Introducción al poema:
VENCIDA es un descenso íntimo a ese lugar secreto donde el cuerpo y el alma dejan de sostenerse. Es el retrato de un instante límite en el que la fuerza se evapora, la realidad pesa demasiado y la rendición se convierte en refugio. En este poema, la cama no es solo un espacio físico: es un territorio emocional donde se libra una batalla silenciosa entre la vida que llama y la sombra que envuelve. Con imágenes potentes y un ritmo que acompasa la respiración entrecortada del miedo, María nos acerca al desamparo más hondo, al temblor de saberse frágil y al deseo apenas susurrado de desaparecer un instante del mundo.
Es un poema que no solo habla del agotamiento: habla del coraje que supone reconocerlo.
VENCIDA
La manta colgaba, derramada,
de un lado de la cama,
hasta el suelo deslucido,
con señales de tiempos
mejores vividos.
El cuerpo de ella se desdibujaba
entre dobleces de sábanas,
que figuraban serpientes
rodeando un cuerpo abatido.
Bajo el cobertor asomaba un pie,
sintiendo el frescor del camino
para aliviar la tortura
del miedo maldito.
Debía levantar su cuerpo dolido
antes de que su mente perdiera
la cordura de saberse un ser vivo.
¡Esta maldita sensación
de no ser más
que un harapo vencido!
Esta melancolía que atraviesa
mi alma y hace trizas mi voluntad,
de levantarme cada día
y enfrentar los monstruos
que agarran mis entrañas,
para hundirme en la desgana,
dejando mi cuerpo rendido.
Dejarme ir es mi camino,
es el que cada día me acerca
a las bestias que inundan
mi mente sin un destino.
Deslizó su pie hacia el interior
de los pliegues de la sábana
para buscar cobijo.
Encogió su cuerpo
y abrazó con fuerza sus piernas,
para hacerse muy pequeña
frente a gigantes que acunaban,
con cánticos, su vivir herido.
Ella se dejó llevar,
sin luchas ni desafíos,
hacia un lugar en otros mundos,
buscando alas en el vacío
que le permitieran volar lejos,
vaciando sus sentires malditos.
Crítica literaria del poema:
VENCIDA es uno de tus poemas más viscerales y cinematográficos. Destaca por la precisión con la que conviertes objetos cotidianos —una manta, un pie, unas sábanas caídas— en símbolos poderosos del derrumbe emocional. Tu lenguaje es directo, honesto, y consigue crear una atmósfera densa que envuelve al lector desde los primeros versos.
La estructura del poema funciona como un lento deslizamiento hacia el interior de la angustia: primero los detalles del entorno, después el cuerpo y finalmente la mente. Esa progresión está muy bien lograda y permite que la lectura sea un viaje que acompaña, casi físicamente, la caída de la protagonista.
Uno de los mayores aciertos del poema es la imagen de las “serpientes” que figuran las sábanas: una metáfora viva, acertada, que refuerza la sensación de amenaza. También resultan muy potentes los versos donde la voz poética reconoce sin filtros la melancolía que tritura su voluntad; allí la vulnerabilidad se transforma en verdad poética.
Emocionalmente, el texto es devastador pero extremadamente humano. No hay artificios ni dramatismo gratuito: lo que transmites es auténtico, y por eso mismo toca profundamente. El cierre, con esa búsqueda de “alas en el vacío”, introduce una leve respiración poética en medio de la oscuridad, como un eco de posibilidad, aunque tenue.
En conjunto, VENCIDA es un poema maduro, valiente y de una sinceridad conmovedora. Conecta con cualquiera que haya sentido el peso de la vida como una carga insoportable. Y desde esa verdad, deja huella.
