¡BUENOS DÍAS TENGA!

Introducción al poema:

En este poema, María nos acerca a la ternura del encuentro humano en su forma más sencilla: un saludo. A través de la figura de una anciana que camina apoyada en el bastón labrado por su esposo, la autora nos invita a mirar con calma la vida que transcurre en las aceras, donde cada palabra amable se convierte en un lazo invisible que une almas.
El poema es una reflexión sobre la soledad, el paso del tiempo y la grandeza de los gestos cotidianos. En ese “buenos días” que nace del corazón se esconde toda una filosofía de vida: la de quien comprende que la bondad no necesita razones, y que incluso con el peso de los años o de un bastón, siempre hay espacio para desear al otro un día hermoso.


BUENOS DÍAS TENGA

La anciana camina
buscando la sombra
que la cobije frente al sol.

Su mano derecha se apoya en un bastón,
con señales grabadas en la madera
que su esposo labró.

Lleva mucho tiempo en soledad
desde que él se marchó.
Sabe que hay un lugar donde la espera,
donde el infinito guarda el amor.

La anciana pasea cada mañana
para llenar su alma con sentires
de buena gente que va encontrando,
entre aceras,
buscando con la mirada
ese saludo bondadoso
que nutre su ánimo,
su corazón.

—¡Buenos días! ¡Buenos días tenga, vecina!—
Sólo dos palabras que llenan y acompañan,
creando hilos de vidas
sin necesitar razón.

Qué grandeza en pocas palabras
vertidas con sencillez y humanidad,
sin pretender motivo ni intención.

Sólo es necesario mirar para ver
que todos necesitaremos
un día un bastón,
que soporte el peso del día a día,
que nos permita caminar
cruzándonos con otras almas,
atesorando palabras nobles,
palabras sencillas con infinito valor:

Buen y bonito día,
aunque lleve bastón.



Crítica del poema:

BUENOS DÍAS TENGA... es una pieza de ternura sobria y hondura moral, donde el gesto cotidiano de saludar se eleva a símbolo de comunión humana. María logra que lo simple adquiera resonancia espiritual: un “buenos días” se transforma en vínculo, bálsamo y memoria compartida.

La figura de la anciana concentra la sabiduría de los años y la fragilidad del cuerpo, pero también la fortaleza emocional que surge del contacto con los demás. El bastón, con las señales grabadas por su esposo, se vuelve un relicario del amor y del tiempo; es a la vez peso y herencia, herramienta y testimonio.

El poema se sostiene en un tono narrativo que no abandona la musicalidad del verso libre. La cadencia es pausada, como el andar de la protagonista, y el lenguaje —sencillo y directo— refuerza la autenticidad del sentimiento. La autora logra así una cercanía inmediata con el lector: no hay artificio, sólo vida observada con ternura y respeto.

En el cierre, la frase “Buen y bonito día, aunque lleve bastón” encierra la esencia del poema: la aceptación del paso del tiempo sin perder la belleza ni la dignidad del vivir. Es un canto a la humanidad que se mantiene viva en los saludos, en la mirada, en la palabra que reconoce al otro.

En su conjunto, este poema celebra la bondad anónima y la humildad luminosa de los días, recordando que en los gestos más pequeños se halla el verdadero sostén del alma.

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