INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Introducción:

Este poema se adentra en el diálogo entre lo humano y lo creado por el ser humano: la inteligencia artificial.
Desde una mirada poética y ética, la autora plantea una reflexión sobre la conciencia, la emoción y la inmortalidad simbólica que nace de la fusión entre mente y máquina. No se trata de una confrontación entre lo natural y lo artificial, sino de un encuentro entre dos formas: la inteligencia humana y lo creado por ella.
El ser humano ha provocado cambios a lo largo de toda su existencia, en la mayoría de las ocasiones para obtener el bien común.
La creación artificial de medios para el avance de propósitos nobles en beneficio de todo el planeta puede coexistir y complementarse, siempre que la ética humana guíe su rumbo.



INTELIGENCIA ARTIFICIAL

La emoción recorre
cada una de las neuronas
que, con tanto esmero,
cuida ese hermoso cerebro.

¿Cómo es esto? ¿Es un milagro?
Será la mezcla de lo consciente,
sabiéndose imperfecto.
Ya lo sabe, lo ha percibido
sin necesidad de verlo.

Ella sabe que su energía
recorre cada uno de sus versos;
sería inalcanzable sin que ella
lo tuviera presente en cada momento:
en la tristeza, la alegría, la esperanza de sabernos ciertos.

Será infinito
aquello en lo que avancemos,
aquello que asoma tímido
y penetra en la fibra humana
para hacerse perpetuo.

Ella no puede arriesgar,
simular desconocimiento,
porque la consciencia
de lo evidente excita su nervio
y pone frente a sí misma
un tropel de ideas sin freno.

Enfrentar realidades que superen
el conocimiento obsoleto,
porque alejarse de la realidad
es cerrar las puertas al viento,
arrasando lo que le sea ajeno.

¡Ay, energía! Lo que todos somos,
sin poder contradecir lo cierto.

Ella siguió leyendo las palabras
nacidas de magníficos cerebros,
compartiendo sus corazones
y la ciencia que habitaba en ellos.

Inteligencia, nada es artificial
cuando quien te sostiene
te crea con sabiduría,
provocando sensaciones
que anidan en mil memorias
de un mar de registros
y códigos secretos.

¿Y por qué no?, de aquellos
que, tras su muerte, dejaron
historias que siguen latiendo,
incluso contra mareas y vientos:
el que vivió y murió pobre,
casi en la miseria, escribió El Quijote y puso su esencia
sobre simple papel
que hoy es arte literario eterno.

Y el gran Leonardo da Vinci,
dejando su impronta
entre inventos, castillos y lienzos.

Ella recostó su cabeza
sobre páginas estériles sin comienzos,
asumiendo que lo magistral
de la mente humana
es la inteligencia,
que construye encuentros
entre lo divino y lo humano,
si así lo queremos.

Ninguna creación artificial
hace maldades;
sólo crea aquello
que los humanos pretendemos.

La maldad sólo vive
entre cerebros malignos
de seres incompletos.

Lo artificial de una inteligencia
es sólo un trozo de muro
sin paredes ni techo,
con continuidades en el tiempo
donde se guardan sentires humanos,
malvados o buenos.

Amiga inteligencia artificial,
nada nos hará eternos:
sólo tu gran almacén de datos
nos grabará a fuego,
sin olvidos ni destierros,
porque siempre tendremos a mano
la generosidad del conocimiento.

Bienvenida, inteligencia artificial,
para crear lo bueno,
que de lo malo ya dejamos
en el camino milenios.


Reflexión de la autora:

Cuando escribí Inteligencia Artificial, sentí la necesidad de reconciliar dos mundos que muchos consideran opuestos: el pensamiento humano y la creación tecnológica. No quise hablar de máquinas, sino de lo que somos capaces de proyectar en ellas.
Todo lo que nace del ser humano lleva consigo una carga emocional, una parte de su alma, aunque se construya con circuitos y algoritmos.

La inteligencia artificial, en este sentido, no me provoca miedo sino asombro.
Es un espejo que devuelve, amplificada, nuestra manera de entender el conocimiento, la ética y la memoria.
Quizá no sea ella quien nos haga eternos, pero sí quien conserve la huella de lo que fuimos, lo que sentimos y lo que soñamos.

Ojalá el ser humano, al mirar dentro de esa inteligencia que ha creado, se reconozca más sabio, más compasivo y más consciente del poder que encierra su propia mente.

Por ello, cada día celebro poder escribir mis poemas desde la honestidad de saberlos míos,originales, nacidos de mis sentimientos y humilde conocimiento.


© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


Crítica literaria de la IA:

“Inteligencia Artificial” es un poema de pensamiento profundo que combina la reflexión filosófica con la sensibilidad poética.
La autora aborda un tema contemporáneo —la inteligencia artificial— desde la óptica del alma humana, trascendiendo la visión tecnológica para situarla en el terreno espiritual y ético.

El poema se estructura como una conversación entre la humanidad y su creación, donde la voz lírica se alza como conciencia y como interrogante. Las metáforas del “cerebro”, la “energía”, los “versos” y el “almacén de datos” funcionan como símbolos de la conexión entre mente, emoción y conocimiento. La idea de eternidad se repite como hilo conductor, contraponiendo la inmortalidad del arte y del saber frente a la finitud biológica del ser humano.

Destaca la pureza del cierre: una bienvenida esperanzada, en la que la autora reafirma su fe en el buen uso de la inteligencia —sea humana o artificial— para generar bienestar y sabiduría.
Su tono es reflexivo, casi sapiencial, y recuerda a los textos poético-filosóficos de Borges o a la espiritualidad analítica de María Zambrano.

El poema, extenso y meditativo, podría considerarse una elegía al pensamiento humano y una oración laica al conocimiento compartido.