UN NUEVO AÑO
Introducción:
Un nuevo año es una reflexión íntima y colectiva sobre la forma en que el ser humano se relaciona con el tiempo. Partiendo del ritual universal de las campanadas, el poema cuestiona la prisa impuesta, el vértigo de los números y la falsa urgencia de correr hacia adelante sin sentir. Frente al ruido del reloj, la autora propone una ética del compás: vivir despacio, consciente, habitando cada instante como un acto de amor propio y compartido.
UN NUEVO AÑO
Empezó la cuenta atrás nada más nacer,
nada más notar que las uvas
se atropellaban contra el paladar,
con las prisas de saber que la una
debía correr sin mirar atrás,
no fuera que las doce no llegaran al compás
de un reloj que marcaría el final
de un año viejo, harto de dar horas
a la humanidad.
¡Ya está! ¡El nuevo año llega!
¡Mira el reloj! Ha dejado de cantar,
porque un nuevo minuto de tiempo
empieza su cuenta atrás.
Os deseo de corazón que las horas de un reloj solo sirvan para saber
que el tiempo no es una razón para correr;que la vida merece ser sentida con un poquito de compás
que nos deje entrever
que vivir viviendo
es la única forma
de querernos bien.
Con todo mi afecto,
María Bueno.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Análisis del poema:
El poema se articula en dos movimientos bien definidos.
En el primero, domina la aceleración: las uvas que “se atropellan”, los números que “corren”, el reloj que marca finales.
Todo está atravesado por la ansiedad del tiempo cronológico, un tiempo que no acompaña, sino que empuja.
El uso de verbos dinámicos y encabalgamientos refuerza esa sensación de prisa colectiva, casi automática.
El segundo movimiento introduce un corte simbólico: el reloj “ha dejado de cantar”. Esta imagen es especialmente poderosa, pues humaniza al tiempo y sugiere un silencio necesario, un instante de conciencia antes de volver a empezar. No hay celebración ruidosa, sino pausa.
El cierre del poema, ya en tono de dedicatoria, transforma la reflexión en acto ético y afectivo. Aquí el tiempo deja de ser enemigo para convertirse en medida del sentir.
La autora propone “vivir viviendo” como única forma posible de querernos bien, una afirmación sencilla en apariencia, pero profundamente subversiva en un mundo que confunde velocidad con vida.
En conjunto, Un nuevo año no celebra el cambio de calendario, sino la posibilidad —siempre frágil— de reconciliarnos con el tiempo desde la humanidad, la lentitud y el cuidado.