Tejes vida, vida que nos hace crecer y sentir.
Sentires que día tras día nos dan fuerzas
con un por qué, con un seguir.
Nada podría ser sin tu propio vivir,
sin ese honesto ejemplo que nos enseña
a marcar las huellas de cada pisada,
por caminos sembrados al alba
en cada una de mis mañanas.
Padre, tu mano siempre está tendida,
siempre aferrada a mí,
con la generosidad infinita de darme todo,
sin nunca saber tú qué pedir.
Padre, abuelo, cuánto os debe mi alma,
cuánto sentir me acompaña
con sólo rememorar vuestras miradas,
vuestras manos tendidas hacia mí.
© María Bueno, 2025 – Todos los derechos reservados.
