MICRORRELATO: PIMENTÓN Y UNA TELA DE ARAÑA

Introducción:

En este microrrelato y su letrilla anexa, María Bueno rescata un episodio real ocurrido a principios de 1900 que, con el paso del tiempo, se convirtió en una historia familiar contada con mezcla de susto, asombro y ternura en la Noche Buena de cada Navidad.

La escena, vivida en un entorno rural donde los remedios caseros eran el único recurso inmediato, une la inocencia temeraria de una niña con la responsabilidad temprana de un hermano.
La letrilla, de raíz popular, añade una voz musical que recoge el sentir de la tradición andaluza —cercana al abandolao y a la vieja oralidad de las historias que se repiten en cada invierno. El resultado es un pequeño cuadro costumbrista lleno de vida, peligro, humor y memoria.

PIMENTÓN Y UNA TELA DE ARAÑA

La mañana ya estaba casi agotada, la montaña de leña para cortar parecía interminable y su padre no tardaría en volver.

Pedro pensó: -si no estuviera mi hermana pequeña, ya habría terminado de cortar la leña. ¡Candela es incansable y una salvaje!, pero es muy graciosa y aún es pequeña, debo tener paciencia porque madre la ha dejado a mi cargo.


—¡Esta niña! Hermana, ¡quítate de ahí!
Padre volverá en nada de las tierras
y tengo que tener cortada toda  leña.

Candela miró a su hermano desde su baja estatura, era menuda, pero con una energía que volvía loco al más santo.
—¡No me pillas! ¡Eh, mira, mira!

—Soy más rápida que tú, mi mano corre más que tu hacha.

Candela retaba a su hermano acercando su mano casi al borde del golpe del hacha con el tronco.

Pedro, empezó a desesperarse, no tenía tiempo de andar con las locuras de su hermana. Siempre estaba igual, es como si quisiera demostrar que ella era fuerte y valiente como los chicos, traía de cabeza a sus padres.

—¡No te lo volveré a decir más! ¡Quita tu mano, vete de aquí!

En ese momento Candela acercó su mano y a Pedro, sin poder evitarlo, se le cayó el hacha contra el tronco llevándose por delante un trozo del dedo de su hermana.

—¡Dios mío!
Pedro agarró con fuerza el dedo de la niña y le hizo un torniquete con el pañuelo que tenía en el cuello para secar el sudor.

—¡Corre, ven conmigo al cobertizo!
¡Hay que cortar la hemorragia con tela de araña, allí habrá alguna!

Corrieron y al entrar cogió una tela grande de araña que colgaba de unas maderas desvencijadas de restos de un mueble viejo.

Pedro tomó a su hermana en brazos y la llevó a la cocina de la casa grande, allí rebuscó en la alacena y por fin encontró la lata con el pimentón.

—Candela, no te muevas, voy a desinfectar con el pimentón y también ayudará a taponar la herida, así podré cortar la hemorragia hasta que podamos llegar a la casa del médico.

Candela estaba blanca como la pared, no podía dejar de mirar su mano, le faltaba un trozo del dedo índice y el pimentón hacia una masa gorda con la sangre que cada vez brotaba con más lentitud.

Su delantal, que protegía su vestido, estaba rojo de la sangre que había salido de su herida, el pimentón le daba relieve a las manchas pareciendo que cada rastro de sangre engordaba por momentos.
En ese instante, entró su padre y la tomó en brazos, tan rápido, que ni cuenta se dio de que habían abandonado la casa y ya estaban en la del médico.

—Don Pedro, su hija no ha perdido el dedo de puro milagro, gracias a la rapidez de su hijo, lo ha salvado.

Muchos años después, Candela contaba cada Nochebuena la misma historia, la del hacha, el pimentón y su dedo índice.

También la historia del lobo que en Fortaleza se comió a Juan, dejando en el camino una bota vacía…

Desde entonces, una cancioncilla se tararea por bandola* en las cenas de invierno con sobremesas eternas llenas de cuentos y misterios sin desvelar.

*Bandola: con el nombre de bandola se conoce a distintos instrumentos de cuerda usados antiguamente en España, donde fue de gran importancia durante el siglo XVII para el desarrollo del fandango flamenco  y el llamado estilo «abandolao».

Letrilla:
¡Deja ese dedo!
¡No ves que tiene miedo!
Miedo al hacha
que avanza sin recelos.

Qué temeridad ser brava
con un cuerpo tan pequeño.

Hermano, ¡ponme pimentón!,
¡ponme tela de araña!
Que yo salvaré mi dedo,
así se quede este hacha
con sólo un trozo pequeño.

LETRILLA (Versión musicalizada)

[Estrofa I]
¡Deja ese dedo,
ay, deja ese dedo!
¡No ves que tiene miedo,
miedo, miedo,
miedo al hacha
que avanza sin recelos!

[Estribillo]
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que el hacha corta el viento
y el viento corta el alma.

[Estrofa II]
Qué temeridad ser brava
con un cuerpo tan pequeño,
que el monte ruge alto
y ella baila sin miedo.

[Estribillo]
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que el hacha corta el viento
y el viento corta el alma.

[Estrofa III]
Hermano, ¡ponme pimentón!,
¡ponme tela de araña!,
que salvaré mi dedo
de la hacha mala
así se quede un trozo, de temeridad brava.

[Estribillo final]
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que el dedo vuelve al cuerpo
y el miedo vuelve al alma.
Ay, tiro-liro-lé,
ay, tiro-liro-lá,
que Candela no se rinde
aunque el hacha la cortara.

Autora del microrrelato y «letrilla»:
María Bueno, basada en hechos reales.

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