Introducción al poema:
En un mundo donde a veces las distancias entre las personas parecen agrandarse, este poema rescata el valor de la cercanía, del respeto cotidiano, de la humanidad compartida entre quienes habitan un mismo espacio. VECINOS es un canto a la convivencia sencilla, al saludo diario que cobija, al calor humano que nace sin pedir nada a cambio. Una oda serena a la dignidad del otro, al vivir en comunidad, con la mirada puesta en lo esencial: la bondad y el respeto a cada vida.
VECINOS
Existencias de vidas
con un por qué,
con un sentir,
creyendo en la dignidad
de nuestros iguales,
percibiendo sus bondades,
respetando sus creencias,
sus gestos amables.
Vecinos de calles, de barrios,
de pueblos hermosos,
sembrados de humanidades.
Hermosos por sus gentes,
que tejen la vida sin maldades,
con la generosidad
de tender sus manos
en días cargados
de dificultades.
Paredes guardianas
de vidas y de pesares.
Y así la vida se va tejiendo
desde las bondades,
con pequeños gestos del día a día,
con esos "buenos días"
de aquella anciana,
que día tras día
salía con el bastón en su mano
y sus sonrisa a modo de abrazo.
Vivir compartiendo
las aceras de caminos
de sus gentes,
sin malicias construidas.
Vecinos de paredes compartidas,
llenas de mil historias
que apuntalan los días.
Generosidades entrelazadas
a lo largo de la vida,
con el respeto infinito
de sabernos diferentes,
de diversidades constituidas.
Buenos días vecina,
que la vida te sonría.
© María Bueno, 2025 – Todos los
derechos reservados.
Crítica literaria:
VECINOS es un poema de mirada entrañable y profundamente ética. Desde su sencillez expresiva, logra transmitir una filosofía de vida basada en el respeto, la empatía y la convivencia.
El texto no pretende adornarse con artificios formales, sino que busca la autenticidad del gesto cotidiano: ese saludo matutino, esa mano tendida que alivia los días difíciles, ese compartir silencioso que, sin palabras grandes, construye humanidad.
El ritmo pausado y los encabalgamientos suaves evocan el paso tranquilo de la vida en comunidad. Cada verso respira como una conversación, como si las palabras fueran dichas al calor del encuentro vecinal. Esa naturalidad convierte el poema en una suerte de homenaje a las raíces del convivir humano, donde lo pequeño —un saludo, una sonrisa, una presencia constante— se transforma en símbolo de grandeza moral.
Hay también una dimensión visual muy marcada: las “paredes guardianes”, las “aceras compartidas”, los “pueblos hermosos sembrados de humanidades” componen un paisaje emocional que mezcla lo físico con lo espiritual. Se percibe la intención de rescatar la belleza del entorno no por su arquitectura, sino por las personas que lo habitan.
En el cierre, la despedida “Buenos días, vecina, que la vida te sonría” resume la esencia del poema: la esperanza en una bondad sencilla, cotidiana, que dignifica la existencia.
Es un final luminoso que deja una sensación de ternura y reconciliación con el mundo.
En síntesis:
VECINOS celebra lo humano en su forma más pura. Es un poema de ternura civil y de ética cotidiana, donde la poesía se encarna en los gestos simples que sostienen la convivencia. Su tono cálido y su lenguaje cercano invitan al lector a mirar su entorno con gratitud y respeto.
VECINOS

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