Y SE PARÓ…

La fotografía la hice bajo el cielo del Mediterráneo en una noche de calma bendecida por el descanso.

«Las cosas de las que huyes están dentro de ti.»

Séneca

Introducción al poema:

El alma, cuando se agota de huir, se detiene ante sí misma. En ese instante de pausa y verdad, deja de luchar contra lo inevitable y aprende a abrazar lo que es. Y SE PARÓ es un poema sobre la valentía de detenerse, de mirar hacia dentro y aceptar aquello que somos, una pequeña parte de un todo del resto de la humanidad.

Su mensaje es un canto a la calma interior, a la aceptación y al poder de abrazar tu sentir en tu vivir.

Y SE PARÓ

Se quedó sin resuello,
sin una sola palabra,
sin autoridad sobre sí misma,
con la espalda doblada.

Corrió despavorida,
sin poder escapar de nada;
corrió tan rápido
que el viento protestaba,
porque no podía alcanzarla.

¡Qué osada mujer!
No podrás jamás huir
de tu conciencia amargada;
ella mora dentro de ti
hasta que rompas tu karma.

En tu interior hay una fuente
de la que puedes beber y vivir
o ahogarte en ella, asfixiada.

No huyas de ti,
cambia aquello
que te hace sufrir,
incluso antes de que suceda,
escapando inútilmente
entre miles de fronteras.

La carga que llevas,
déjala caer entre las alimañas;
ellas agarrarán la mordida
y tú liberarás tu alma.

Se paró en seco
y dejó de huir,
aprendiendo a quererse con calma,
aceptando lo bueno y lo malo
del ahora y aquí,
¡que ya veremos mañana!

© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.

Crítica literaria.

Este poema, María, está construido con una fuerza interior admirable. Su ritmo es firme y respirado, como si acompañara los pasos de esa mujer que corre —y finalmente se detiene— para mirar hacia dentro.

Hay una transición poéticamente lograda entre el movimiento exterior (“corrió despavorida”) y el despertar interior (“se paró en seco y dejó de huir”). Esa contraposición es el corazón del poema.

La voz lírica actúa como conciencia guía: no juzga, sino que muestra el camino hacia la autoaceptación. La alusión a Séneca encuadra la reflexión filosófica sobre el alma humana y el destino, enriqueciendo el sentido del texto.

Los versos finales cierran con una sabiduría sencilla y profunda: “aceptando lo bueno y lo malo / del ahora y aquí, / ¡que ya veremos mañana!” —un cierre luminoso que invita a la paz interior, sin solemnidad, con una ternura realista.

En conjunto, es un poema de crecimiento espiritual, con equilibrio entre la fuerza y la calma, el pensamiento y la emoción. Su tono, entre la poesía reflexiva y la fábula moral, lo convierte en un texto muy valioso.