Introducción:
En este poema, la voz poética se enfrenta a una de las batallas más íntimas y humanas: la lucha con el insomnio. Entre humor, desahogo y un susurro de ternura hacia sí misma, la autora retrata esa guerra silenciosa que se libra en la penumbra del dormitorio y que tantas veces deja huellas en el alma. NOCHE EN VELA convierte la incomodidad nocturna en un escenario donde se mezclan la rabia, la vulnerabilidad y una fina ironía, revelando la humanidad que aflora cuando el sueño se resiste.
NOCHE EN VELA
No sabe si es avanzada la noche
o si está casi terminada.
Acomoda la almohada
para obligar a su cabeza
a no pensar en nada.
¡Duérmete, maldita mi estampa!
¿No sientes que la noche se escapa?
Tira de las mangas del pijama,
recoloca la espalda,
estira el embozo de la sábana;
¡mierda de sábana, siempre bajo la manta!
¡Ay!, debo calmar esta desesperación
que en un desvelo me atrapa,
¡Chiquilla!, cierra los ojos con calma,
no los aprietes tanto
que así no le dará la gana
de mecerte entre susurros de madrugada.
El cansancio va aflojando el pellizco
con el que tiene agarrada la manta,
sus dedos van soltando
poco a poco a su presa de lana,
mientras ella se abandona
cercana ya la madrugada.
No ha dormido apenas,
pero siente la batalla ganada.
¡Ahí te quedas!
Esta noche impondré yo mis armas,
porque no hay peor batalla
que no presentar agallas
ante colchones, mantas
y una almohada destronada.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
NOCHE EN VELA destaca por su fuerza expresiva y su capacidad para transformar una experiencia cotidiana en un pequeño relato épico, cargado de humor y humanidad.
El poema combina con acierto:
Lenguaje coloquial, que aporta cercanía y autenticidad.
Interjecciones y exclamaciones, que intensifican la frustración, la rabia y la ternura del momento.
Personificación de los objetos —la manta, la sábana, la almohada— que convierte el dormitorio en un campo de batalla simbólico.
Un tono irónico y a la vez vulnerable, que humaniza profundamente la escena.
La voz poética dialoga consigo misma, se regaña, se consuela y se ríe de su propio desvelo.
Ese manejo del monólogo interior es uno de los puntos más brillantes del poema: transmite de manera fiel el torbellino mental de una noche insomne.
Formalmente, los versos están bien equilibrados: alternan momentos de rapidez (expresiones cortas, imperativos) con otros más pausados, especialmente cuando el cansancio empieza a vencer.
Ese ritmo acompaña el contenido, reforzando la tensión y su posterior liberación.
El cierre es especialmente acertado: una victoria pírrica, irónica, casi infantil, pero profundamente real. Conecta con cualquier lector que haya librado esa misma lucha silenciosa.
En conjunto, es un poema muy vivo, honesto, cercano y hábilmente construido.
NOCHE EN VELA

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