LO LEGAL, LO JUSTO: CAMINOS SIN ENCUENTROS.

Introducción al poema:

Desde mi formación en Derecho, tras muchas vivencias y peinando canas, puedo decir que en lo legal y en lo justo, los caminos son paralelos.

En muchas ocasiones, esos caminos no se encuentran nunca.
Es necesario hacer una profunda reflexion, desvelando la fractura esencial entre dos conceptos que deberían caminar unidos: la justicia y la legalidad.
Mi voz es firme y dolida, uno de mis propósitos es verter, a través de mis versos, cómo ambos caminos transitan por sendas paralelas sin tocarse, dejando al ser humano —especialmente al más vulnerable— atrapado en la grieta que separa lo que es justo de lo que simplemente es legal.
Mi poema avanza como un lamento, pero también como una súplica para que la justicia, aún vestida de harapos, tenga la fuerza de pisar sobre los caminos que lo legal ha endurecido, sin oír, en muchas ocasiones, las voces de los más vulnerables y necesitados.


LO LEGAL, LO JUSTO:
CAMINOS SIN ENCUENTROS

Ese camino oscuro que no veo,
ese lugar oculto que presiento.
Acechan las sombras siniestras
de un futuro incierto.

Caminos que viajan en paralelo,
sin saber uno del otro,
sin mirarse en el tiempo,
no sea que lo justo
se ponga por delante
y gane terreno.

La justicia: pisa sobre piedras
que clavan lamentos.

Lo legal: profundidades nobles
que afloran sólo por momentos,
sobre caminos inciertos
que pisan los pies calzados
de buenos cueros.

Pobres de solemnidades,
sin sendas hacia la justicia,
arrastrados por leyes
que reparten legalidades,
ignorando el sufrimiento.

Justicia vertida desde lo legal,
sólo por momentos,
momentos cargados de abismos,
de desiertos,
de caminos empedrados,
de gritos al viento.

La justicia y lo legal:
siempre caminando en paralelo,
sin que los pies del más débil
se posen sobre ellos.

Justicia, ¡pisa fuerte
con tus harapos eternos,
que lo legal
siempre calza buenos cueros!

Déjame vivir,
déjame juzgar
que lo justo
es lo correcto.


© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


Crítica del poema:

Este poema posee una fuerza conceptual notable. La oposición simbólica entre justicia y legalidad está muy bien construida: la justicia aparece frágil pero legítima; lo legal, solemne pero distante. La imagen de los caminos paralelos es poderosa y vertebra todo el poema, creando cohesión y una lectura clara y profunda.

El contraste entre harapos eternos y buenos cueros es uno de los hallazgos más contundentes del texto: sintetiza la desigualdad, la frialdad de las normas y la precariedad de quienes las padecen. También destaca el tono de súplica final, que devuelve la voz al yo poético y cierra el poema con un deseo ético y humano: que la justicia prevalezca sobre lo meramente legal.