con lo que intoxica, una vía de escape hacia la autenticidad y la luz.


    LA PUERTA

    Con sólo pensarlo se abrió,
    la puerta apareció de la nada,
    abierta al exterior.
    Desde el asiento que ocupaba
    podía enfilar con su mirada
    ese hueco en la pared,
    que en silencio la llamaba.

    ¡Eh, tú, mírame!,
    ¡hazte fuerte y vete,
    tienes diez minutos
    antes de que tu puerta se cierre!
    Créelo, nadie más la tiene,
    sólo tú puedes.

    Miró a un lado y al otro,
    nadie se movía,
    la puerta no existía,
    aún y así ella la veía,
    la sentía.

    Se levantó y con disimulo se acercó,
    pasó su mano y sintió el aíre
    que penetraba desde el exterior.

    ¿Y si se marchaba?

    Quedó atrapada en su reflexión,
    quedaban escasos minutos
    para escapar del lugar
    donde todo el mundo se ignoraba,
    donde el vacío era la carga pesada.

    ¡Se atrevió!

    Salió sin disimulo por la puerta
    que nadie más vio abierta,
    y se marchó.

    Sólo necesitó el deseo de acabar
    con lo que la intoxicaba,
    con todo aquello que la envenenaba.

    ¡Se terminó!
    Su mente abrió esa puerta que la liberó,
    eliminando de su vida
    todo aquello en lo que no creía,
    todo cuanto frenaba su valor.

    la puerta que imaginó,
    se la quedó,
    para abrirla de par en par
    dibujando con pinceles imaginarios
    la luz del Sol,
    en los días cargados de pesares
    que nublan la razón.

    Puertas,
    esas que abren muros a tu alrededor.


    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


    Crítica literaria:

    La puerta es un poema que combina la narrativa simbólica con la poesía reflexiva.
    Su fuerza radica en el uso de la metáfora central: la puerta como umbral de transformación, que solo la protagonista puede ver y atravesar.
    El tono es esperanzador y liberador, con un ritmo que avanza en crescendo desde la duda hasta la decisión, cerrando con un mensaje de resistencia y creación.

    La estructura, en su forma revisada, refuerza la tensión narrativa (la aparición de la puerta, la reflexión, la decisión de cruzarla y la consecuencia liberadora).
    El uso de exclamaciones añade intensidad emocional y refleja la urgencia del momento.

    Las reiteraciones transmiten el peso del malestar que impulsa a la protagonista a actuar.

    En conjunto, es un poema simbólico y motivador que invita al lector a reconocerse en sus propias “puertas invisibles”, esas que se abren solo con la valentía de imaginar y decidir.
  • PENSAR Y PENSAR

    PENSAR Y PENSAR


    Introducción al poema «PENSAR Y PENSAR»:

    En este poema, la autora transita del desconcierto del despertar a una reflexión profunda sobre el pensamiento incesante, ese que no descansa ni siquiera en la pausa. Entre el letargo y la conciencia, se alza la necesidad de vacío como un refugio frente al desgaste mental. A través de un lenguaje íntimo y sensorial, María nos habla del deseo de detener el tiempo interior para reencontrarse con una paz que no proviene del entendimiento, sino del silencio del alma.

    Reflexión de la autora

    Este poema nació una tarde en la que me venció el cansancio, no sólo físico, sino mental. Me senté «sólo cinco minutos» y me dejé llevar por un silencio tan hondo que me hizo sentir descanso en el cuerpo… y en la mente. Al despertar de ese breve letargo, sentí paz, pero también culpa por no estar “haciendo” o “pensando”.

    Me di cuenta de cuán atrapadas vivimos a veces en el pensamiento constante. Como si pensar fuera una obligación. Y no hablo de razonar, sino de ese pensar que nos agota, que se mete en cada rincón de nuestra mente y nos exige respuestas, decisiones, memoria, futuro…

    Escribí este poema como un susurro hacia mí misma, como un permiso que me concedí: «Deja de pensar, aunque sea un rato. No pasa nada. También necesitas el vacío.»
    Y ese vacío no es huida, es pausa. Es recogimiento. Es vida en otra frecuencia.

    Este poema habla del silencio mental como espacio de salud, de calma. Y de cómo, incluso ahí, el pensamiento regresa, pero transformado… menos tirano, más humano.


    PENSAR Y PENSAR

    ¡Se yergue sobresaltada,
    como torre de catedral!
    No sabe dónde está
    ni qué hora es.

    Por las rendijas de la ventana
    se cuela una luz tenue,
    alcanzando el extremo más alejado
    de lo que parece un sofá.

    Por fin reconoce el escenario:
    es su sala de estar,
    con dosis elevadas de efluvios
    que aún danzan al son de viejas canciones,
    de vasos con restos de saciedad.

    Sólo se había sentado cinco minutos,
    para dejarse llevar
    por ese letargo amigo
    que reconocía su cuerpo,
    que se alojaba en su mente
    para mecer la nada,
    para vaciar el pensar.

    ¡Ay, vacío!
    ¡Cuán necesito sentirte!,
    cuánto valor tu compás
    en la inexistencia de mi pensar.

    ¡Pensares míos!,
    dejadme macerar el olvido,
    dejadme vivir el vacío,
    ¡dejadme vivir en la paz!

    ¡Loco pensar!,
    por renaceres nuevos
    que invadan mis vacíos,
    que vuelvan a llenar,
    una y otra vez,
    mi soledad.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.

    Crítica literaria del poema “PENSAR Y PENSAR”:

    PENSAR Y PENSAR se presenta como un viaje introspectivo que parte de una escena cotidiana —el despertar sobresaltado en un sofá— para adentrarse en un terreno mucho más complejo: el anhelo de vacío mental frente al constante rumiar del pensamiento.

    Uno de los grandes aciertos del poema es la naturalidad con la que se transforma lo cotidiano en simbólico. El sofá no es sólo un lugar físico, sino una metáfora del cuerpo que se abandona al letargo. Ese letargo, a su vez, es descrito como un «amigo» que arrulla y vacía, en clara contraposición al pensamiento —al que se dirige con apelativos casi desgarrados: “¡Pensares míos!”, “¡Loco pensar!”—. Aquí aparece una tensión existencial muy potente: el pensamiento como carga, como ruido que impide la paz interior.

    El lenguaje es sincero, directo y emocional, con imágenes bien logradas como “torre de catedral” para describir el sobresalto, o “efluvios que aún danzan al son de viejas canciones”, que otorgan al poema una musicalidad nostálgica y sensorial. Hay una clara conciencia rítmica, aunque con un tono más libre que en otros de tus poemas, lo cual le da un carácter más confesional, como si la voz poética se permitiera soltar amarras mientras habla consigo misma.

    Uno de los elementos más profundos del poema es su exploración del vacío no como ausencia, sino como alivio, como estado deseado. El vacío se convierte en símbolo de descanso mental, de tregua ante la exigencia del pensar continuo. Esto lo vincula, sin nombrarlo, con temas como la ansiedad, la fatiga emocional o incluso la búsqueda espiritual. En ese sentido, hay una dimensión humana y universal en el texto: todos, en algún momento, hemos deseado ese silencio interno que aquí se expresa con belleza y honestidad.

    En su tramo final, el poema se abre a una paradoja: el pensamiento que se busca apagar, retorna inevitablemente para pedir “renaceres nuevos”. Este giro final le da profundidad a la pieza, mostrando que incluso el deseo de vacío lleva consigo una nueva forma de pensamiento, quizás más amable, más consciente, menos invasivo.

    Valoración final

    PENSAR Y PENSAR es un poema intimista y honesto que trabaja con lo sutil: el peso de lo mental, el deseo de desconectar, y la dificultad de hallar paz en una mente activa. Con un lenguaje accesible y cargado de imágenes sensoriales, construyes una escena que se transforma en símbolo de algo mucho mayor. Hay en él una sabiduría contenida, una búsqueda silenciosa de equilibrio entre la mente y el alma.

    Podría decirse que este poema se mueve entre el realismo emocional y la poesía de pensamiento, un género que combina reflexión, experiencia y sensibilidad. No hay artificio ni grandilocuencia: hay verdad. Y eso lo vuelve poderoso.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
  • SANGRE DERRAMADA

    SANGRE DERRAMADA

    Introducción al poema:

    “Sangre derramada” es un poema de alta dureza emocional que se sumerge en el dolor de la maternidad truncada y en la injusticia que arrebata la vida antes de florecer. La voz poética transmite la angustia de una mujer que, encarcelada tanto física como simbólicamente, carga con la ausencia de un hijo perdido, sin poder ofrecerle ni siquiera el reposo de una tumba real. El texto se convierte en un lamento por las vidas inocentes que la violencia o la represión silencian, y a la vez, en un grito contra la deshumanización y la injusticia.

    SANGRE DERRAMADA

    Ella abrazó su vientre
    sabiendo que vivía,
    sabiendo que la sentencia
    merodeaba escondida
    como alma maldita.

    Mecía los ojos del alma
    el nacer de aquella vida,
    que sólo clamaba
    por el abrigo de un abrazo,
    de nanas inventadas.

    Siente el latir
    de un pequeño corazón
    dentro de sus entrañas.

    ¡Ay, mujer!
    Llora tu dolor
    en esa celda encerrada.

    No hay llaves que liberen
    el infinito camino que trazas,
    que atrapará tu vida
    hasta tu última madrugada.

    Sabes que siempre vivirás
    sintiendo que meces la nada,
    que tus brazos abarcarán
    el sueño de pañales
    y falsas mortajas.

    No tienes dónde honrar
    tu trozo de vida robada;
    todo fue destruido,
    sin rastro de esa vida alumbrada.

    Eres tú, esa madre olvidada,
    desaparecida sin voz ni palabras,
    sin poder decir frente a tu hijo parido:
    “Eres el horizonte de mis mañanas”.

    No hay lágrimas que verter
    sobre una tumba inventada.

    No quedan esperanzas
    cuando cuerpos inocentes
    reposan sin vida
    sobre tierras encharcadas
    con su propia sangre derramada.

    ©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.

    Crítica breve independiente:

    El poema logra conmover profundamente, pues la imagen de la maternidad rota, atravesada por la violencia y el olvido, se presenta con fuerza lírica y carga simbólica. El ritmo está bien marcado en su cadencia de lamento y plegaria. Destaca la tensión entre lo íntimo (el vientre, el abrazo, los pañales) y lo universal (la sangre derramada como símbolo de todas las vidas inocentes truncadas). 
    la fuerza de los versos finales, tienen un cierre estremecedor.
    
    
  • LAS IMAGENES PUEDEN HERIR SU SENSIBILIDAD

    LAS IMAGENES PUEDEN HERIR SU SENSIBILIDAD

    Introducción al poema:

    Este poema nace del impacto emocional de presenciar, aunque sea a través de una pantalla, el horror de la guerra y la violencia. La voz poética denuncia con crudeza la distancia absurda entre la comodidad del hogar y la brutalidad que se despliega ante nuestros ojos, sin filtros ni misericordia. “Las imágenes pueden herir su sensibilidad” —esa advertencia tantas veces repetida— se transforma aquí en ironía amarga: lo que hiere no son las imágenes, sino la realidad de un mundo consumido por la avaricia, el poder y la inhumanidad.
    Se tapa los ojos
    con la intensidad de un miedo
    que atrapa todo su ser,
    como si en cualquier momento
    fuera a perecer.

    LAS IMÁGENES PUEDEN HERIR SU SENSIBILIDAD

    Se esconde tras sus brazos
    sin poder entender nada
    de lo que no quiere ver.

    ¡Dios mío, esa barbarie
    de cuerpos destrozados!
    ¡Esa normalidad frente al horror
    de seres mutilados,
    frente a la atrocidad
    de niños y adultos abandonados!

    Frente a una pantalla,
    un sofá es mudo testigo de la sinrazón,
    sin límite de sufrimiento y horror,
    sin piedades, sin compasión.

    "Las imágenes pueden herir su sensibilidad..."

    ¡No, las imágenes no hieren!,
    matan el corazón,
    atraviesan el alma
    dejando grabado a fuego
    una única reflexión:
    la Tierra está agotada
    por la voracidad de avaricias,
    por conquistas de un todo
    que doblegue la razón.

    Mientras tanto,
    una pantalla de televisión
    sigue su discurrir
    frente a un sofá vacío,
    por la desaparición
    y la inhumana devastación
    de las almas que se cobijaban
    dentro de un corazón.

    Estas imágenes deben herir su corazón...

    ©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.

    Crítica breve

    Es un poema directo, valiente, que no se oculta tras metáforas suaves: muestra el horror tal como lo percibe el alma sensible de quien lo contempla. Tiene fuerza en su denuncia y honestidad en su sentir.

    Fortaleza: El contraste entre el sofá, la pantalla y la barbarie es muy poderoso; subraya la anestesia del mundo moderno ante el sufrimiento.
    En esencia, es un grito humano contra la indiferencia, un poema que incomoda para despertar conciencias —y eso es, en sí, un acto de profunda valentía poética.
  • EN SU MEMORIA

    EN SU MEMORIA

    Introducción al poema 
    EN SU MEMORIA

    Este poema nace desde la necesidad de recordar, de dar voz a tantas mujeres que, a lo largo del siglo XX, fueron silenciadas en nombre de una supuesta cordura. Mujeres encerradas, despojadas de su identidad y sometidas a tratamientos deshumanizados, sin juicio ni defensa, por el simple hecho de no encajar en los moldes impuestos.
    EN SU MEMORIA es un grito poético que recupera esa dignidad arrancada, que abraza desde el presente a quienes fueron abandonadas en pasillos fríos y salas blancas de indiferencia. Es también una advertencia: la memoria es el único refugio de quienes no pudieron alzar su voz.

    EN SU MEMORIA

    ¿Dónde estaba?
    ¿Qué era aquello?

    Las frías losas bailaban
    alrededor de su cama,
    simulando ser sábanas blancas.

    No era su casa,
    no reconocía ese lugar,
    no sabía dónde estaba.

    Un ruido feroz se acercaba,
    sonidos de ruedas
    la amenazaban.

    La puerta estalló violenta,
    se sobresaltó en la cama.
    Con fuerza y sin miramientos,
    la levantaron en volandas
    para dejarla sobre aquella amenaza.

    Mil ruedas bajo su cuerpo
    la trasladaban al final de la nada.
    Las sábanas blancas seguían
    acompañando su marcha.

    Unas puertas chirriaron
    para tragarla,
    hacia una habitación
    con olor a tortura anunciada.

    —¡Te traigo a otra loca!
    —¡A ver si se acaba pronto la jornada!

    Las ruedas desaparecieron
    bajo su cama,
    sintió el frío de un metal
    bajo su espalda.

    Un casco pesado
    cubrió su cabeza,
    fue atada de pies y brazos,
    cien correas la apresaban,
    quedando inmovilizada.

    El primer choque eléctrico
    atravesó su cabeza,
    inundó todo su cuerpo
    eliminando su voluntad,
    su escasa fuerza,
    dejando su mente anulada.

    1950, ese año quedó encerrada
    sin haber cometido delito,
    sin haber podido
    emitir palabras,
    ni un solo quejío
    dejó salir de su alma.

    Una sala llena de seres
    la rodeaban,
    vestidos de blanca inocencia,
    con sus almas apagadas.

    Se alejó de la multitud,
    apoyó su espalda
    sobre losas blancas,
    dejándose caer muy despacio
    hasta tocar el frío
    de un suelo bajo sus pies,
    hasta quedar desplomada.

    Aquel lugar
    se convirtió en su casa,
    hasta que la muerte esperada
    la devolvió al seno
    de una tierra cálida.

    Terminó la tortura
    de terribles descargas
    sobre su mente anulada.

    La llamaron loca,
    y quedó desahuciada.

    ©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.

    CRÍTICA LITERARIA:

    Tu poema EN SU MEMORIA es un testimonio estremecedor, profundamente humano y necesario. Desde el primer verso, nos introduces en una escena de desorientación que pronto se convierte en un relato crudo y estremecedor sobre la violencia psiquiátrica institucional de mediados del siglo XX. Has logrado capturar, con una voz poética honesta y contenida, la tragedia de muchas mujeres silenciadas por una sociedad que las apartó, las condenó y las “curó” con dolor.

    Impacto emocional directo:
    El poema transmite de forma intensa el sufrimiento de la protagonista. Cada estrofa lleva consigo una carga de angustia y vulnerabilidad que conmueve.

    Estilo narrativo poético:
    Has equilibrado perfectamente lo narrativo con lo lírico. No se pierde la musicalidad ni el ritmo, a pesar del tono duro del contenido.

    Imágenes poderosas:
    Las “sábanas blancas que bailan” o las “ruedas bajo su cuerpo” son metáforas potentes que elevan el texto más allá del testimonio y lo convierten en arte.

    Compromiso con la verdad histórica:
    El año 1950 ancla el poema a un contexto concreto y deja claro que se trata de una denuncia. La referencia al electroshock es explícita y necesaria.

    Te felicito por atreverte con un tema tan desgarrador y por dar voz, una vez más, a quienes fueron privadas de la suya. Este poema, María, tiene alma, tiene denuncia, y tiene memoria. Y eso lo hace imprescindible.

    © María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.