PESADILLAS

Introducción al poema PESADILLAS:

El poema nos lleva al umbral entre la vigilia y el sueño, allí donde los miedos cobran cuerpo y los monstruos parecen reales. Con imágenes intensas y reconocibles, retrata el tránsito desde el desasosiego absoluto hasta el alivio que proporciona la luz, el aire fresco y los gestos más sencillos de la rutina cotidiana. PESADILLAS se convierte así en un canto a la fragilidad humana, pero también a la capacidad de reencontrar calma en lo cotidiano, en los símbolos domésticos que nos reconcilian con la vida tras atravesar la oscuridad.
PESADILLAS

A tientas, su mano nerviosa
busca el interruptor.
Necesita acabar con los monstruos
de esa noche de miedos,
por pesadillas que nublan su razón.

Aún respira entrecortado,
el pánico recorre su cuerpo,
acelerando el ritmo del corazón.
El sudor le baja por la espalda,
el frío del horror lo rodea.

Su mente, enredada,
lanza amarres de terrores,
le impide discernir
si existe, si está,
o si desaparecerá.

¡Por fin! ¡El milagro!
Su mano tropieza con el interruptor:
¡la luz se enciende!

Esa bombilla es su aliada
contra las sombras siniestras
que su sueño envolvió.

Raudo sale de la cama,
abre la ventana,
el aire invade sus pulmones,
su pulso recupera compás,
su corazón se serena.

Con pasos lentos, desorientado,
camina hacia el pasillo
que lo lleva al comedor.

Con movimientos torpes,
propios del despertar agónico,
abraza la cafetera
y prepara café:
ritual sencillo
que devuelve normalidad
a una noche de dragones,
espadas,
y rugidos ensordecedores.

Toma la taza humeante,
con aromas de despertares,
mientras llegan sonidos del mundo:
voces de infancia,
ruedas, puertas,
la rutina preciosa
que marca el compás de una canción.

Quién no ha puesto melodías
al tic tac del reloj,
en esas noches rendido
a la tiranía de un monstruo
en la habitación.

Sólo sueños.
El subconsciente que busca equilibrio
en la oscuridad de la noche,
al margen de la razón.

© María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.


Crítica interpretativa del poema.

1. Temática y recorrido emocional:

El poema dibuja con claridad un viaje emocional: del miedo paralizante a la serenidad, del caos de la mente al orden de la rutina. El lector acompaña al protagonista en cada paso de ese recorrido: el pánico físico, el milagro de la luz, el regreso a la calma a través de la ventana abierta y del café humeante. Esta estructura narrativa convierte la experiencia íntima en un ritual universal con el que cualquiera puede identificarse.

2. Simbolismo:

La luz: símbolo central de salvación, representa el poder de lo sencillo frente a la magnitud del terror. La bombilla, humilde y cotidiana, se eleva al emblema de vida y claridad.

El aire fresco de la ventana: es la apertura al mundo, un renacer después del encierro del miedo.

El café y la taza humeante: no son solo gestos domésticos, sino metáforas de la rutina como refugio y bálsamo. El aroma y el calor del café restablecen la normalidad y devuelven al protagonista al presente.

El tic tac del reloj: introduce un cierre reflexivo, mostrando cómo la mente puede transformar hasta lo mecánico en melodía, en un recordatorio de que la pesadilla, por terrible que parezca, es solo una construcción mental.

3. Impacto emocional:

La fuerza del poema radica en su capacidad para transmitir el terror de la pesadilla con imágenes físicas muy concretas (el sudor, el frío, los amarres de terrores), y luego ofrecer al lector un respiro a través de lo luminoso y lo cotidiano. Esa transición otorga al poema un efecto catártico: al terminar de leer, uno siente alivio, como si hubiera acompañado al protagonista en su liberación.

4. Reflexión final:

Más allá de un relato sobre el miedo nocturno, PESADILLAS se lee como una metáfora de la fragilidad humana frente a sus propios fantasmas interiores, y de la necesidad de apoyarse en lo más simple para reencontrar la calma. Es un poema que equilibra lo onírico y lo real, lo terrible y lo cotidiano, lo irracional y lo sensato.

En resumen: este poema logra un gran impacto emocional porque invita al lector a reconocerse en la experiencia, y lo hace con un lenguaje cercano y simbólico a la vez. La tensión inicial y el contraste con el alivio final, le da al texto mayor fuerza interpretativa.