Introducción al poema uñas negras:
En mi infancia, las manos de mi abuela eran universo y advertencia, escudo y enseñanza. Ella sabía —desde su saber de mujer vivida, de mujer que cuidaba— que la suciedad no era solo polvo o barro, sino lo invisible, lo que viaja de mano en mano sin pedir permiso. Este poema es un homenaje a su voz firme y protectora, a su sabiduría temprana sobre lo que hoy llamamos microbiología, pero que entonces era simplemente cuidado y sentido común, y además, tener conocimientos sobre poner inyecciones, curar heridas y otras causas muy comunes de padecimientos a principios de los años 30. En su memoria, escribo estas líneas cargadas de pan recién hecho y advertencias tiernas.
MI ABUELA
—¿Qué haces, abuela?
—Quemar los microbios
que la suciedad deja.
Su imagen ante el fogón
era inmensa.
Se veían a contraluz sus manos
pasear por el lomo
de una hogaza tierna.
Su abuela contaba
que las manos eran
un lugar con mil cuevas,
con escondrijos para la mugre
que tocaba a corneta
cada vez que los dedos
rozaban las monedas,
las narices
y otras cosas asquerosas
por su propia naturaleza.
—¡Pequeña niña!
No te olvides nunca
que hay miles de microbios
viviendo entre paneras,
sábanas y esteras.
Hay pequeños mundos
llenos de bacterias
que danzan y se esconden
para que tú no las veas,
aprovechando miles de manos
donde viven en cuevas
de uñas negras.
Toca limpiar manos,
pies y cabezas,
para que el ejército invisible
no llame a filas
a las malas bacterias.
Porque haberlas,
también las hay buenas.
Sabidurías de una abuela
que vacunó a muchos semejantes
contra tifus y viruelas,
allá por los años treinta,
en un continente amigo,
cargado de malas
y buenas bacterias.
©María Bueno, 2023. Todos los derechos reservados.
Crítica literaria:
El poema UÑAS NEGRAS se distingue por su tono entrañable y didáctico, un homenaje a la sabiduría doméstica de otras épocas, envuelta en el calor del pan recién hecho y en el respeto a los consejos de una abuela que supo ver lo invisible antes de que la ciencia lo explicara del todo.
Fortalezas:
Narratividad con raíz emotiva: El poema no es solo una evocación de la infancia, sino también una pequeña historia que transmite conocimiento práctico y afectivo a través de un diálogo inicial que sitúa al lector en un momento íntimo.
Imágenes vívidas: La descripción de “mil cuevas” y “escondrijos para la mugre” crea una sensación táctil y visual que da cuerpo al tema microscópico, haciéndolo tangible.
Valor intergeneracional: Es una pieza que une épocas; no solo recuerda a la abuela, sino que rescata un pensamiento higiénico esencial que hoy reconocemos como prevención.
Cierre con trascendencia histórica: Mencionar las vacunas contra el tifus y las viruelas en los años treinta ancla la memoria personal en un contexto social más amplio, lo que le da dimensión testimonial.
