Introducción al poema:
El poema Flores Frescas es una evocación poética que fusiona lo cósmico y lo íntimo para hablar del origen del ser, la pureza del alma, la fuerza de los sentires humanos y el poder de lo invisible. A través de una simbología luminosa —la luna llena, los amaneceres y las flores frescas—, la voz poética nos invita a reencontrarnos con nuestra esencia más pura, libre de apariencias y profundamente conectada con las emociones genuinas. Este texto es un canto al alma desnuda, a la sensibilidad sin máscaras, al respeto por lo sencillo y lo eterno.
FLORES FRESCAS
Cuenta la leyenda
que nacimos cargados
de noble inocencia,
con sueños hechos
de lunas llenas.
Lunas cargadas
de flores frescas,
con compases de poemas
hechos de mil sentires
que nos atraviesan
de dolor, alegría, calma,
de sentir que vives
sin ser eterna.
Sentires de una desnudez
que mima tu alma
antes de que amanezca.
Amaneceres
de flores frescas
que rinden honores
a la luna llena.
Deja mecer tu pura esencia,
ella te hará reír y llorar,
sin apariencias
que aparten de tu camino
tus flores frescas.
Crítica literaria:
Este poema está construido con un tono reflexivo y espiritual, con imágenes que beben tanto de lo celestial como de lo terrenal. La luna llena actúa como símbolo de plenitud y conexión con el misterio ancestral, mientras que las “flores frescas” representan la pureza, los sentimientos genuinos, la esencia no contaminada del ser humano.
La estructura está marcada por un ritmo pausado y envolvente, con versos que fluyen como un susurro meditativo. El uso de la anáfora ("flores frescas", "luna llena") refuerza la musicalidad del poema y crea una cadencia armónica. La repetición no es reiterativa, sino que carga de simbolismo cada aparición, convirtiéndolas en pilares del discurso poético.
Destaca el oxímoron que aparece en “sentir que vives / sin ser eterna”, una idea profundamente humana que evoca la finitud de la vida y la intensidad con la que se puede vivir desde la consciencia de esa fragilidad.
El poema invita a desprenderse de las apariencias, abrazar los sentimientos auténticos, permitir que el alma se deje mecer y, sobre todo, confiar en que esa inocencia primigenia aún puede florecer dentro de nosotras, como flores frescas que rinden homenaje a la existencia misma.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
FLORES FRESCAS

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