EL MANTEL

Autora fotografía: María Bueno.


Introducción al poema:

El poema “El mantel” es una evocación íntima y cálida de la memoria familiar, donde un objeto cotidiano —un viejo mantel— se convierte en símbolo de unión, de tradición y de la fuerza de los recuerdos compartidos.
A través de imágenes vivaces de la mesa de domingo, la autora rescata no solo sabores y aromas, sino también conversaciones, afectos y un modo de vivir que, afortunadamente, se resiste a desaparecer.
EL MANTEL

El cajón abierto deja asomar
los hilos desgastados
de un viejo mantel en desuso,
a la sombra de recuerdos
de una mesa llena de sueños,
de amores y quebrantos:

¡Se oyen los pasos!
¡Llegan en tropel!
Para la comida del domingo deseado.

Ahora toca recibir a la vajilla
sobre el mantel blanco inmaculado.
Mil voces se unen para gritar
la alegría de un encuentro esperado,
el de cada domingo alrededor
de fuentes, platos y viandas
hechas a la lumbre del fogón,
que da fuelle al cocido
de garbanzos lechosos,
con una buena "pringá",
con su morcillo, su tocino,
su buena gallina vieja,
patatas tiernas, puerros y zanahorias
que revolotean y tropiezan
contra las paredes
de un puchero de barro,
desprendiendo olores
que llegan a todos los olfatos.

Sentados esperan "esmayaos"
a la olla que se va acercando,
con ceremoniosa marcha
desde la cocina
al centro de la mesa,
vestida con un impoluto
mantel de hilo blanco.

¡Qué rico! ¡Qué bueno está este caldo!
Ya lo dicen todos:
¡Nada como la comida de un domingo
sobre un mantel bien planchado!

Cada vez que ese viejo mantel
cae en mis manos,
recuerdo con añoranza
las largas charlas de sobremesa
sobre penurias, fracasos
y retos alcanzados.

Y así devuelvo el viejo mantel
al cajón sin ser capaz de tirarlo,
porque los sentires que rememora
tejen con fuerza mi memoria
y mi vivir diario.

Un simple trozo de tela
que vive en un cajón
con un valor extraordinario.


©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.


Crítica y análisis literario breve:

“El mantel” emplea la técnica de la metonimia, donde un objeto cotidiano adquiere la fuerza simbólica de representar la memoria familiar. La voz poética enlaza lo doméstico con lo trascendente, transformando un simple tejido en guardián de aromas, voces y afectos.

El poema se construye sobre un ritmo narrativo-sensorial, que mezcla descripciones culinarias, exclamaciones populares y recuerdos íntimos. La alternancia entre lo vivido (la mesa del domingo) y lo evocado (la nostalgia al reencontrar el mantel) refuerza su tono de homenaje.

La autenticidad se potencia con el uso de expresiones locales como "pringá" o "esmayaos", que aportan oralidad y cercanía. En conjunto, el poema es un ejercicio de poesía de la memoria, donde lo sencillo se engrandece al convertirse en depositario de emociones colectivas y personales.