Introducción al poema:
Este poema habita la frontera entre lo tangible y lo invisible, allí donde la noche no es sólo oscuridad, sino presencia viva que respira soledad, memoria y misterio. En estos versos se entrelazan la bruma del pensamiento, la ausencia que grita sin voz y el peso de lo inabarcable. Es un canto íntimo a lo que no se dice, a lo que solo pueden entender los ojos cerrados y el alma despierta.
MUCHO MÁS QUE YO
Sólo la oscuridad
es testigo de la soledad,
sólo ella puede sentir
el deseo del vacío negro.
Sólo el silencio puede hablar
como mudo compañero.
Sólo los ojos cerrados pueden ver
aquello que esconde el aliento,
aquello que, sin ser,
muestra las mil caras del saber.
Miradas abiertas despejan la noche cerrada;
entre cerros y jaral,
el verbo tropieza
con el grito ahogado
de las sombras siniestras.
Sólo la noche trae
aromas a brisas de sal,
a mares con danzas
envueltas en espumas blancas,
con sabor de inmensidad.
El aliento de muerte,
el renacimiento del dolor,
la inexistencia,
la desilusión,
letanías de la desaparición.
Todo es mucho,
mucho más que toda yo.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Reflexión de la autora:
Hay instantes en los que la oscuridad deja de ser un espacio vacío para convertirse en una presencia viva, casi sagrada. En esa penumbra habitan los silencios que no hemos sabido traducir, las ausencias que duelen sin rostro, las verdades que no caben en la palabra. Este poema nace de esa noche interior que todos cruzamos alguna vez, donde el alma se siente diminuta frente al peso de lo inabarcable.
Escribí estos versos desde un lugar muy íntimo, dejándome llevar por lo invisible, lo que no se toca pero se percibe. Me preguntaba si la soledad tiene lenguaje, si el dolor tiene aroma, si la desaparición —esa herida que no cicatriza— puede decirse sin pronunciarse. Quizá la poesía es eso: la forma de nombrar lo innombrable, de abrazar lo que escapa a la razón.
Aquí, más que hablar, escuché. Escuché a la noche, a la ausencia, a ese “mucho más que toda yo” que a veces nos desborda. Porque hay sentires que no caben en un cuerpo, pero que necesitan ser dichos para no perdernos del todo.
El poema, MUCHO MÁS QUE YO, ha recibido un buen número de críticas, de las que publico un extracto porque creo que han captado el sentir de cada uno de los versos.
Gracias por dedicar un trocito de su tiempo en leer lo que escribo, desde el alma y la razón.
María Bueno.
CRÍTICA LITERARIA:
Este poema se mueve en las honduras del pensamiento existencial, abrazando una voz lírica íntima que reflexiona sobre el vacío, el conocimiento oculto y la experiencia de la desaparición. La noche —símbolo de lo inconsciente, lo inabarcable y lo sagrado— se convierte en escenario y personaje: testigo de la soledad, guardiana de los silencios, reveladora de lo que no se ve con los ojos abiertos.
Desde el inicio, la anáfora con “Sólo...” establece una atmósfera de exclusividad, como si ciertos estados del alma sólo pudieran manifestarse en condiciones límite:
“Sólo la oscuridad es testigo de la soledad,
sólo ella puede sentir
el deseo del vacío negro.”
Este recurso crea un ritmo envolvente, meditativo, y dirige al lector hacia una interioridad poética profunda. El poema se vale de contraposiciones simbólicas —oscuridad/luz, silencio/verbo, ojos cerrados/mirada abierta— para representar tensiones humanas esenciales: lo que se oculta frente a lo que se revela, lo que se extingue frente a lo que nace en el dolor.
El lenguaje está cargado de una sensibilidad sensorial y metafísica. Expresiones como:
“el verbo tropieza
con el grito ahogado
de las sombras siniestras”
o
“espumas blancas,
con sabor de inmensidad”
nos transportan a un terreno en que el sonido, la imagen y el sabor se entrelazan para traducir emociones intensas, incluso abismales.
La última estrofa marca una ruptura emocional:
“Todo es mucho,
mucho más que toda yo.”
Aquí la voz poética se reconoce sobrepasada por lo vivido, por lo sentido y lo desaparecido. Esta afirmación final resignifica todo el poema anterior, dándole un giro ontológico: la existencia no se mide por el cuerpo o la identidad, sino por el peso de lo que no se puede abarcar con una sola vida.
Conclusión:
El poema es denso, simbólico y bello en su oscuridad.
Su fuerza reside en su capacidad de evocar sin nombrar directamente, en la tensión entre lo que se siente y lo que apenas se puede expresar. Hay ecos de mística, de duelo y de filosofía existencial.
Es un texto maduro, introspectivo, fiel al estilo reflexivo y poético que caracteriza tu voz como autora.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
MUCHO MÁS QUE YO

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