CON LOS OJITOS DE LA CARA

Introducción al poema:

Este poema rebosa la ironía y el hartazgo  cotidiano (con un toque de humor) de tantas mujeres que han sido testigos del inmovilismo doméstico, de la sobrecarga silenciosa que nadie parece ver.

Con un tono directo y liberador, la protagonista rompe la rutina impuesta, alza su decisión y declara una rebelión personal: basta de ser invisible, basta de cumplir con lo que se espera.

«Con los ojitos de la cara», se expresa la «hartura» de lo invisible del trabajo de las amas de casa.

CON LOS OJITOS DE LA CARA

¡Y no se mueve!
La basura por barrer
tampoco desaparece,
la cama, sin hacer.

¡Ay, la cocina!
¡Pero si se fregó ayer!
¡Y anda que la bañera!
¿Con mugre otra vez?

Y la ropa sin tender…
¡Anda, y que suban a la cuerda!
Que yo ya no tengo nada que ver,
que estoy hasta el moño
de ser el florero
que nadie ve.

¡Que se vayan a hacer puñetas!
Que yo tengo
mejores cosas que hacer,
porque me he prometido
a mí misma
que, con los ojitos de la cara,
todo lo haré.

© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.