NADA

Introducción al poema:

Este poema se adentra en la hondura de la calma interior, en ese instante en el que la mente deja de buscar y simplemente es.
A través de imágenes sensoriales y naturales, el texto evoca una unión entre la serenidad del alma y la grandeza de lo simple.
María logra que el vacío —lo que ella llama nada— se convierta en una plenitud luminosa.
En su aparente silencio, la nada se muestra como el refugio donde el alma respira y se reconoce.


NADA

La noche la sorprendió
con un pensamiento grabado,
con golpes al son
de viejos compases
de músicas imaginadas.

La sensación era placentera,
como mecerse sobre una hamaca
con la mirada fija
en las estrellas,
como sentir la brisa suave
en una noche de verano,
acariciando sin pudor
las fibras de su ser
con claridades eternas.

Sintió que vivía en un lugar
donde los sueños se alcanzan,
donde las cosas pasan
con sólo sentirlas, soñarlas,
porque nada es imposible
cuando la claridad es el alma.

Claridad,
esa que siempre acompaña,
cuando la única sensación
es el goce de sentir a solas
tus pensamientos en calma.

Cuando los sentires
te abrazan,
cuando existes
con sólo el deseo
del disfrute que te acompaña,
por la infinita generosidad
de una naturaleza perenne
sin pretensiones de nada.

¡Cuánto te debe mi alma!,
te siento con calma,
acariciando mi piel
bajo estrellas soñadas.


© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.


Crítica literaria:

Nada es un poema de serenidad contemplativa, una plegaria silenciosa a la existencia despojada de artificio.
María ofrece un viaje interior donde la noche y la naturaleza se convierten en espejos del alma en paz.
La cadencia de los versos, especialmente en la segunda estrofa, evoca el movimiento oscilante de la hamaca, reforzando la sensación de sosiego.

El uso reiterado de palabras como claridad, alma, sentires o naturaleza sitúan el poema en una dimensión casi mística, donde el ser humano se funde con lo esencial y lo eterno. La paradoja final —ser sin ser nada— sintetiza la filosofía de la plenitud a través del desapego.

En conjunto, el poema respira madurez espiritual, calma y gratitud. Es una meditación poética sobre la libertad interior, sobre la belleza de existir sin pretensiones, en la pura compañía del pensamiento y la vida misma.