LO QUE TE DEBE MI ALMA

Sintió que vivía en un lugar
donde los sueños se alcanzan,
donde ya no duele nada,
donde las cosas pasan
con sólo sentirlas, soñarlas,
porque nada es imposible
cuando la claridad es el alma.

Claridad, esa que siempre acompaña,
cuando la única pretensión
es ser sin ser nada,
cuando algunos sentires
no te acompañan,
cuando la frustración te enerva,
te desmorona y te arrastra.

La nada, esa necesidad de quedarte vacía
y recomponerse de nuevo
desde las propias entrañas.

¡Ay nada, cuánto te debe mi alma!


© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.

(Fotografía realizada por mi nieto Mario, de diez años).


NOTA DE LA AUTORA:

Este poema nació de una noche de silencio profundo, de esas en las que una se siente deshecha y al mismo tiempo germinando. NADA no es vacío, es posibilidad. Es el instante en el que todo se detiene para volver a empezar, desde las entrañas.

Quise que este poema formara parte de esta sección porque sigue latiendo conmigo. Cada vez que lo releo, me recuerda que puedo recomponerme, incluso cuando lo que me habita es la nada misma.

La fotografía que lo acompaña fue tomada por mi nieto Mario, con solo diez años. Con la inocencia sabia de quien aún mira sin filtros, supo captar el momento justo en que el sol se despide sin irse del todo. En esa imagen hay luz, agua, fuego… y un niño que intuye el alma de las cosas. Como mis versos, su mirada no pretende nada, pero lo dice todo.

A ti, Mario, mi niño grande,
por enseñarme con tus ojos
que la claridad del alma
también se hereda.